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UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Las cigarras forman parte de la banda sonora del verano. Sus llamadas, especialmente si se junta un alto número de animales, pueden llegar a formar un concierto impactante. Gracias a la riqueza del español y a la amplia distribución de las cigarras en zonas tropicales y subtropicales se les llama también chicharras, coyuyos, chiquilichis, tococos, cocoras, ñes y cícadas. Forman parte de los hemípteros, el orden de los pulgones y las chinches de las camas, pero no tienen la mala fama de éstos otros aunque tampoco son beneficiosas. Los hemípteros tienen piezas bucales modificadas formando una estructura en forma de pico denominada rostro, que está adaptada para perforar barreras y succionar líquidos, savia en las plantas o sangre en los animales. Los hemípteros son insectos hemimetábolos, es decir, con metamorfosis incompleta; tras eclosionar del huevo, surgen las ninfas, que son estadios inmaduros similares a los adultos pero sin gónadas ni alas. Después de varias mudas, que originan hasta cinco estadios ninfales sucesivos, se transforman en imagos (adultos), alados, con el aparato reproductor completo y sexualmente maduros, listos para aparearse y perpetuar su especie. Las cigarras que cantan son los machos y el sonido es producido por un aparato estridulatorio situado al comienzo del abdomen y que consta de unas membranas quitinosas llamadas timbales y unos sacos con aire que actúan como cajas de resonancia. Un auténtico instrumento musical biológico. El canto es tan potente que los machos, que compiten en la fuerza de sus llamadas, pueden llegar a morir debido a la onda sónica producida por su aparato estridulatorio. Las hembras oyen estos sonidos con unos órganos auditivos situados en el tórax y responden a la llamada del romeo que tenga el sonido más fuerte y lo mantenga durante más tiempo, una prueba indirecta de buenos genes. Aunque el sonido es emitido a cualquier hora del día, es más frecuente e intenso al anochecer y al amanecer. |