lunes, 16 de marzo de 2020

: UniDiversidad. El blog de José R. Alonso.



UniDiversidad. El blog de José R. Alonso.


Posted: 18 Feb 2020 05:22 AM PST
Un bebé prematuro o pretérmino es aquel que nace antes de tiempo, un mínimo de tres semanas antes de la fecha esperada de alumbramiento o, en otras palabras, antes de la semana 37ª de embarazo. Los bebés prematuros, especialmente los prematuros extremos, tienen un alto riesgo de sufrir problemas en el sistema nervioso, los más frecuentes son parálisis cerebral, retrasos en el neurodesarrollo y déficits de oído y vista.

Aunque hemos avanzado mucho en los cuidados para los niños pretérmino, una UCI neonatal, a pesar de los avances tecnológicos y el cuidado exquisito de los profesionales que allí trabajan, no consigue las condiciones óptimas y la regulación perfecta que se dan en el útero. Aun así hay un esfuerzo constante por acercar las condiciones artificiales de la UCI a las naturales del vientre materno, para aliviar el estrés del recién nacido. Una de las dudas es el ambiente acústico. A pesar del trabajo de los neonatólogos el bebé está rodeado de ruidos de las máquinas y personas que le mantienen con vida, mientras que dentro de la madre, oye sus latidos y sus ruidos corporales y también sonidos del ambiente en el que ella se mueve.
La música afecta positivamente al cerebro, es clave en nuestras vidas y va unida a sensaciones de placer y a emociones. Es un fenómeno universal, con música en todas las culturas y a todas las edades. Por eso algunos neonatólogos se han planteado si la música podría ser de ayuda en esas fases iniciales del desarrollo postnatal en niños nacidos antes de término. Estudios previos ya habían analizado  los efectos de la música en los bebés prematuros y han encontrado que genera un efecto estabilizador sobre los ritmos cardíaco y respiratorio, reduce el número de episodios de apnea y bradicardia por día, mejora el gasto energético basal, facilita una mejor alimentación, consigue mejorar la ganancia de peso y logra un patrón de sueño más maduro. A pesar de este panorama positivo los resultados son a menudo equívocos. Un problema para el estudio científico de los efectos de la música es la cantidad de variables a considerar incluyendo el tipo de música (instrumento, en vivo o grabación, estilo), la duración de la aplicación al bebé del tratamiento con música (normalmente unos pocos días, pero pueden ser horas o semanas y también por cuánto tiempo cada día), las edades de gestación en el momento del nacimiento y en el período de intervención y las variables analizadas para medir la eficacia de la música, ya sea una observación comportamental, ¿qué hace? ¿parece más tranquilo? ¿duerme mejor?  o medidas objetivas como la variabilidad en la frecuencia cardíaca o la ganancia de peso corporal.
Un estudio realizado por Lordier y colaboradores y publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America se ha centrado en el impacto de la música sobre el desarrollo cerebral de los bebés prematuros. Participaron en el estudio 24 niños a término y 39 prematuros reclutados, por supuesto con el beneplácito de los padres, en el Hospital Universitario de Ginebra. Los investigadores dividieron a los bebés prematuros en dos grupos: el primero, empezando a la edad gestacional de 33 semanas, escuchaba cinco veces a la semana ocho minutos de una grabación de música tranquila usando unos auriculares. La música había sido compuesta especialmente para el estudio y consistía de un fondo relajante, campanas, arpa y punji, un tipo de flauta. Los auriculares se le ponían al niño cuando estaba despertando o despierto, pero no mientras dormía, para no alterar el ritmo de sueño. La sesión se hacía solo mientras el niño estaba tumbado en la cuna y no en los brazos de los padres ni durante las intervenciones clínicas. El otro grupo simplemente estaba expuesto a los sonidos ambientales típicos a su alrededor y funcionaba como grupo control.
Las técnicas de neuroimagen no invasivas nos permiten ver los cambios en el desarrollo del cerebro prematuro. Una técnica prometedora es la resonancia magnética funcional en reposo (resting state) que permite la identificación de redes funcionales a gran escala, mostrando fluctuaciones en la señal BOLD (blood-oxygen level-dependent) una señal que va unida a la actividad cerebral. Estudios previos habían visto que la localización espacial de las redes es similar en niños prematuros y a término pero, sin embargo, los primeros mostraban conexiones menos complejas en distintos grupos de redes: interhemisféricas, entre diferentes redes y talamocorticales.
Los investigadores definieron un circuito de interés formado por 11 nodos, 11 regiones cerebrales, y 16 conexiones, 16 fascículos nerviosos que las conectan entre sí. Dentro de ese complejo circuito distinguieron tres módulos. El primero estaba formado por las redes frontal superior medial, auditiva y sensorimotora. El segundo módulo estaba formado por el tálamo, el precúneo y el giro temporal posterior derecho. El tercero estaba formado por la corteza orbitofrontal, la corteza del cíngulo posterior, la corteza posterior y el giro temporal posterior izquierdo. La red de saliencia, formada por la ínsula y la corteza del cíngulo anterior perigenual actúa como un enlace que conecta los tres módulos y se distingue como un punto de conexión en el esquema del circuito de interés.
En el estudio del grupo suizo los escáneres confirmaron que los niños prematuros presentaban una conectividad más débil, en particular en aquellas áreas implicadas en el procesamiento sensorial y en áreas que predicen la habilidad cognitiva, entre las que está la red de saliencia. Este circuito se cree que facilita la detección de estímulos internos o ambientales que sean relevantes y ayuda a coordinar las regiones cerebrales que se encargan de poner en marcha una respuesta adecuada, el comportamiento más apropiado para esa situación.
Cuando los investigadores compararon los dos grupos de bebés prematuros, aquellos a los que se había puesto música y a los que no, encontraron que las redes cognitivas y sensoriales de los niños que habían escuchado música presentaban una mayor conectividad que las mismas redes en niños prematuros que no habían oído música. La conexión era mucho mayor entre redes cerebrales que previamente se habían visto que mostraban una disminución en los niños prematuros: la red de la saliencia con las redes frontal, auditiva y sensoriomotora y la red de la saliencia con las redes del tálamo y el precúneo. No había diferencias en el módulo 3. Esta intervención, escuchar música, parecía estimular al cerebro del bebé prematuro para desarrollar unos patrones de conexiones y actividad que se parecían más a los que presenta un bebé sano que ha nacido a término.
Los efectos de la música no se restringen a las áreas implicadas en la audición sino que se extienden a otras que intervienen en la memoria, la atención y las emociones. Los recién nacidos responden a los sonidos musicales lo que sugiere que hay algo innato en nuestra relación con la música.
La continuación de este estudio debe ser probar otras intervenciones con sonidos tales como poner grabaciones al bebé del padre o la madre hablando o del padre o la madre cantando. Si poner música es una intervención que mejora las conexiones cerebrales del bebé prematuro, es una herramienta sencilla que se puede poner en marcha de forma inmediata en nuestras UCI neonatales.
Para leer más:
  • Lordier L, Meskaldji DE, Grouiller F, Pittet MP, Vollenweider A, Vasung L, Borradori-Tolsa C, Lazeyras F, Grandjean D, Van De Ville D, Hüppi PS (2019) Music in premature infants enhances high-level cognitive brain networks. Proc Natl Acad Sci U S A 116(24):12103-12108. doi: 10.1073/pnas.

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