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miércoles, 8 de diciembre de 2010
EDUCACIÓN INCLUSIVA
Entrevista a Marina Lovelace, directora del CEIP San Cristobal, Madrid.
Marina Lovelace es desde hace ocho años la directora del CEIP San Cristóbal, en el distrito madrileño de Chamberí. Este colegio tiene un proyecto educativo con un equipo de profesorado implicado que sabe estar a la altura de las necesidades educativas. Por eso, han conseguido que sea un centro de referencia, sin seleccionar al alumnado y haciendo de la diferencia un elemento enriquecedor en el proceso educativo.
PARTICIPACIÓN. ¿Qué características tiene el colegio?.
Marina Lovelace. El colegio imparte enseñanzas de Infantil y Primaria, con dos clases por curso (doce de Primaria y seis de Infantil) y una media de 20 alumnos por clase. Su población escolar es diversificada desde todos los planos: el social, el económico, de procedencia y el lingüístico. Hay veintinueve nacionalidades de todos los continentes.
Fuente: Participación 66
P. ¿Crees que la diversidad que presenta el alumnado supone un problema?.
ML. En absoluto. Hay situaciones sociofamiliares ampliamente diversificadas, porque incluso niños que son de distintas procedencias no están siempre en situaciones desfavorecidas. Hay familias de nivel económico medio, familias con niveles culturales altos... Muchas familias del barrio quieren estar en este colegio y tienen un nivel sociocultural alto. El colegio tuvo una fractura en su día cuando empezaron a llegar niños de otras procedencias y hubo una huida de las familias del barrio. Era una reacción bastante xenófoba y clasista, pero cuando hemos recuperado matrícula, ha sido por las familias que han querido que sus hijos estén compartiendo espacio y juegos con niños de otras procedencias, de otras culturas, de otras realidades sociofamiliares. Nos hemos ganado a pulso demostrarles que la llegada de otros niños, si organizas el sistema escolar, no conlleva el tópico tan extendido de que baja el nivel.
P. En la FAPA defendemos que la escuela pública es también una elección de un modelo educativo y que la lucha de este colegio durante los últimos ocho años se ha convertido en una especie de banderín del modelo de educación pública en el distrito.
R. Sí. Se puede convertir en un colegio de referencia donde se ha demostrado, y así lo han comprobado las familias que se han quedado aquí, que compartir espacio con niños de diversas culturas, religiones, ideologías y clases sociales no conlleva ni una peor calidad de enseñanza ni una convivencia peor.
P.¿Cómo está configurado el claustro?.
R. Desde el punto de vista numérico, es el mismo claustro que tiene un colegio cualquiera de línea dos: dos unidades por cada edad. Tenemos dieciocho unidades y por la incorporación de la enseñanza bilingüe está muy repartido. Hace tiempo solicitamos un cambio para tener un profesor de Audición y Lenguaje porque nos dimos cuenta que había un sector de la población importante en el colegio con dificultades, por ejemplo en disgrafías, disfonías y luego niños que, hablando castellano, tienen sus propias formas de hablarlo. Todas estas figuras, en concreto PT, Audición y Lenguaje y Compensatoria, se conceden desde la Unidad de Programas. Cansada de solicitar un logopeda y que no se nos hubiera concedido nunca reconvertí una plaza de primaria del colegio en una de logopeda. Entonces el colegio tiene un logopeda pero a costa de uno de cupo, porque la mayoría de los colegios tienen PT, Audición y Lenguaje y Compensatoria extra además de la plantilla. Tenemos una plaza de PT que es una persona dedicada a los niños con dificultades de aprendizaje diagnosticadas. A las familias que tienen niños con minusvalías que van desde parálisis cerebral, síndrome de dowm, ciegos, sordos, retraso madurativo, retraso mental, autismo, la Administración les dice que van a escolarizar a sus hijos en centros ordinarios y que van a tener ayudas. Al final todos los colegios nos convertimos en centros de integración, pero ¿y si no te designan PT y Audición y Lenguaje?.
