MareaVerde |
- Madrid planifica el próximo curso escolar como si la epidemia no existiera: prevé cerrar clases y aumentar las ratios (Sofía Pérez Mendoza para eldiario.es)
- Comunicado de ATESCAM (Asociación de Técnicos Especialistas de la Comunidad de Madrid) ante la desescalada (8-5-2020)
- ¿Y si las consejerías de Educación trabajan los próximos cuatro meses sobre las certezas que existen? (José Luis Pazos para El Diario de la Educación)
- Profesionales de educación infantil critican la vuelta a las aulas del 0-6 (Pablo Gutiérrez de Álamo para El Diario de la Educación)
- ¿Clases de 15 alumnos? El sistema educativo afronta sin suficientes docentes el reto de desdoblarse en la vuelta al cole de septiembre (Daniel Sánchez Caballero para eldiario.es)
- Carta a la Consejería (6-5-2020. Sindicato Enseñanza de Madrid CGT)
- Educación, equidad y pandemia (José Saturnino Martínez García para eldiario.es)
- La destrucción de empleo se ceba con el sector educativo (5-5-2020. Federación de Enseñanza CCOO-Madrid)
- CCOO insta al Ministerio de Educación a abrir una negociación para abordar el final de curso y la vuelta en septiembre (Federación de Enseñanza de CCOO de Madrid. 5-5-2020)
Posted: 22 May 2020 02:05 AM PDT
Artículo de Sofía Pérez Mendoza para eldiario.es
21/05/2020
La Comunidad de Madrid organiza el curso que viene en los colegios al margen de la epidemia. El inicio del periodo de admisión, que arrancó este martes, ha revelado que la Consejería de Educación elevará al máximo las ratios en algunos centros suprimiendo las aulas menos numerosas, como ha hecho otros años, pese a que la vuelta a la actividad lectiva va a exigir todo lo contrario: una reducción de alumnos para garantizar la distancia física y evitar contagios. La planificación, sin embargo, no ha cambiado. El Ministerio de Educación no ha dado directrices sobre ratios a las comunidades por escrito pero la responsable, Isabel Celáa, ha avanzado que la nueva normalidad obligará a reducir a la mitad la capacidad de las aulas. El ejemplo más próximo es Francia, que abrió los colegios con 15 alumnos por clase. Las decisiones sobre el regreso de los menores de 6 años antes del verano quedan en manos de las comunidades autónomas. Madrid es una de las regiones que rechazado el plan de desescalada propuesto por el Gobierno. Pero, de momento, no tiene uno propio. Comisiones Obreras ha contabilizado 110 aulas suprimidas en un primer análisis de la oferta educativa para el curso que viene, aunque no descarta que sean más, y alerta de que puedan producirse recortes "al calor de la crisis sanitaria". La Consejería de Educación, a preguntas de eldiario.es, no aporta el número de unidades eliminadas y enmarca estas supresiones dentro de las "variaciones en el número de grupos, al alza o a la baja" que experimentan los centros "en función de las necesidades y previsiones de escolarización". El año pasado se ofertaron un total de 150.000 plazas y este, 175.000, 25.000 más, con lo que el "saldo es positivo", añaden estas fuentes. Educación explica que el proceso de admisión y las vacantes se han realizado "en condiciones de normalidad". "Es lo razonable al tiempo que se estudian y analizan opciones para organizar el funcionamiento de los centros de cara al próximo curso", defienden fuentes de la cartera que dirige Enrique Ossorio. Uno de los centros afectados es el CEIP Menéndez Pelayo, en el distrito de Arganzuela. Tenía cuatro clases de Primero de Infantil (tres años) y el curso que viene solo habrá tres, según una circular enviada por el centro a las familias, adelantada por Europa Press y a la que ha accedido eldiario.es. Son 74 niños en total. Lo mismo sucederá con las clases Segundo de Infantil, que también pierden un aula, confirma Comisiones Obreras. "La Consejería lo suele hacer. Ya lo intentaron hace tres años, protestamos y mantuvieron la clase. Donde ven que pueden quitar una, si hay 16 o 17 niños, lo hacen. Es una lucha que tenemos la escuela pública en Madrid pero en estas circunstancias todavía más", señala Gabriela Díaz, secretaria de la Asociación de Madres y Padres del CEIP Menéndez Pelayo. La Lomce marca un tope de 25 alumnos por aula, aunque ampliable excepcionalmente hasta los 28, una cláusula a la que la Consejería se ha acogido en los últimos años para apurar hasta el máximo permitido. La redistribución del alumnado en el Menéndez Pelayo deja todas aulas de cuatro años al filo del tope ya en junio, sin contar con los eventuales alumnos que pueden aparecer durante el curso. Este centro es el único del distrito que admite niños y niñas una vez iniciado el periodo lectivo, cuenta Díaz. Comisiones Obreras considera que la Comunidad de Madrid "ha iniciado el proceso con la misma hoja de ruta de recortes prevista" y pide "más unidades, más espacio y la nueva construcción de centros" para el tiempo que viene. "Lo que no parece razonable es que no se haya pensado en nada en 10 semanas. Si tenemos que desdoblar clases vamos a necesitar unidades. Nos ha dejado sorprendidos que no han modificado ni una coma su plan", subraya Isabel Galvín, secretaria de la Federación de Educación de CCOO Madrid, que recuerda que la "gran maltratada durante la crisis anterior fue la escuela pública". El sindicato presentará reclamaciones "caso a caso", según una nota distribuida este miércoles. La Comunidad de Madrid defiende que planificar ya una reducción de las ratios significaría "no poder ofertar vacantes en ningún centro" y "expulsar de su centro a decenas de miles de alumnos ya escolarizados, ya que los centros carecen de capacidad y espacios para duplicar el número de grupos en funcionamiento o la edad de los alumnos no permite la realización de turnos". "No tiene fundamento ni amparo legal alguno", argumentan fuentes de Educación. Los sindicatos se reunirán con el consejero el próximo viernes para abordar precisamente un plan de desescalada para los centros educativos. UGT ha hecho llegar al Gobierno regional un protocolo con propuestas que limita las ratios en Infantil a 13, frente al máximo de 25. "Les pedimos un borrador sobre el que hacer aportaciones la semana pasada, pero nos dijeron que no tenían, así que optamos por enviarles el trabajo que habíamos hecho", cuenta Teresa Jusdado, cuyo sindicato ha recabado "varias decenas de aulas suprimidas". Ambas