El escorbuto es un trastorno nutricional causado por una carencia de ácido ascórbico, la vitamina C. Históricamente era común entre los marinos, pero hoy en día es poco frecuente. Los grupos de alto riesgo de escorbuto en el mundo moderno son las personas propensas a la malnutrición, con enfermedades psiquiátricas, trastornos alimentarios, acceso limitado a alimentos o estados de malabsorción.
A pesar de considerarse una enfermedad del pasado, cada vez hay más casos de escorbuto pediátrico en los países desarrollados, especialmente entre niños con trastorno del espectro autista, retrasos en el desarrollo o una dieta restrictiva. También se han visto casos asociados a trastornos de la conducta alimentaria, pobreza o sobrecarga de hierro debida a afecciones médicas, como la anemia falciforme.
El ácido ascórbico participa en el transporte de ácidos grasos, la síntesis de colágeno, la síntesis de neurotransmisores, el metabolismo de las prostaglandinas y la síntesis de óxido nítrico. El cuerpo humano no produce ácido ascórbico; por lo tanto, es un micronutriente esencial que debe incorporarse en la dieta.
Los pacientes pediátricos con escorbuto suelen presentar dolor en las extremidades inferiores o rechazo a caminar. También pueden presentar síntomas inespecíficos, como irritabilidad, pérdida de peso, debilidad, malestar y letargo. Las fases más avanzadas dan lugar a defectos del tejido conjuntivo, que pueden debilitar los capilares con la formación de hemorragias, daño óseo y retraso del crecimiento . Las manifestaciones cutáneas incluyen hiperqueratosis folicular y hemorragia perifolicular. Inicialmente, las petequias aparecen planas y escasas, pero se hacen confluentes, dando lugar a púrpura palpable.
Las manifestaciones en la boca incluyen inflamación, encías violáceas y friables, hemorragia espontánea tras traumatismos menores como puede ser cepillarse los dientes, pérdida eventual de dientes e infección bacteriana secundaria. Por lo tanto, la anamnesis dietética es importante para el seguimiento rutinario del crecimiento y el desarrollo del niño.
Da Silva y su grupo han presentado el caso de un niño brasileño de diez años. El paciente se encontraba en buen estado general al ingreso, consciente, pálido, eupneico y afebril. Presentaba encías tumefactas e inflamadas y lesiones púrpuras y palpables de distribución simétrica en las piernas sin edema. Los sistemas cardiovascular, respiratorio y gastrointestinal eran normales. Las pruebas de laboratorio revelaron valores normales de hemograma, coagulación, función renal, electrolitos, función hepática, bilirrubina, proteínas totales, albúmina, hierro, transferrina, ácido fólico, glucemia, hemoglobina glucosilada, vitamina D, vitamina B12, colesterol total y fracciones, triglicéridos y hormonas tiroideas. No se miraron los niveles de vitamina C.
Zessis y su grupo han presentado otro informe de caso sobre un muchacho norteamericano de 14 años que presentaba escorbuto en fase tardía. El muchacho tenía una zona de sonda de gastrostomía necrótica, indicativa de una mala cicatrización de la herida debida a la deficiencia de vitamina C. Los síntomas reveladores habituales del escorbuto estaban camuflados debido a su estado no ambulatorio, lo que puede haber contribuido a un retraso en la presentación. No obstante, una evaluación clínica exhaustiva, que incorporó los antecedentes dietéticos, los síntomas gingivales, las petequias y los signos radiológicos característicos, condujo finalmente al diagnóstico correcto.
Los dos casos tienen algunas enseñanzas en común. Lo primero es que primero se barajaron otras posibilidades diagnósticas. No esperamos encontrar escorbuto en el mundo actual. En el caso del niño brasileño sospecharon de una vasculitis de Inmunoglobulina A.; en el caso del niño norteamericano de una osteomielitis. En ambos casos eso llevó a realizar pruebas diagnósticas complejas.
En segundo lugar, la selectividad alimentaria era evidente. El niño brasileño solo comía arroz, alubias y galletas. Curiosamente, una dieta bastante parecida a los marinos del siglo XVIII que desarrollaban escorbuto. En el caso del niño norteamericano seguía también una dieta muy restringida, consistente principalmente en cereales preenvasados sin ingesta de fruta, verdura o suplementos vitamínicos.
En ambos casos, tras el inicio del tratamiento con vitamina C, los síntomas de los pacientes remitieron en pocos días. En el caso del niño brasileño, siete días después del alta hospitalaria y del uso regular de ácido ascórbico, mostró una mejor aceptación de la dieta, mejor estado de ánimo y ausencia de astenia, dolor en las extremidades inferiores y lesiones gingivales. También hubo una regresión significativa de las lesiones en las extremidades inferiores, lo que confirmó el diagnóstico de deficiencia de ácido ascórbico. El tejido necrótico que rodeaba a la sonda de gastrostomía se curó por completo en dos semanas.
Estos estudios subrayan la importancia de incluir el escorbuto en el diagnóstico diferencial de los pacientes pediátricos autistas con dolor en las extremidades inferiores y sin fiebre. Una historia dietética detallada centrada en la ingesta de vitamina C es crucial durante la evaluación clínica. El inicio precoz del tratamiento con vitamina C, cuando se sospecha escorbuto, puede evitar la realización de pruebas diagnósticas innecesarias y extensas para buscar otras posibles causas, ofreciendo un alivio bastante rápido al paciente.
Para leer más:
- Kinlin LM, Weinstein M (2023) Scurvy: old disease, new lessons. Paediatr Int Child Health 5: 1-12.
- da Silva NCXM, Caselli PFB, Marinho CP, Lopez LDG, Vasconcelos FM, Nauff MV, Gonçalves KC (2023) Scurvy and food selectivity in childhood: a case report. Einstein (Sao Paulo) 21: eRC0356.
- Zessis NR, Peters SW, Samet JD, Parzen-Johnson S, Russo LT, Samady W, Stephen R (2023) Unusual Presentation of Pediatric Scurvy: A Necrotic Gastrostomy Tube Site in a 14-Year-Old Boy. Am J Case Rep 24: e940770.
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