P. Pues que faltan recursos especializados en plantilla...
R. Exactamente, entonces, nos peleamos con la Administración para conseguir el recurso de la plaza de PT, que es fundamental para este tipo de alumnado. Y con respecto a Compensatoria, afortunadamente sacaron la plaza, porque la Unidad de Programa no nos lo daba. Sacaron la plaza de plantilla fija, porque si yo no hubiera tenido este año una plantilla fija de Compensatoria, nos lo habrían quitado, porque ya sabréis que han estado recortando todo el personal extra, que llaman ellos extras, y en concreto PT, Audición y Lenguaje y Compensatoria.
P. ¿Qué consecuencias tiene la ausencia de la atención en educación compensatoria para la educación?.
R. Es una catástrofe que no haya gente especializada. Hay colegios que piensan que es mejor no tener nada de esto porque así “me quito de en medio una serie de problemas y entonces luego me sublevo a recibir determinado tipo de alumnado, porque yo no tengo los recursos”. Es el argumento que emplea constantemente la concertada. Hacen una selección clara del alumnado. Me indigna que se sufrague con fondos públicos. Yo creo que en los colegios se tienen que incorporar figuras profesionales porque no es lo mismo alfabetizar a un niño que está alfabetizado en su propia lengua, y por tanto es una segunda lengua, que uno que es analfabeto en su lengua. Son procesos de aprendizaje diversos y por tanto creo que requieren especialización. Es enormemente gratificante ver el proceso de unos niños y de otros en circunstancias radicalmente diversas y ver el fruto que obtienes. En cuanto a la Compensatoria, en este colegio se ha reconvertido. Creo que es importante recordar que la Compensatoria surge en un momento determinado de nuestra historia pedagógica en España, fundamentalmente hacia 1985, con el programa de integración de los gitanos en las escuelas. De eso ya han pasado más de veinte años y, desde luego, la inmigración en ese momento no la olíamos. Lo que hemos hecho en concreto con el programa de Compensatoria es analizar las circunstancias en las que se encuentra cada alumno cuando llega al colegio y aplicar unos criterios de evaluación objetivos del centro que se han elaborado colectivamente para valorar lo que tiene que saber un niño y qué es lo mínimo que debe de saber cuando termine este curso.
P. Pero eso debería hacerse en todos los centros independientemente del alumnado que tengan.
R. Sí, pero en términos generales, no se hace.
P. ¿No habría que compensar a cada niño en ciertos aspectos que se consideran importantes porque no todo el mundo tiene el mismo desarrollo ni parte de la mismas condiciones?.
R. Es evidente que todo profesor, y estoy segura que se ha venido haciendo desde siempre, al comienzo de curso hace una valoración de su grupo-clase. No es lo mismo hacer una valoración individual y subjetiva que dotarte de una herramienta colectiva, previamente debatida y discutida en el seno del claustro, y por tanto, de mayor objetividad. ¿Qué pasa cuando la diversidad es gigantesca? Pues que hay que buscar un criterio objetivo adoptado por el claustro del colegio.
P. Así que es un proyecto colectivo, ¿no?.
R. Exactamente. Entonces es preciso elaborar unos criterios pactados entre todos y que es un proyecto del centro, por lo que se buscan las herramientas y se optimizan los recursos humanos que tenemos. Y entre esos recursos es evidente que hay que contar siempre con algún profesorado extra. Con la profesora de Compensatoria se hace coincidir las horas de Lengua y de Matemáticas justamente para que haya determinadas horas en las que los niños que lo necesiten salen de la clase. En este momento tenemos en el colegio aproximadamente unos 24 niños que están en el programa. Hay un servicio que también se hace a través de la Unidad de Programas, que es el SAI – Servicio de Atención al Inmigrante- que es precisamente de castellanización, pero como han reducido plantilla, es el servicio que nos han quitado este año.