organizaciones están sondeando todos los centros para tener una fotografía global de toda la región. Los colegios e institutos de Madrid están abiertos desde el lunes para actividades administrativas. Lo permite la fase cero atenuada, avalada por el Ministerio de Sanidad. La Consejería permite desde el martes solicitar plaza de forma telemática, a través del programa Raíces, aunque las familias sin acceso a estos medios también pueden hacerlo por teléfono hasta el día 5 de junio. El periodo de admisión plantea quejas entre las familias cada año en la Comunidad de Madrid por el sistema de libertad de elección, que permite elegir cualquier centro al margen del lugar de residencia. En la práctica, sin embargo, los progenitores apuestan no siempre por sus centros favoritos sino por aquellos en los que tienen más posibilidades de ser admitidos, ya sea por el número de plazas o por otros criterios como la proximidad. "Las familias lo viven como un sálvase quien pueda, con mucho estrés", resume Galvín, que añade otro factor de "preocupación" en este extraño periodo. "Tememos que los centros se vean forzados a atender presencialmente por miedo a perder la demanda en este sistema competitivo". Respecto al material de protección, la Consejería ha adquirido lotes de mascarillas para todos los centros (entre una y cuatro cajas de 50 para cada uno) pero, más allá de estos primeros paquetes, después serán los colegios e institutos los que deban gestionarlo a cargo de sus gastos de funcionamiento, según CCOO. La Asociación de Directores de Institutos de Educación Secundaria ha mostrado su "preocupación" de cara a junio o septiembre, cuando haya alumnos, "porque puede ser un gasto importante".
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Posted: 22 May 2020 02:31 AM PDT
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Posted: 22 May 2020 04:24 AM PDT
Artículo de José Luis Pazos para eldiariodelaeducacion.com
06/05/2020
Pues bien, me parece que no toca seguir jugando a adivinar el futuro, ni a que las comunidades autónomas tomen decisiones arriesgadas con la esperanza de ser las primeras y cruzar los dedos para tener suerte y acertar. Por eso, mi intención es hacer propuestas sólo sobre las certezas que tenemos a día de hoy y centrarme en aquellas cuestiones sobre las que las consejerías de Educación son competentes para actuar. 1. No se podrá volver a las aulas hasta septiembre. Es más, no se debe volver. La estrategia que se ha dado a conocer así lo indica y, a mi juicio, es correcto. Eso no quita para que territorios donde lleven más de dos semanas sin un contagio, cuando estén en la fase donde se ha previsto que sea posible, puedan ir abriéndolos en los casos excepcionales indicados, pero la inmensa mayoría de los territorios no están en esa situación y algunos se encuentran muy lejos de ella. Para volver a abrir los centros educativos para toda la población escolar, se deberían tomar estrictas medidas para garantizar que no se convertirán en focos de contagio. Y para ello, si hacemos caso de las medidas establecidas que son comunes para la mayoría de escenarios, entre otras cosas se necesitaría una separación de, al menos, dos metros entre cada alumno o alumna y con sus docentes. Es decir, que las ratios deberían bajarse desde el primer momento, al menos, al 50%. Alguna presidencia de comunidad autónoma dijo que lo haría y, cuando alguien le debió explicar que es imposible, lo dejó de repetir. Y, ¿por qué es imposible? Porque eso nos obligaría a satisfacer previamente dos necesidades que no podrán ser cubiertas. La primera, la contratación de un número de docentes que haría casi duplicar las plantillas actuales. Si las ratios bajaran a la mitad, debería hacerse; no hay otra forma. Y estoy dispuesto incluso a creer que tendrían la voluntad de hacerlo los titulares de la consejerías con competencias en Educación -aunque los recortes continuados en muchas comunidades autónomas no permitan ni imaginarlo-, pero como el dinero no es ilimitado, estoy seguro de que los responsables de las haciendas autonómicas no podrían permitirlo. Por supuesto que es necesario aumentar las plantillas y realizar todos los desdobles posibles, pero duplicarlas de un año para otro no es posible. Incluso, haciendo un gran esfuerzo imaginativo, estoy dispuesto a pensar que en este contexto tan excepcional aprobarían presupuestos extraordinarios que lo permitieran. Sin embargo, sólo la dotación económica no lo haría viable porque faltaría solucionar la segunda cuestión: ¿cómo podríamos tener de repente el doble de aulas sin reducir a la mitad los espacios de las existentes? No hay duda, no podemos. Es imposible que alguien piense en construir en cuatro meses tantas aulas como ahora tenemos. Y tampoco sería una solución establecer dos turnos en los centros, porque además de impedir en ellos otras actividades no lectivas que serán necesarias, no serviría para que conciliaran todas las familias con el mundo laboral -verdadera preocupación de quienes quieren empezar las clases con todo el alumnado cuanto antes- y, además, la medida sería cuestionada por quienes sostienen -no entro en este debate ahora-, que las tardes no son buenas para enseñar. Así que, volver todo el alumnado ahora a las aulas y, a la vez, mantener las medidas de distanciamiento físico, es sencillamente imposible. Y hacerlo sin guardar esas distancias sería un suicidio colectivo. Propuesta: dejen de imaginar que es posible volver a los centros antes de septiembre y sométanse a la realidad. 2. Una parte del alumnado y de los docentes ha sufrido la pérdida de algún familiar o amistad, y de alguna puede que se enteren el día que vuelvan a las aulas. Lo primero que habrá de hacerse cuando se vuelva a las aulas no será aplicar aquello de «como decíamos ayer» y continuar con las clases como si no hubiera pasado algo demoledor. La actividad curricular será posible acometerla sólo cuando antes se haya gestionado bien el estado emocional del grupo y, en donde sea preciso, se haya gestionado correctamente el duelo de algún integrante o de todo el colectivo. No sólo habrá que dar salida a la necesidad de contar lo sufrido en el territorio familiar o de amistad, sino que habrá alumnado y docentes que no volverán a las aulas más, y eso se conocerá el día que se regrese a ellas. El impacto emocional en las personas y en los grupos afectados habrá que gestionarlo sobre la marcha y no será fácil ni rápido. Y si tratara de obviarse, como se ha hecho en demasiadas ocasiones durante la anterior «normalidad», la gestión del grupo podría dificultarse hasta límites insospechados. Propuesta: contraten los recursos humanos especializados necesarios para atender esta necesidad y hagan que estén en los centros desde el mismo instante en el que se empiecen a incorporar alumnado y docentes, y pongan estrategias en marcha para aplicarlas y perfeccionarlas antes de que en septiembre llegue todo el alumnado. 