sábado, 5 de marzo de 2011

UN CUENTO DEL BLOG DE NUESTRAS AMIGAS "IGUAL = DÁ"


Hola bloguer@s hoy queremos mostraros este cuentín, que ha publicado Laura en su blog PEQUEÑOS TRASTOS.

¿
QUÉ ES LA INCLUSIÓN? ¿QUÉ ES LA INTEGRACIÓN?: PARÁBOLA DEL INVITADO A CENA

“Un hombre de una ciudad se encontró con un viejo conocido, a quien no veía desde hacía mucho tiempo. Al cabo de dos días el hombre –que era muy respetado por sus grandes conocimientos de cocina- había planificado celebrar una cena con un grupo de amigos y amigas que también le conocían y que, como él, tampoco le veían desde hacía muchos años.

Así que también le invitó a cenar.

El hombre era un experto cocinero –de ahí venía, precisamente, su prestigio y la admiración que despertaba entre sus amigos y conciudadanos- y preparó una cena espléndida: entrantes variados, carnes guisadas con esmero y un pastel con confituras de muchos tipos de fruta.

Todo acompañado con vinos del Priorat y cava del Penedès.

El mismo día de la cena, cuando ya estaba prácticamente todo a punto, de pronto se acordó de que su viejo amigo, no sabía bien por qué motivo, tenía que estar atento con lo que comía, y que seguramente nada de lo que había preparado con tanto esmero le sentaría bien.

Enseguida le llamó por teléfono y le explicó lo que pasaba, y le dijo que lo sentía mucho, que mejor sería que no acudiera y que ya le avisaría cuando hicieran otra cena.
“Otro hombre de la misma ciudad se encontró con el mismo caso.

También él había preparado una cena espléndida con sus amigos e invitó a ella a un viejo conocido común, con quien se había encontrado por casualidad un par de días antes.

La misma tarde de la cena, otro de los invitados recordó al hombre, por si lo había olvidado, que el viejo amigo no podía comer de todo.

El hombre, efectivamente no lo había tenido en cuenta.

Por suerte se trataba de un cocinero con una gran variedad de recursos culinarios y se apresuró a llamarle por teléfono para saber si aún tenía aquel problema y para comunicarle que, de todas formas, no se preocupara, que acudiera igualmente a la cena, que ya le prepararía un plato de verduras y un pescado a la plancha”.


“En la misma ciudad vivía un tercer hombre, también muy respetado, no sólo por sus grandes conocimientos culinarios y la variedad de recursos de que disponía, sino también por sus convicciones, y el valor que daba a la amistad, la solidaridad y la justicia.

Curiosamente, también éste se encontró en un caso idéntico.

Cuando ya tenía la cena prácticamente a punto, recordó que el último de los que había invitado (un viejo amigo suyo y de los demás comensales) debía seguir una dieta muy estricta. Entonces se apresuró a cambiar el menú: seleccionó los entrantes que también podía comer el viejo amigo, guardó los guisados en el congelador para otra ocasión, e improvisó un segundo plato, también espléndido, pero que todos pudieran comer de él, y retocó el pastel de los postres, adornándolo con frutas naturales y no con confituras.

Llegada la hora de cenar, comieron juntos de los mismos platos con los que el anfitrión les había obsequiado”.

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