Los niños no tiene problemas en el sistema educativo. Los niños traen sus problemas familiares al aula. No es una afirmación banal ya que, curiosamente, la relación entre éxito escolar y situación familiar, va casi siempre íntimamente ligada. De las familias de nivel sociocultural (que no tiene, aunque casi siempre vaya, ir ligado con la situación económica) medio o alto, el porcentaje de hijos que fracasan es muy reducido. Si hablamos de un 30% de fracaso escolar en España y analizamos fríamente quiénes son los que forman parte de dicho fracaso nos encontraremos, curiosamente, con una inmensa mayoría de ellos que proceden de familias con problemas sociales, de nivel educativo bajo y, cómo no, de contextos desfavorecidos.
Hay dos formas de atajar lo anterior... la primera, solucionar los problemas económicos de determinadas familias y ayudar, mediante unos servicios sociales potentes y bien estructurados, a que determinados barrios dejen de convertirse en guetos sociales. La segunda, y mucho más efectiva que la anterior, obligar a los padres a volver al aula. Educar a los padres es, en ocasiones, clave para que sus hijos consigan no formar parte de ese grupo de excluidos socialmente. Crear escuelas de padres donde, esos padres, puedan incrementar su nivel cultural y, cómo no, obtener una formación que les permita una mejora laboral (sí, por desgracia, en la situación de crisis actual, son demasiadas las familias que tienen a todos sus miembros en paro cobrando, en la mayoría de ocasiones, ayudas miserables). Unas escuelas que deberían ir incorporando, de forma paulatina, a todos aquellos padres que, por circunstancias familiares, tampoco han podido disfrutar, en su momento, de un aprendizaje. Padres que, por desgracia, proceden de contextos en los que, de muy jóvenes ha tocado ayudar en casa o que, tristemente, tenían unos padres que se despreocupaban completamente de ellos.
La educación de los padres es fundamental para la mejora educativa y social de un país. Los hijos, casi siempre, llevan una losa familiar importante. Es por ello que la tasa de abandono escolar se ceba con las familias que, por desgracia, en su momento también formaron parte de dicho abandono. Y, sin mejorar la situación educativa de los padres, es muy complicado actuar individualmente sobre el aprendizaje de sus hijos.
Ya sé que, quizás, las líneas anteriores suenan a algo utópico pero, desde el momento en que tenemos demasiados alumnos que perdemos en el camino, situaciones complejas de aula provocadas por situaciones familiares y, por desgracia, demasiados niños que no tienen una referencia familiar que les haga tirar para adelante, lo único que estaremos haciendo es perpetuar la brecha educativa entre clases sociales. Y eso, creo, que es algo que debería evitarse por el bien de toda la sociedad.
Por tanto, yo animo a la administración a que busque alguna salida al problema educativo de esos padres que, por determinadas situaciones, no han tenido las posibilidades, en su momento, de recibir una educación en condiciones. Unos padres que son demasiado importantes para garantizar el éxito educativo de sus hijos y, como no, la equidad social que, de boquilla, tanto nos venden la mayoría de políticos.