3. Garantizar que los centros educativos no se conviertan en focos de contagio exigirá que estos tengan los recursos humanos necesarios para evitarlo. En septiembre el coronavirus no habrá desaparecido. Es más, parece que podemos tener un nuevo brote hacia octubre. Y habrá que tener un control sanitario muy constante de la población escolar para frenar en seco cualquier punto de nuevo contagio en los centros educativos, hasta que, al menos, tengamos una vacuna efectiva o medicamentos que eliminen el coronavirus de cualquier cuerpo infectado. Ante la imposibilidad de mantener medidas de distanciamiento físico, se deberán tomar otras. No parece muy eficaz, ni viable, que el alumnado lleve guantes y mascarillas diariamente y durante tantas horas como permanezcan en los centros, por lo que la apuesta parece más sensata hacerla por medidas de control de temperatura corporal y de observancia de síntomas. Y antes de que alguna mente privilegiada piense en encargar todo ello a los docentes, dejaré claro que, en mi opinión, no debe ni pensarse. Seguro que todo el mundo estará pendiente de los síntomas que otros puedan experimentar, pero el control de la temperatura y la observancia profesional de estos síntomas deberá hacerse por personal cualificado para ello. En algunos centros habrá, pero serán muy pocos. No debe obviarse que, si se detectan rápidamente menores contagiados, desde los centros se podrá informar con celeridad para que las autoridades sanitarias actúen y acoten con prontitud cualquier nuevo escenario escolar y familiar de presencia del coronavirus, contribuyendo con ello al control y extinción de la pandemia. Propuesta: contraten personal de enfermería para que haya, como mínimo, una persona con dicha función en cada centro educativo desde el mismo momento en el que algún alumnado vuelva a las aulas, y establezcan una coordinación efectiva con personal médico y epidemiológico. 4. La comunidad educativa tendrá que reforzar las medidas de higiene, por lo que los centros educativos deberán contar con los medios adecuados. Con carácter global, la desinfección de los centros educativos deberá realizarse con alta frecuencia, por lo que deberán contar con los medios suficientes. Es lógico pensar que habrá lugares de los centros que podrán esperar a tener sólo una desinfección diaria o en periodos superiores, pero otras zonas, como aseos, seguramente no. El personal de limpieza del centro, siempre que esté formado para ello, lo podrá realizar, pero debe tenerse en cuenta que, salvo raras excepciones, sólo está presente fuera del horario lectivo. Garantizar la desinfección de los centros no sólo requerirá más tiempo diario de trabajo del personal sino presencia durante dichos tiempos lectivos. Además, no debería pensarse que los docentes podrán controlar perfectamente lo que suceda en los aseos del centro educativo, por lo que debería reforzarse el personal de limpieza también para que puedan realizar dicha supervisión. Por otra parte, la limpieza personal, tanto de alumnado como de docentes y resto de personal de los centros, exigirá dotar a todos los aseos de los materiales necesarios. Ya no se podrá convivir más tiempo con estos espacios sin, por ejemplo, geles y secadores eléctricos o papel para la limpieza de manos, y papel higiénico y cobertores para las tazas. Nunca fue aceptable, pero ahora ya es inexcusable. Propuesta: incrementen la contratación del personal que presta servicios de limpieza, priorizando a quienes estén formados en tareas de desinfección de zonas y formando a quienes no lo estén, y doten a los centros de suficientes materiales para limpieza y aseo personal. 5. Tenemos cuatro meses para poner los centros educativos al día. Cada año nos encontramos con un par de meses mal contados para que se hagan las reparaciones y ampliaciones en los centros educativos, pero esta situación excepcional nos facilita un periodo mayor, si se quiere aprovechar. Y debería hacerse. Todas las comunidades autónomas tendrán obras de mayor o menor envergadura pendientes, y los ayuntamientos actuaciones de mantenimiento. Además, se podrían realizar otras que son importantes pero que no estaban previstas para este verano y que, por similar vía de urgencia que ha permitido la contratación de múltiples cuestiones ligadas con efectos directos o indirectos de la pandemia, se pueden aprobar rápidamente. Propuesta: pongan rápidamente en marcha obras que no deberían seguir esperando y adelanten otras, ayudando además con ello a revitalizar la construcción y sus servicios auxiliares, algo que preocupa a muchos responsables autonómicos y a una buena parte de la sociedad. 6. Las TIC ya no pueden ser el futuro a implementar en la educación, sino el presente como herramientas en nuestras aulas. Si algo ha demostrado este periodo de educación a distancia es que nos ha pillado con el pie no sólo cambiado sino fuera del presente. Con relación al alumnado, una buena parte no puede seguir dichas enseñanzas. Ni tenían dispositivos que lo hicieran posible, ni se les han facilitado a la inmensa mayoría de los que carecían de ellos. Ni tenían destreza en su uso para aprender sólo con ellos, ni ha dado tiempo a enseñarles incluso a quienes tenían los dispositivos. Y de cara al próximo curso, al menos de momento, las actuaciones de la mayoría de las consejerías con competencias en Educación se centran de nuevo en mantener los programas de préstamo de libros de texto en papel. Sin que ahora sea prioritario eliminarlos, por varias razones, no son suficientes estos programas y deberían convivir con planes específicos para dotar de herramientas tecnológicas a todo el alumnado. Por otra parte, se ha dado por