Compráramos "La desaparación de los rituales. Una topología del presente" de Byung- Chul Han unos días antes del inicio de esta extraña situación, desde entonces volvemos en reiteradas ocasiones a las lúcidas y premonitorias reflexiones de este filósofo coreano afincado en Alemania del que ya habíamos leído otros títulos como " Hiperculturalidad", "La sociedad del cansancio", "La salvación de lo bello" o "La expulsión de lo distinto". Todos ellos caracterizados por la brevedad, concisión y certera disección de la sociedad actual. Sorprende leer sus ensayos escritos hace ya unos años, tan proféticos y tan asequibles incluso para personas que no tenemos una grande formación filosófica.
Si bien cuando lo leímos en marzo nos hizo caer en la cuenta de un riesgo que acechaba a la sociedad actual, ahora tenemos la certeza de que caminamos hacia ese abismo, especialmente en lo que se refiere a la infancia. Si algún día salimos de este túnel, habremos dejado por el camino la mayor parte de los ritos que nos consolidaban como comunidad. Y puede ser dramático, ya que, como él dice, "los rituales le dan estabilidad a la vida gracias a la repetición", " objetivan y proporcionan una referencia del mundo". Ritos de socialización, de celebración, de paso, de cierre o de transición están ahora en riesgo de desaparición.
"Los rituales, como acciones simbólicas, crean comunidad sin comunicación, pues se asientan como significantes que, sin transmitir nada, permiten que una colectividad reconozca en ellos sus señas de identidad. Sin embargo, lo que predomina hoy es una comunicación sin comunidad, pues se ha producido la pérdida de los rituales sociales."
A lo largo de poco más de cien páginas va analizando las causas, síntomas y consecuencias de la muerte de los rituales: la presión por producir, por ser "auténticos", fiestas y religión, vida y muerte, la preeminencia de los signos, el dataísmo o el paso de la seducción a la pornografía.
Tan preocupadas como estamos por el cumplimiento de protocolos para evitar lo contagio, quizás no estamos poniendo atención en lo que se nos está yendo de las manos como comunidad: todas las celebraciones de vida y ritos sociales. El no poder tener contacto más que con los que convives, el no poder reunirnos, el no poder comer juntos, el no poder acariciarnos, el no poder estar con nuestros mayores… En verdad habíamos llenado los tiempos escolares de celebraciones vacías de sentido comunitario. Desde InnovArte pedimos en reiteradas ocasiones la imposición del sentido común para no ir de romería en romería, entre fiestas anuales, conmemoraciones, días internacionales y otras invenciones comerciales discurría el tiempo escolar adornado con atrezzos ad hoc (camisetas con mensaje, lazos, calcetines de colores, cuernos de reno, diademas de estrellas o pañuelos al cuello). Con todo, hay algunas que necesitamos mantener en su sentido más genuino, aquellas que le dan cuerpo al calendario anual y que nos hacen sentir parte de una colectividad. Solemos decir que, desde hace unos meses, el nuevo rito de ingreso en un grupo es el lavado de manos con gel hidroalcólico y las reglas son el no compartir ni tocar. Es muy triste. Por ello, hay que ser concientes del riesgo y buscar otras alternativas.
¿Y cómo hacer? Pues tendremos que buscar maneras. Habrá que seguir celebrando los aniversarios aunque no haya tarta para compartir. Habrá que seguir comiendo juntos aunque no podamos tomar todos de lo mismo. Tendremos que aprender a describir las sensaciones que sentimos ( gustativas, táctiles, olfativas…), para que los otros puedan percibirlas. Será el momento de vivir la comensalidad de otro modo. Será el tiempo de volver sobre el sentido originario de cada celebración. Una oportunidad para cribar lo que merece permanecer y lo que no. Debemos sentirnos parte de un grupo que se rige por un calendario de ritos. De lo contrario, parece que nos levantamos por la mañana para gastar el día hasta que llega la noche, y así un día y otro más, pasa el tiempo sin ilusión, sin ganas de esperar por el futuro. Y tal y como nosotros lo sintamos, así lo percibirán los niños.
" Los rituales configuran las transiciones esenciales en la vida. Son formas de cierre. Sin ellos, nos deslizaríamos de una fase a otra sin solución de continuidad. Así es como hoy envejecemos sin llegar a hacernos mayores. Nos quedaremos en consumidores infantilizados que no madurarán jamás.
Emergerán otras formas hasta ahora insólitas. A nosotras hace unos días, tras la muerte de un querido conocido nos invitaron a unas exequias on line ya que eran en otro país. Si bien en un primer momento nos pareció algo inaudito, durante la celebración entendimos que era una alternativa para poder rendir homenaje a la memoria del amigo y dar palabras de consuelo a sus allegados. Cientos de personas, desde distintos lugares del mundo, estábamos compartiendo nuestro respeto y cariño por este hombre. Igual que se pretendía con los rituales de antes.
Lo fundamental es no perder esa masa común que nos conexiona. Una sociedad sin ritos no es más que un número de individuos. Para Byung- Chul Han, la progresiva desaparición de los rituales acarrea el desgaste de la comunidad, la desorientación del individuo y el narcisismo colectivo.
Creemos que merece la pena reflexionar sobre esta cuestión fundamental.
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