En comparación con la población general, las personas diagnosticadas de autismo tienen más probabilidades de presentar trastornos concurrentes del neurodesarrollo, como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), epilepsia, discapacidad intelectual (DI) y parálisis cerebral, así como deficiencias auditivas y visuales. También se ha observado una mayor prevalencia de problemas de salud física y mental en la población autista.
Los resultados indican que hay un grupo de autistas que experimenta una mortalidad prematura, lo que debería ser motivo de preocupación. Urge investigar las causas de esta situación.
El autismo es un trastorno de espectro en el que las personas afectadas necesitan distintos grados de apoyo. Normalmente, se diagnostica más autismo a los niños y jóvenes que a los mayores, lo que se debe a la mayor concienciación, más conocimiento y mayor cantidad de servicios de diagnóstico disponibles en los últimos años. No obstante, diversos estudios han puesto de manifiesto que el autismo prevalece en todos los grupos de edad en tasas similares; por lo tanto, muchos adultos siguen sin ser diagnosticados. Un informe reciente indicaba que aproximadamente nueve de cada diez autistas mayores de 50 años en Inglaterra siguen sin ser diagnosticados. Los adultos que reciben un diagnóstico de autismo suelen ser de mediana edad o mayores y con necesidades de apoyo. Por término medio, la necesidad de apoyo que requieren los autistas diagnosticados es mayor que la de los no diagnosticados.
Estudios anteriores han demostrado que las personas diagnosticadas de autismo tienen más probabilidades de morir prematuramente. Sin embargo, esta observación se ha basado en la media de fallecimientos de una pequeña proporción de muestras de autistas y de grupos de control. La Oficina de Estadísticas Nacionales del Reino Unido (ONS) ha adoptado una metodología mejor conocida como el método de la tabla de vida para estimar la esperanza de vida de las personas autistas en comparación con la población no autista. Esta metodología consiste en estimar la tasa de mortalidad de cada año basándose en el número de fallecimientos de cada grupo de edad. Las tasas específicas por edad se utilizan para calcular la esperanza de vida.
El estudio del grupo de O'Nions utilizó los registros sanitarios electrónicos de atención primaria del Reino Unido de IQVIA Medical Research Data (IMRD). IMRD genera datos procedentes de 794 consultas de atención primaria del Reino Unido que atienden a más de 18 millones de personas, lo que se considera una representación real de la población británica. Normalmente, los diagnósticos realizados en atención secundaria, incluido el autismo, se comunican a través de un médico de atención primaria.
En el estudio se separaron dos cohortes, que incluían autistas con discapacidad intelectual y autistas sin discapacidad intelectual. También se utilizó un grupo control sin autismo que fueron emparejados con los autistas según la edad y el sexo. Se seleccionaron 17.130 participantes diagnosticados de autismo sin DI y se emparejaron con 171.300 participantes control. Asimismo, se incluyeron en el estudio 6.450 participantes diagnosticados de autismo y DI, que se emparejaron con 64.500 participantes que no presentaban ninguna de las dos condiciones.
A diferencia de estudios anteriores que indicaban alrededor de dieciséis años menos de tiempo de supervivencia debido al autismo, el estudio actual estimó que la diferencia de años de vida perdidos debido al autismo sin DI eran de aproximadamente seis años. Sin embargo, los años de vida perdidos aproximados en mujeres y hombres diagnosticados de autismo y de DI fueron de La reducción aparente de la esperanza de vida de las personas diagnosticadas de autismo y discapacidad intelectual fue de 7,28 años (IC 95%: 3,78-10,27) para los hombres y de 14,59 años (IC 95%: 9,45-19,02 años) para las mujeres. Las diferencias son debidas a distintos factores pero dos importantes son las dificultades para comunicar problemas de salud en las personas con autismo grave y conseguir la asistencia necesaria y las mayores tasas de suicidio en personas con autismo leve.
Los resultados del estudio ponen de relieve que en la base de datos faltan registros de diagnóstico de autismo. En otras palabras, los adultos autistas que requieren menos apoyo y trabajan y están más o menos integrados en la comunidad suelen quedar sin diagnosticar. Según el apoyo requerido, los problemas de neurodesarrollo concurrentes y las condiciones de salud física y mental, los que tienen mejor contacto con los servicios de apoyo al autismo tienen más probabilidades de recibir un diagnóstico adecuado, de recibir la ayuda necesaria y de acercarse a la esperanza de vida de la población general.
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