supuesto que todo el profesorado está trabajando sin problemas a distancia -teletrabajando como se dice ahora- y eso no es cierto. Cuando tenemos elecciones a cualquiera de los parlamentos estatales o autonómicos, elegimos unos representantes cuyo trabajo se considera tan esencial que se les facilitan nuevos teléfonos móviles y tablet con conexiones a internet. A nuestras y nuestros docentes, que desde luego no son menos esenciales, para su trabajo en sus casas -que por la legislación actual es un mínimo obligado de siete horas y media a la semana-, en el mejor de los casos, se les da las gracias por poner sus propios equipos. Obviamente, estos dispositivos y las aplicaciones que tienen instaladas dependen del nivel de inversión que cada docente puede y quiere permitirse, así como su interés y capacidad para realizar una inmersión real en unas herramientas de enseñanza a las que las consejerías de educación no suelen prestar la debida atención. A día de hoy, hay plataformas educativas autonómicas que siguen sin funcionar correctamente -después de lustros de gastar mucho dinero en ellas- y otras alternativas, privadas y sobre las que no se ha hecho un debate suficiente sobre lo que suponen, tampoco llegan a todo el profesorado por diferentes razones. Hablar de utilizar programas de uso libre muchas administraciones lo dejan para el siglo XXII, si acaso. A esto hay que añadir que el profesorado necesita un tiempo que no tiene para ponerse al día con cada cambio que se hace en las plataformas o con las nuevas herramientas que se ponen a su disposición. Su nivel de entrega está siendo máximo de forma mayoritaria, pero el apoyo que recibe es escaso y suele llegar tarde, porque se sigue actuando como si estuviéramos en la sociedad del siglo XX, aquella en las que las TIC eran unas recién llegadas. No es casual. La actuación deliberada por la que se hace agrandar diariamente la brecha digital muestra ahora una realidad tremendamente cruel. Si no fuera por el esfuerzo impagable del profesorado, que dedica horas y horas de confinamiento a aprender sobre la marcha, la actividad lectiva se habría paralizado casi en su totalidad. Es más, un debate que se ha rehuido es si debería haber sido así por el bien del alumnado, sus familias y sus docentes. Y hablo de la actividad lectiva curricular, no de seguir con el contacto entre el alumnado y sus docentes, algo que considero emocionalmente imprescindible que se mantenga en la medida de lo posible. Lo anterior supone que cada docente está trabajando de forma desigual a sus compañeras y compañeros de profesión, llegando más o menos lejos en su tarea docente a distancia -y presencial- en función de múltiples factores que escapan, muchas veces, a su propio control. Y no es lo mismo tener nuevos materiales elaborados por el docente orientados a potenciar las competencias del alumnado, que este último sólo tenga acceso a clases magistrales grabadas que reproducen lo que hubiera pasado en las aulas en un entorno presencial. Sin entrar en qué es mejor en cada caso, los resultados de una y otra no serán los mismos y, quizás, se usen de forma errónea en muchos casos. Eso sí, seguro que con la mejor de las voluntades. Pero la voluntad, siendo imprescindible, por sí sola no basta. Y no solo de cara a cambiar la realidad de la educación actual sino porque es posible que en octubre tengamos un rebrote de la epidemia y quizás deban cerrarse los centros de nuevo algún tiempo, no podemos volver a pasar por un momento como el actual sin que los responsables políticos hayan aprendido algo sobre este tema y actuado en consecuencia. Propuesta: doten de equipos informáticos y conectividad a alumnado y docentes, con aplicaciones comunes que permitan una interacción sin complicaciones añadidas por estar trabajando con medios desiguales y deficitarios, o por carecer de ellos. Seguro que podremos llamar la atención sobre otras cuestiones más adelante, pero sobre estas me parece imprescindible que se actúe en este momento. Espero que las tengan en su mente las personas que están al frente de las comunidades autónomas y, especialmente, de las consejerías con competencias en Educación. De lo contrario, les pido a estas personas que mediten seriamente sobre ellas y las pongan en marcha. Sin todo lo anterior resuelto, no deberían abrir los centros educativos. |
Posted: 22 May 2020 05:45 AM PDT
Artículo de Pablo Gutiérrez de Álamo para eldiariodelaeducacion.com
No termino de imaginar cómo se hará». Con estas palabras describe Alfredo Hoyuelos, coordinador de Talleres de Expresión de las Escuelas Infantiles Municipales de Pamplona (una, si no la más, potente red de escuelas infantiles del país) y profesor Asociado del Departamento de Psicología y Pedagogía, la posible vuelta a la actividad en las aulas de 0.-3 y 3-6. «Sorpresa y profunda preocupación» es lo que tienen los colectivos de educación infantil de la Comunidad de Madrid ante el anuncio del Gobierno en relación a la vuelta a las aulas en las próximas semanas. Ameigi, la Junta de Portavoces de las escuelas infantiles y la Plataforma en Defensa de la Educación Infantil 0-6 de Madrid lanzaron hace unos días un comunicado en el que, entre otras cosas, ponían de relieve la falta de criterios claros para esta decisión. La Plataforma Estatal de Educación Infantil 0-6 (en la que se encuentran representados diferentes territorios: Valencia, Madrid, Navarra, Cantabria, Asturias, Extremadura, Castilla la Mancha, Granada y Illes Balears) ha hecho llegar un escrito con sus razones para que no se lleve a cabo dicha medida a los ministerios de Trabajo, de Igualdad, de Sanidad, a la Vicepresidencia Social y agenda 2030, de Educación y al Secretario de Estado de Educación. La ministra de Educación y FP, Isabel Celaá, aseguraba en una entrevista a este periódico, que «en esa fase 2 se abrirán las escuelas infantiles, 0-3 y 3-6, con el fin de ayudar a los padres y madres en la conciliación de la vida laboral y familiar». El objetivo es que puedan usar este servicio las familias que o bien no puedan teletrabajar o que no tengan flexibilidad horaria para conciliar. Es precisamente este dato, el de la conciliación de la vida familiar y laboral el que, en buena medida, censuran quienes se dedican a la educación infantil. Tanto Hoyuelos como las plataformas madrileña