El Día de los Derechos Humanos, además de toda a parafernalia de las celebraciones, declaraciones oficiales y gestos emotivos, también puede ser una buena ocasión para reflexionar sobre tres cuestiones:
1ª ¿Tenemos la completa seguridad de que nuestros alumnos/as tienen garantizados sus derechos en la actualidad y de que podrán ejercerlos en el futuro?
2ª ¿Podemos estar completamente satisfechos de los logros que se han conseguido desde su aprobación?
3ª ¿Cuál es la mejor manera de hacer conscientes a las criaturas de estos derechos inalienables de las personas?
Nos vienen al recuerdo las palabras de
Fernando Gonzalez Lucini a quien conocimos hace años con motivo de la presentación de su libro "
La educación como tarea humanizadora. De la teoría la la práctica educativa", prologado por Juan Carlos Tedesco. Para este experto en educación - primero maestro de infantil y luego profesor de futuros docente, además de reconocido
musicólogo-, en la escuela tenemos que volver la mirada hacia los
pequeños valores: la responsabilidad, el esfuerzo, la compasión, la esperanza, la gratitud, la generosidad, y sobre todo, la ternura, como base para la concreción de los grandes valores democráticos como la libertad, la igualdad y la solidaridad.
Para Lucini, estos valores están en crisis porque el horizonte de la felicidad está marcado por el tener y por el comprar y no por un sano vivir democrático y porque vivimos en una cultura de derechos y no de deberes que perjudica al próximo y por ende a la convivencia; asimismo, sostiene que cada derecho tiene su contrapartida en un deber; en consecuencia, derecho y deber son las dos caras de una misma moneda.
Los derechos humanos y los deberes humanos, así juntos los dos en el día a día de la escuela, en todos los gestos, actuaciones y actividades que en ella se desarrollan. Tanto para los niños y niñas como para los progenitores, docentes y demás personal del centro.
Sólo la vivencia activa de los derechos y de los deberes puede garantizar su asimilación y asunción por parte de los niños y niñas. El resto, bonitas declamaciones, lecturas o exposiciones para un día.