Eucaliptos arcoiris
Hoy, Día de la Enseñanza en Galicia, las redes sociales y medios se llenarán de vídeos, artículos, citas, poemas y manifiestos sobre los/las docentes y la labor que desempeñan en la sociedad, incluso se buscarán las opiniones y recuerdos escolares de gente famosa, famosilla o popular. Todo muy bonito si fuera siempre así, pero la verdad es que los restantes 364 días del año lo que se hace es dar leña al profesorado. Explícita o implícitamente, esta segunda es casi la peor forma de hacerlo porque es la que tiene más calado social, también la más habitual y en la que incluso participamos los propios enseñantes difundiendo las críticas a través de las redes como si no fueran con nosotros porque nos las presentan en bonitos y modernos "envoltorios".
Veamos algún ejemplo.
En los últimos tiempos hay una tendencia a desmitificar los "síndromes" que se inventaron y que llenaron millares de páginas o de consultas de especialistas, principalmente, hiperactividad, TDAH. Ahora ya dicen que es una invención, que lo que realmente le sucede a esos críos es que "se aburren en la escuela". Coincidimos con las dos afirmaciones, ahora bien, debemos culpar a los maestros de que no sepan despertar la cada vez más hedonista y esquiva curiosidad de los niños, o deberíamos preguntarnos qué transformó la escuela en aburrida. Podría ser que no somos capaces de superar la sobreestimulación que reciben a toda hora con chutes varios de ludiactividades antes y después del horario escolar, en la calle, en los centros comerciales, en las fiestas temáticas o en los aniversarios. Todo es una romería, viven montados en una montaña rusa que cada vez debe tener giros más excitantes porque a todo se acaba acostumbrando uno. No estoy negando que haya escuelas y aulas en las que los pequeños se aburren de pura necesidad, que haberlas hailas. Ahora bien, la pregunta es si tenemos que competir o si tenemos que contrarrestar toda esa fiesta. Hay quien ya optó por la primera posibilidad, baste echarle un vistazo a los centros en estos días y encontraremos maestras brujas, hechiceras, animadoras del miedo, hacedoras de manualidades ad hoc para el SamaínHalloween; las escuelas como parques temáticos de aventura y de la animación. Como decía es una opción. La otra es mantener la escuela como un espacio de aprendizaje de vida y de serenidad; esto puede ser aburrido, por supuesto nunca tan vistoso y aplaudido como lo otro, incluso se puede correr el riesgo de parecer aburrida.
Entonces y volviendo al punto inicial, le preguntaríamos en primer lugar a los felices predicadores "antisíndromes" (casi ninguno de ellos con experiencia docente en escuelas) qué entienden por aburrimiento, cuál sería el antídoto y, por supuesto, si creen que es culpa de los docentes, o será de la sociedad en general y de las leyes del mercado en particular.
Pero el daño ya está hecho, la descalificación de los enseñantes y de la enseñanza pulula por las redes en formatos como
TED (no olvidemos, tecnología, entretenimiento y diseño) -más de lo mismo-, píldoras excitantes que provocan euforia superficial y escaso análisis real (pastilleo), en el caso que nos ocupa, la educación, especialmente centradas en "motivación" y "creatividad". Entretenimiento sin límites.
Otro ejemplo de descalificación implícita es lo que suponen las utilizaciones interesadas de las evaluaciones de culto como PISA. Ahora también ya se empiezan a escuchar muchas voces críticas -no sólo procedentes del lado de los enseñantes-, pero el mal ya está hecho. En cualquier tertulia de mediopelo, en cualquier tema de mediopelo, le echan la culpa de cualquier mal al sistema educativo, la escuela y a los enseñantes; y para que nadie piense que es un opinador de mediopelo, menciona los resultados de PISA (que ni los conoce ni sabe en qué consisten y pobre de él como se los aplicasen) y ya queda como un tipo/a ilustrado. ¡Vaya, pues en estas andamos! ¡La credibilidad de los docentes puesta en tela de juicio por gente de tan poco pelo!
Bien, pues entre otras muchas, esto es a lo que me refiero cuando digo que fuera del día de hoy la veda contra los educadores está abierta sin ningún tipo de limitación, excepto para unos pocos que siempre, en cualquier momento, se acuerdan y agradecen el gran bien que le hicieron los enseñantes.
Por ello, pediría que quien así piense, por respeto a la enseñanza, a los enseñantes y a nosotros mismos no comparta pavadas ni disparates. Eso sí que sería un homenaje a nuestra labor, porque el resto no hace más que desmotivar a los que nos dedicamos a educar.