y estatal critican el hecho de que las cuestiones relacionadas con el trabajo sean las que determinen qué pasa con la infancia, dejando a un lado los derechos de niñas y niños. Hoyuelos explica a este periódico que, tras casi dos meses de estar en sus casas, las criaturas necesitarían un periodo de adaptación similar al que se produce en septiembre, tras las vacaciones de verano. Construir la confianza y los vínculos con las criaturas de 0-3, con las que trabaja en Navarra, puede llevar varias semanas. Y esta relación se construye «cuerpo a cuerpo», afirma. El experto en el trabajo y la vida de Loris Malaguzzi destaca la importancia del contacto físico en estos periodos (aunque no solo) en los que niñas y niños entran en las escuelas infantiles. Y cómo, principalmente en el 0-3, las profesionales están expuestas constantemente a la saliba, los mocos o las lágrimas de las criaturas. Describe momentos complicados en ese reencuentro tras las vacaciones en los que niñas y niños tienen crisis por la separación de sus familias y cómo la cercanía de las profesionales, así como de las madres y padres, juegan un papel importante en la adaptación. «Tenemos que acogerles», dice. Y este acogimiento, destaca, se hace «cuerpo a cuerpo», incluso «rostro a rostro». «No me imagino con máscara», sentencia. Los colectivos madrileños se preguntan en su comunicado si niñas y niños, a partir de los 6 años ya pueden quedarse solos en casa, si tienen la madurez suficiente para hacerlo. El alumnado de primaria es, junto a los primeros cursos de la ESO, quien no tendrá opción para volver a las aulas antes del mes de septiembre. Tanto unos como otros destacan de esta propuesta del Gobierno, el hecho de que se utilice a las escuelas infantiles como un elemento imprescindible para la vuelta al trabajo de madres y padres. De nuevo, primero están las necesidades de la economía, del mundo adulto, frente a los derechos de la infancia. En este sentido Hoyuelos propone que las administraciones den ayudas económicas a las familias o de flexibilización de horarios y de fomento del teletrabajo. «Usar las escuelas como elemento fundamental (frente a la crisis económica, de trabajo o de seguridad) lo veo contrario a las medidas de seguridad» relacionadas con la distancia social. En este sentido, el escrito de la Plataforma Estatal también destaca algunos de los elementos por los que la vuelta a las aulas de 0-6 de parte del alumnado contravendría las medidas de seguridad. Y para ello, explica a los diferentes ministerios del Gobierno que las criaturas aprenden a base de «observación, manipulación y exploración de objetos y espacios»; algo que hacen en «continuo movimiento, en interacción con los demás». Se pregunta la Plataforma si se ha tenido en cuenta el impacto negativo emocional que puede suponer que las y los maestros de estas edades atiendan a las criaturas con guantes y mascarillas teniendo en cuenta que la relación que se establece entre ambos es «emocional y afectiva» y se basa «en los gestos que la estructuran: abrazo, contacto físico, lenguaje corporal y expresión facial». Las y los profesionales El otro punto de crítica, no menos importante, es la situación en la que se encuentran las y los profesionales de la educación infantil, que en muchos territorios del Estado, dadas sus condiciones laborales, han sufrido ERTE y, como aseguran Ameigi, la Junta de Portavoces y la Plataforma, han visto ninguneada su labor «de educadores y educadoras al ignorar, en la mayoría de territorios, el trabajo online de acompañamiento, sostén y orientación a familias y criaturas, al negar durante el confinamiento esta opción para mantener vínculos necesarios con las familias». Algo que también señalan desde la Plataforma Estatal que añade a esto que sus profesionales «tienen derecho a salvaguardar su seguridad personal». Aseguran no entender por qué otros docentes pueden seguir teletrabajando «y a este colectivo se le exija la presencia». «Será, sin duda, -continúa el comunicado- un foco de infección y de propagación a las infancias que además por ende pondrán en riesgo a sus familiares al regresar a sus hogares». Hoyuelos también se pregunta, en esa relación tan estrecha entre educadoras y criaturas y, principalmente, en las dificultades para retomar los vínculos que pueden tener algunas de las últimas, qué pasará si las profesionales que han de volver al trabajo no son las de referencia del alumnado. Pueden darse casos de baja laboral, o personas que en este momento sean grupo de riesgo y no deban volver a las aulas. La posibilidad de contagios entre educadoras, criaturas y familias está muy presentes. Se añade a estas cuestiones, como señalan los colectivos, que en muchos sitios, como en Madrid, se han suspendido contratos públicos para la gestión de los centros de infantil, desde el primer día. ¿Cómo harán las empresas? ¿Tendrán que volver a contratar a quienes hace dos meses han despedido o sometido a un ERTE sin siquiera saber cuántas niñas y niños acudirán a los centros? Hoyuelos resume la situación en la disyuntiva entre los derechos de la infancia y los derechos del mundo adulto. ¿Cuáles están por encima? «Pedimos -dice la Plataforma Estatal- al Gobierno de la Nación que recapacite sobre esta decisión y retire la propuesta de abrir los centros para los niños y niñas menores de 6 años». |
Posted: 22 May 2020 05:37 AM PDT
Artículo de Daniel Sánchez Caballero para eldiario.es
Los grupos de chats de profesores se llenan estos días de preguntas que se quedan ahí, esperando una respuesta que no llegará. "¿Grupos a la mitad? ¿Clases de 15? ¿Quién va a dar esas horas? ¿Qué alumnos vendrán a clase? ¿Cómo voy a compaginar trabajo y teletrabajo si solo la enseñanza a distancia me tiene desbordada?" Como viene sucediendo durante toda la crisis del coronavirus, cada anuncio que hace el Gobierno sobre el curso escolar plantea más dudas de las que resuelve, sumiendo a los profesores y familias en especulaciones de todo tipo. El último ejemplo ha sido la decisión del Ministerio de Educación de que en septiembre, si no hay vacuna contra la COVID-19 (que no la habrá con toda probabilidad), la actividad docente presencial volverá con grupos desdoblados y máximo 15 alumnos por aula, según anunció la ministra Isabel Celaá en una entrevista con 20 minutos.
