Hay veces que compramos los libros porque nos gustan sus mensajes incluso más de los que pueden gustarle a los pequeños, aún así creemos que debemos contárselos porque encierran grandes aprendizajes.
Esto fue lo que nos sucedió con
"El príncipe de los enredos", de Roberto Aliaga y Roger Olmos, publicado en Edelvives, un libro en el que todo tiene su simbolismo o razón de ser: los personajes elegidos (un cuervo y una encina), un texto directo con escasez de circunloquios o de adornos (llegan las ilustraciones para completarlo), el inquietante protagonista que se aprovecha de la ingenuidad de los otros, o la proporción de las imágenes.
No añadimos más, tras su lectura que cada uno piense en los cuervos, en las hojas o raíces que conoce.
Porque aún no lo han descubierto en los másteres de gestión de organizaciones y de equipos, de lo contrario ya lo habrían incorporado en sus dinámicas.
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