P. ¿Desde este año estáis notando la disminución de recursos?.
R. Sí, se nota muchísimo. Han quitado el SAI y mandan una carta diciendo que haga una relación de los niños que no hablan castellano. Es muy importante mantener ese servicio en los colegios. Mientras lo tengamos en nuestro caso, lo está asumiendo la profesora de Compensatoria junto con los tutores.
P. ¿Qué opinas de las pruebas de evaluación de 6º?.
R. Son un desastre. Soy partidaria de las pruebas de evaluación y las utilizamos para poder hacer diagnóstico de la situación del alumnado, pero las pruebas de 6.o son, desde mi punto de vista, una catástrofe. Esas pruebas están muy mal diseñadas y en realidad no reflejan la evolución en el proceso de aprendizaje. En el colegio hay una gran población de niños que llegan en una situación determinada y no se analiza su evolución, sino que llega aquí una prueba satélite, se pasa y ya está. Hace tres años tuvimos un siete y medio en el resultado de nuestras pruebas, lo cual es increíblemente alto. En 2009 me indigné, porque salimos en los periódicos locales en la como el último colegio del distrito. Les llamé y les dije “¿Es lo único que se os ocurre decir de los de San Cristóbal? ¿Que somos el último colegio del distrito? ¿No queréis venir y analizar de lo que estáis hablando?”, cogieron la estadística que sacó la Comunidad de Madrid e hicieron un titular: San Cristóbal el último cole del distrito. Este año, por ejemplo, hemos sacado por encima de la media de la Comunidad. No ha llegado al siete y medio de hace tres años, pero hemos sacado un seis con algo. Entonces, ¿por qué estos vaivenes si el colegio es el mismo? Pues sencillamente por el azar que conlleve ese año el curso de 6o. Sencillamente. Tenemos unos vaivenes de población. Por eso a mí me indigna esta prueba. No supone un mínimo de rigor en la valoración del trabajo llevado a cabo en un centro y solo sirve para clasificar a los colegios.
P. ¿Tenéis algún programa específico de apoyo al estudio?.
R. Creo que los colegios tienen que dotarse en algunos casos de programas específicos que conlleven también ayudas de apoyo al estudio, en donde, además, se mezclen temas de carácter sociofamiliar. Pongo un ejemplo. Si un profesor le dice a una clase en su conjunto “para la semana que viene o para mañana me traéis tal tarea“. Si ese niño llega a su casa y no tiene un adulto que le ayude a hacer la tarea, no tiene la mesa y la silla y desde luego, la mayoría de las veces no tiene ningún libro, no tiene diccionario, ni atlas, ni enciclopedia... ese niño está en desigualdad de oportunidades que otros niños para hacer esa tarea escolar. Entonces, analizando esta situación, en el colegio se montó hace once años el programa de apoyo al estudio por las tardes. Hoy, tenemos ochenta niños de primaria escolarizados por las tardes que están con una profesora especializada que nos ha mandado la Junta Municipal del Distrito y que su función fundamental es hacer los deberes y ayudarles a estudiar.
P. ¿Cómo los agrupáis?.
R. Por edades. Tenemos ahora mismo un grupo de 1º, 2º, 3º, 4º, y otro de 5º y 6º. Este programa es crucial y está muy ligado a las necesidades sociofamiliares y de compensación educativa.
P. Así que el centro se utiliza como un recurso más allá del horario lectivo.
R. Exactamente. Los profesores en su conjunto y la de Compensatoria, también le indican a la profesora que viene a este programa: mira este niño, está memorizando las tabla de multiplicar, este está con lectura comprensiva, este todavía silabea... Yo les presento a las profesoras que manda la junta a los profesores del claustro porque estas profesoras vienen aquí a las cuatro menos cinco y recogen a los niños que son del programa y tiene la oportunidad de verse con los profesores del colegio y orientarles sobre cada alumno.
P. O sea, que hay una coordinación y un seguimiento de los niños.
R. Sí. De este programa me siento muy orgullosa.
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