El problema que se encuentran los docentes es que hasta ahí llega la información. El Ministerio tampoco aporta más. "Si las medidas de distanciamiento continúan, es evidente que hay que tener un plan previsto para organizar la actividad educativa", explica una portavoz. "El Ministerio está trabajando con las comunidades autónomas para organizar el comienzo del nuevo curso", cierra.
A este respecto, desde la federación estatal de asociaciones de directores de instituto Fedadi advierten: "En septiembre no va a haber estado de alarma, por lo que todo quedará en manos de las comunidades [que tienen la competencia en Educación]. Si no piensan en desarrollar una normativa estatal podría pasar que cada región hiciera una cosa o que incluso alguna decidiera que no necesita llevar a cabo estas medidas". "Hay que tener resuelto antes cómo se lleva a cabo" "Cuando sueltas una idea, hay que tener resuelto antes cómo la vas a llevar a cabo", valora Raimundo de los Reyes, presidente de Fedadi. "Hay que comprobar que tenemos los recursos, los medios y las condiciones para llevarla a la práctica. Y ahí es donde yo tengo mis dudas. De que se tengan estos medios y de que se puedan proveer", añade. La palabra más repetida estos días para analizar la propuesta del ministerio es "improvisación". La usan los profesores y las familias. La emplean los sindicatos docentes, que lamentan que las administraciones estén diseñando un plan que les afecta, y mucho, sin consultarles. La falta de profesorado, de recursos tecnológicos en los centros para mantener la enseñanza a distancia (tendrán que asumir a la vez lo que los docentes y alumnos hacen ahora en sus casas), la no adecuación de los espacios físicos, la conciliación de las familias cuando a sus hijos les toque quedarse en casa, o el uso de los espacios comunes en los colegios (¿qué va a pasar con los comedores?) se señalan como los principales problemas a abordar con el plan del Gobierno. Y un elemento del que se habla poco, pero al que los profesionales dan mucha importancia: la brecha social. "Lo que más claro ha quedado es la importancia de la escuela presencial", reflexiona Jurjo Torres, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de A Coruña. "Pensábamos que vivíamos en una sociedad con igualdad de oportunidades, pero ahora se visibilizó que en realidad es muy desigual". Antonio Bolívar, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada, coincide con Torres. "La casa no puede ser la escuela", rechaza, y habla de "brecha social" en vez de brecha digital, de madres, casi siempre madres, que tienen que ayudar a sus hijos "si pueden y saben". "La clase online no es regalarte un ordenador", dice Torres. "Se puede llevar cuando está la familia, hay un ordenador, una conexión a internet decente, incluso comida en la mesa...", opina Bolivar.
Desdobles en el espacio o en el tiempo
Y luego están los problemas de los centros. Al director De los Reyes, como a cualquiera que se lo plantee, no le salen las cuentas. A falta de información, repasamos con él las opciones que existen para desdoblar clases. Spoiler: en todos los escenarios van a hacer faltar muchas horas de profesorado. El desdoble de una clase puede hacerse básicamente de dos maneras: en el espacio o en el tiempo. La primera modalidad consiste en coger a la mitad del grupo y meterlos en otra aula al mismo tiempo. Esta posibilidad está descartada por razones obvias. Por un lado, la idea es no solo no meter a 30 alumnos en una clase, también es evitar las aglomeraciones en los centros. Por otro, las escuelas no tienen espacio físicamente para esto. La segunda opción, que parece la más probable, es separar las clases en dos mitades que acudan a los centros en distintos momentos (unos por la mañana y otros por la tarde, unos unos días y el resto otros...). Pero los profesores ya cubrirán su jornada laboral atendiendo a un solo grupo. ¿Qué va a pasar con los demás alumnos el resto del tiempo? "En todos los casos yo veo que desdoblar grupos se traduce en disponer de más horas de profesorado. Tantas como el doble, a priori", explica De los Reyes. Este director no cuenta con que el Gobierno duplique los más de 700.000 profesores que tiene el sistema, entre centros públicos y privados. Ya será raro que haya aumento de algún tipo con las cuentas públicas tiritando, admiten los sindicatos. Y ahí llega el bloqueo. "Es imposible para el profesorado, incluso con la mejor voluntad del mundo [asumir esto]. Si ya estamos desbordados. Igual hay una solución que no se me está ocurriendo, pero por eso precisamente tienen que explicar las cosas", reflexiona. Para el catedrático Torres la solución está clara: invertir. "Hasta que haya una vacuna, habrá que pagarlo. Igual que ahora se está pagando la Sanidad pública. Pues igual. Hay servicios que son esenciales, y la Educación es un derecho por el que el Estado tendrá que apostar. Igual hay menos AVEs, pues habrá que establecer prioridades", cuenta. Los centros privados tampoco acaban de ver la propuesta del Gobierno y tienen las mismas objeciones que el resto. "Los centros necesitarán más recursos sanitarios, humanos y tecnológicos que no podrán abordar todos los centros por igual", expone un comunicado enviado por Cicae, la Asociación de Colegios Privados e Independientes. Esta patronal cree que la vara de medir utilizada es errónea. "Respecto a establecer 15 alumnos como máximo por aula, solicitamos un planteamiento más objetivo y que el criterio sea por metros cuadrados de los espacios educativos y teniendo en cuenta la distancia social. Se puede dar el caso de que 15 estudiantes en un aula pequeña sean muchos y, sin embargo, pocos para un salón de actos, un polideportivo, o un espacio abierto", sostienen.
