viernes, 27 de diciembre de 2019

UniDiversidad. El blog de José R. Alonso.



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UniDiversidad. El blog de José R. Alonso.



Los niños con autismo son igual de buenos que los niños sin autismo a la hora de leer las emociones según se reflejan en el lenguaje corporal. Este resultado cuestiona la idea previa de que los niños con TEA tienen dificultades para leer las emociones, un prejuicio que puede haber surgido de estudios que solo analizaban si los niños podían leer las emociones usando como única fuente de información la cara o los ojos. La mayoría de los estudios realizados hasta el momento para estudiar la percepción de las emociones analizaban la identificación de diversos estados emocionales usando fotos de rostros o de miradas, dibujos de caras y, más raramente, videos o
grabaciones de los tonos de voz.
Los resultados hasta ahora eran contradictorios: algunos estudios sobre niños con TEA habían encontrado déficits en la percepción e identificación de las emociones mientras que estudios parecidos, con las mismas medidas y muestras similares, no encontraban diferencias significativas en relación con los resultados de compañeros normotípicos. Distintas revisiones recientes sobre el tema coincidían en una cosa: que más de veinte años de investigación sobre el reconocimiento de emociones por parte de las personas con autismo no había llevado a conclusiones claras sobre un posible déficit.
Los estudios realizados hasta el momento tenían además diversos problemas metodológicos. Muchos se han centrado en adultos o en jóvenes, dejando el tema de la percepción de emociones por parte de los niños con autismo especialmente poco claro. Uljarevic y Hamilton (2013) hicieron un metaanálisis y de los 48 estudios que cumplían las criterios establecidos para ser incluidos en su valoración, solo 14 (29%) incluían niños que tuvieran 12 o menos años. Un segundo problema, también señalado en esa misma revisión, es que muchos estudios tenían muestras inaceptablemente pequeñas. Solo 4 de los 14 estudios que hemos mencionado con muestras de niños; es decir, el 8% del total, tenían muestras de al menos 15 personas. El tercer problema es que la gran mayoría de los estudios trabajaban con solo los ojos o las caras para mostrar las diferentes emociones. En resumen, es posible que no estemos analizando si los niños con TEA pueden distinguir las emociones, sino específicamente si pueden distinguirla a partir de la mirada o, como mucho, de la expresión facial.
Candida C. Peterson y su grupo han intentado resolver esta controversia y para ello realizaron dos pruebas. En la primera 34 niños con TEA y 41 controles neurotípicos, emparejados por edad e inteligencia verbal (CI verbal), realizaron una prueba denominada Cuerpo-Emoción, un test puesto a punto por el grupo investigador. También llevaron a cabo un test ampliamente usado de reconocimiento de emociones usando fotos de ojos como elemento inicial. Este test se conoce como «Reading Mind in the Eyes: Child» o RMEC, fue propuesto por Baron- Cohen y su grupo en 2001 y se ha usado mucho. El grupo de Peterson también realizó una batería de pruebas bien validada para analizar la teoría de la mente y una escala de empatía valorada por el maestro. En el estudio 2, se analizaron 33 niños con TEA y 31 controles neurotípicos usando el test RMEC para las seis emociones humanas básicas; es decir, una versión simplificada de esa prueba.
El test Cuerpo-Emoción, planteado por los investigadores de este equipo, consta de 12 ítems para valorar el lenguaje emocional transmitido por el cuerpo. El nuevo test sigue un formato similar al RMEC pero usa como estímulo fotos de posturas corporales donde el rostro está camuflado en vez de imágenes de los ojos. Para ello cogieron dos fotos al azar de cada emoción básica, las ampliaron y desenfocaron las características faciales de la persona allí representada. En cada foto había cuatro posibilidades impresas en cada esquina. Solo una era correcta y las otras tres eran, una, la emoción que según un panel de tres jueces sería la descripción más aproximada a la correcta y las otras dos eran seleccionadas al azar, atendiendo a un equilibrio final entre emociones positivas y negativas. Finalmente, a cada niño se le preguntaba cómo le parecía que se sentía la persona de la foto leyéndole las cuatro opciones de las esquinas.
En el test de empatía, el maestro principal de la clase puntuaba a los niños en una subescala prosocial del SDQ. Los ítems describen acciones generosas de un niño hacia otros («es considerado con los sentimientos de otras personas», «es amable con los niños más pequeños», etc.) y el maestro debía elegir entre tres posibilidades («no», «muchas veces» o «cierto»).
El cociente de inteligencia verbal se midió con el Peabody Picture Vocabulary Test–Revised (PPVT-R), una prueba estandarizada y normalizada sobre vocabulario que se basa en apuntar las respuestas a diferentes imágenes. Tiene una media en la población de 100 y una desviación estándar de 15. Las puntuaciones dentro de una desviación estándar de la media son consideradas una inteligencia verbal normotípica..
El lenguaje corporal de las emociones describe la comunicación no verbal de emociones vía la postura del cuerpo, incluyendo la posición del cuerpo, la disposición de los brazos en relación con el tronco, los gestos de la mano y de todo el cuerpo, los patrones de movimiento. De hecho, las emociones potentes transforman completamente la postura corporal en vez de afectar solamente al rostro o la mirada. Ejemplos de todos conocidos y que han saltado al lenguaje popular son cuerpos «derrumbados» por la tristeza, agarrotados por el miedo o saltando de alegría. Un cuerpo recto con el cuello comprimido y los hombros adelantados puede sugerir miedo u hostilidad al igual que un cuerpo relajado señala disponibilidad para el acercamiento o un estado contenido o tranquilo.
A la hora de usar test basados en la mirada o en la expresión facial es importante recordar que a muchas personas con autismo no les gusta hacer contacto visual ya que eso requiere un encuentro, una proximidad con la otra persona. Sin embargo, leer el lenguaje corporal se puede hacer a bastante distancia si se tiene esa habilidad y el grado de implicación social es menor.
En este estudio se mostraron fotos de adultos con el rostro borroso y que posaban para mostrar seis emociones diferentes a niños de edades entre 5 y 12 años. Los niños con autismo mostraron resultados similares a los niños sin autismo en esta tarea. Por el contrario, los niños normotípicos superaban al grupo TEA tanto en la teoría de la mente como en las versiones estándar y simplificada del test RMEC; es decir, en estas pruebas sí había diferencias. El CI verbal no estaba relacionado con la percepción de las emociones ni por la postura corporal ni analizando la mirada en ninguno de los grupos. Sin embargo, reconocer las emociones de la postura corporal se correlacionaba con el nivel de teoría de la mente especialmente para los niños con TEA.
Las principales conclusiones del estudio son, con la que iniciamos esta columna, que los niños con autismo son igual de buenos que los niños sin autismo a la hora de leer las emociones según se reflejan en el lenguaje corporal. En segundo lugar, que la percepción de emociones a través del lenguaje corporal está claramente asociada a comprender la teoría de la mente, especialmente para aquellos niños con TEA, pero no al cociente de inteligencia verbal o la empatía en el comportamiento. Por último leer las emociones a través del lenguaje corporal en vez de hacerlo a partir de la mirada fue considerado más fácil tanto para los niños con TEA como para los niños normotípicos.

Para leer más:
  • Peterson CC, Slaughter V, Brownell C (2015) Children with autism spectrum disorder are skilled at reading emotion body language. J Exp Child Psychol 139: 35-50. doi: 10.1016/j.jecp.2015.04.012.
  • Uljarevic M, Hamilton A (2013) Recognition of emotions in autism: A formal meta-analysis. J Autism Develop Dis 43: 1517–1526.

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