Europa también vacila
En los países de nuestro entorno la situación es similar con algunos matices. En Italia, uno de los países más golpeados por el coronavirus, no habrá vuelta a los centros educativos hasta septiembre. De momento el Gobierno no ha informado de los planes que tiene para ese retorno. Mientras, las autoridades hablan de campamentos de verano en los patios de las escuelas con medidas de seguridad. Francia es de los países que lo tiene más claro. Habrá una vuelta a las aulas gradual y voluntaria a partir de la semana que viene, empezando por Primaria. El Gobierno ha decidido limitar las clases a 15 alumnos y valora si obligar a los niños a utilizar mascarilla. En Alemania, los estados federales ha acordado un plan común para reabrir los centros educativos, lo cual se hizo el pasado lunes, a diferentes ritmos y con capacidad de decisión a nivel de centros. En el país germano se habla también de dividir las clases y de utilizar los sábados como días lectivos. Mientras se conocen los detalles, los profesores van tirando de sarcasmo. "Va a hacer más por las ratios el coronavirus en unos meses que ningún Gobierno en años", bromeaba un docente, consciente de que no va a ser así porque, si finalmente se da esta división, caerán las ratios de alumnos por aula, pero no por profesor. Cada docente tendrá que atender a los mismos estudiantes, hasta 300 en un trimestre en muchos casos. También hay quien le ve ventajas a la situación, puestos a sacar el lado positivo: "Quizá, cuando flipemos con lo que somos capaces de hacer con 15 alumnos en el aula, avancemos hacia ese modelo que todos deseamos", escribía una docente en Twitter. De los Reyes cierra con una reflexión final a modo de petición. "Espero que la idea no sea que cada centro se las ingenie, que por otra parte es una experiencia que ya tenemos con cierta regularidad en el sector educativo", afirma, y desliza como ejemplo lo que ha ocurrido con las evaluaciones del tercer trimestre que, tras polémicas, órdenes ambiguas y contradictorias de las comunidades autónomas y un pacto del que se desmarcaron cinco regiones, han acabado pasando la responsabilidad a las juntas de evaluación de los centros educativos. O sea, a los profesores. |
Posted: 22 May 2020 05:06 AM PDT
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Posted: 22 May 2020 05:26 AM PDT
Artículo de José Saturnino Martínez García para eldiario.es
Para afrontar con equidad la situación educativa actual es necesario atender tanto a la justicia distributiva como a la de reconocimiento. La distributiva es la más obvia: no todas las familias cuentan con los mismos recursos, ni de acceso a Internet ni de disponibilidad de una vivienda en condiciones para seguir las clases a distancia. La cuestión tecnológica se ha intentado paliar con la distribución de equipamientos y tarjetas SIM por parte de diversas instituciones, pero poco se puede hacer para mejorar las condiciones físicas del hogar. En la cuestión de reconocimiento son varias las dimensiones a tratar. Por un lado, no todas las familias cuentan con la misma familiaridad con la cultural escolar como para apoyar educativamente a sus hijos. Esta es una desigualdad que ya estaba ahí antes de la pandemia, y que el profesorado que hace bien su trabajo sabe paliar, dando el apoyo necesario a este alumnado. Menos escuela es más desigualdad educativa entre familias. Otro problema es reconocer que no es lo mismo seguir docencia virtual con 16 años que con siete. Además, la propia naturaleza de las materias no se adapta por igual al mundo virtual. Quizá me equivoque, pero creo que es más fácil sustituir una clase de Historia por un vídeo apoyado con unos apuntes y tutorías que en el caso de una clase de Matemáticas, por no hablar de las prácticas en FP. Otra cuestión que debemos reconocer es que no es lo mismo diseñar un curso de forma deliberada para impartirse online y que el alumnado haya optado por esa modalidad, a que en unos pocos días deba improvisarse. Y lo más importante, reconocer que no se está estudiando en una situación normal, sino en una de catástrofe, con muchas familias golpeadas por la crisis sanitaria o por la crisis económica, con el trasfondo de una cuarentena que estresa y angustia. Para afrontar de manera equitativa todos estos problemas debemos plantearnos qué es la educación, pues bajo una misma palabra se esconden realidades muy diferentes. ¿Es un medio para el desarrollo integral de la persona?, ¿o es un medio para etiquetar en el mercado de trabajo? Las respuestas varían según lo que se esté cursando. En todos los niveles educativos coexisten las dos dimensiones, la humanista y la instrumental. Enseñar a leer y escribir es parte del desarrollo integral, pero también es una preparación para el mercado de trabajo. Unas prácticas en un taller de automoción preparan para el mercado de trabajo, pero también enseñan solidaridad, compañerismo, responsabilidad… Pero creo que puede afirmarse que cuánto más bajo es el nivel educativo, más peso debe tener en su diseño su parte humanista y menos su parte instrumental, y viceversa. Es necesario reconocer estas dimensiones de la educación para poder afrontar el reto educativo que tenemos por delante. Por un lado, la educación como desarrollo integral debe orientar este periodo excepcional en que el alumnado se sienta más acompañado que agobiado por su realidad escolar virtual. No se puede fingir demencia y seguir adelante con el temario y las formas de evaluación como si no pasase nada. Además, se debe tener en cuenta el exceso de contenido curricular de nuestro sistema, bajo el cual subyace la idea de que la cabeza del estudiante es algo así como una librería que se puede ir rellenando con los libros del curso, cuando más bien lo que sucede es que se aprenden conocimientos descontextualizados y procedimientos más o menos mecánicos de resolución de ejercicios que se olvidan poco después de superar el examen. Por eso, cabe orientar este periodo más hacia las competencias básicas, como reforzar la comprensión lectora, la escritura, la capacidad analítica, y no simplemente rebajar el currículum. Pero esto se plantea como una tarea especialmente difícil en los cursos de fin de ciclo, en los que se insiste más en la adquisición de contenidos. Además, nuestro sistema educativo lleva desde su origen gravitando sobre contenidos enciclopédicos, no sobre las competencias. Por otro lado, el verano y el comienzo del curso que viene tienen que diseñarse reconociendo que venimos de una catástrofe. Esto no quiere decir que el calendario académico se prorrogue durante la época estival, sino que deben diseñarse actividades educativas durante el verano que compensen la falta de normalidad educativa, si la pandemia lo permite. No se trata de dejar al profesorado sin vacaciones, sino de apoyar en esos meses al alumnado que más lo necesite. Y además, debería replantearse el comienzo de curso, para que no se dé por supuesto que el alumnado trae del curso pasado el mismo bagaje que en un curso normal. La tarea no es fácil, y como todo hasta ahora, no cabe más que improvisar, porque improvisar es lo único que se puede hacer cuando estamos ante una situación para la que no hay nada comparable. |
Posted: 22 May 2020 05:13 AM PDT
El educativo, junto con el comercio, son los sectores que más empleo pierden según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. En número de afiliados medios a la Seguridad Social, las comunidades de Madrid, Andalucía, Cataluña y País Valencià son las más afectadas.
05/05/2020 Evolución afiliación media Seguridad Social Los datos de empleo ofrecidos por el Gobierno a lo largo de la mañana de hoy confirman la pérdida de empleo en el sector educativo, con especial incidencia en la educación infantil y los sectores socioeducativos. Si atendemos a los datos de afiliación media, que reflejan el promedio de las personas que están en situación de alta, comprobamos que el descenso es de un 3,89%, es decir, 38.340 personas en relación al mes de marzo. A la pérdida de puestos de trabajo de abril hay que sumar 15.255 más correspondientes a las cifras de marzo respecto a febrero, lo que suponía un 1,52% menos. El total de la afiliación media a la Seguridad Social durante la crisis sanitaria del COVID-19 ha disminuido en 53.595 personas en el sector educativo, un 5,35% menos que en febrero. Comparando los últimos diez años, durante toda la crisis económica y la progresiva recuperación de empleo en el sector en las mismas fechas vemos como, salvo en el año 2012 en el que se redujo en un 0,12% la afiliación media a la Seguridad Social, el empleo nunca ha disminuido de marzo a abril, lo que sin duda es una muestra evidente de los efectos que la crisis del COVID-19 está teniendo en el sector.
Puedes ver los gráficos y leer el documento completo en feccoo-madrid.org
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Posted: 22 May 2020 05:18 AM PDT
Es igualmente necesario dotarnos de un Plan Integral de Seguridad y Salud que convierta a los centros en lugares seguros desde el punto de vista sanitario y, por tanto, se minimicen los riesgos de contagio tanto para los trabajores/as como para el alumnado y las familias, además de un plan extraordinario de inversión educativa.
05/05/2020. Los continuos anuncios sobre la concreción de la desescalada en el ámbito educativo, así como sobre las condiciones en las que se puede desarrollar la actividad de cara al nuevo curso, están generando incertidumbre entre el profesorado y la comunidad educativa. CCOO se ha dirigido por carta a la ministra de Educación en este sentido, sin haber recibido todavía respuesta. Sobre la desescalada, CCOO ya ha puesto de relieve que su graduación tiene que venir determinada por criterios de salud pública, y recuerda que la función principal de los centros es garantizar el derecho a la educación. Desde este punto de vista, la Federación de Enseñanza ha manifestado que la vuelta a la actividad lectiva presencial debe producirse en septiembre y que las posibles excepciones no pueden tomarse al margen de la negociación con las organizaciones sindicales representativas, lo que hasta ahora no se ha producido. La negociación con los Comités de Seguridad y Salud, al amparo de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, es un imperativo legal. CCOO ya ha señalado su preocupación por la dificultad de garantizar las mínimas medidas de prevención con el alumnado de la etapa de Infantil o de Educación Especial. Además, es imprescindible preparar el inicio del nuevo curso, uno que va a seguir marcado por la evolución de la pandemia y que puede exigir medidas extraordinarias que deben ser negociadas con las organizaciones sindicales representativas. CCOO va a demandar un Plan Extraordinario de Inversiones en educación que permita incrementar sustancialmente las plantillas para atender a los nuevos retos, mejorar la formación de los/as profesionales, adecuar las infraestructuras, mejorar la dotación tecnológica de los centros y el profesorado, atender a los requerimientos de la brecha digital… Y, por supuesto, desde la consideración de que todo ello debe hacerse respetando las condiciones laborales. No es imaginable que el profesorado vaya a duplicar su trabajo atendiendo simultáneamente a la educación presencial y en línea. Es igualmente necesario dotarnos de un Plan Integral de Seguridad y Salud que convierta a los centros escolares en lugares seguros desde el punto de vista sanitario y, por tanto, se minimicen los riesgos de contagio tanto para los/as trabajadores/as como para el alumnado. CCOO va a presentar en los próximos días sus propuestas tanto para el Plan de Inversiones como para el de Seguridad y Salud. Y exigimos poder presentarlo también en la mesa de negociación a la que esperamos ser convocados con la mayor urgencia.
Fuente: feccoo-madrid.org
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