Algunos mitos y falsas creencias que existen acerca del Trastorno de Atención e Hiperactividad(TDAH).
-El TDAH no existe, es un invento de la Psiquiatría norteamericana para etiquetar niños difíciles.El TDAH, aunque ha recibido distintos nombres desde su primera descripción hecha hace más de 100 años, es una entidad clínica reconocida como tal desde hace más de 50 años. En 1998 la American Medical Association lo describió como "uno de los trastornos mejor estudiados en medicina, en el que los datos globales sobre su validez superan a los de muchas enfermedades", y la Organización Mundial de la Salud, en su documento "Caring for children and adolescents with mental disorders" (2003) lo identifica como un trastorno poco conocido y con importantes repercusiones económicas en el cuidado de la salud infantil, negado hasta fechas recientes debido al no reconocimiento de la existencia de una vida mental propia en la infancia. Frente a la frecuente alusión a la ausencia de pruebas médicas para su diagnóstico (de laboratorio, de imagen, etc.) como prueba de su inexistencia, debe recordarse que más de la mitad de las enfermedades carecen de pruebas de este tipo para su confirmación, entre las que se puede citar la enfermedad de Alzheimer, las migrañas, varias formas de meningitis o la mismísima gripe. Tampoco existe, de hecho, ninguna prueba objetiva que invalide su diagnóstico o demuestre su inexistencia.
-Aunque el TDAH existe, es un problema relativamente leve que desaparece con la edad.El TDAH persiste en la vida adulta en un 30-70% de los casos, y sus síntomas también implican entonces dificultades personales, familiares y laborales. Además, su presencia, sobre todo sin tratamiento, es un factor de riesgo importante para la aparición de otros trastornos como ansiedad, depresión y abuso de drogas.
-Si un niño no es hiperactivo, no puede tener TDAH.Aunque con frecuencia el TDAH asocia síntomas de hiperactividad e impulsividad, el tipo predominantemente inatento sólo presenta sintomatología de inatención, por lo que las conductas más evidentes (inquietud, oposicionismo, agresividad) no están presentes en él. Por otra parte, las niñas son menos hiperactivas y menos impulsivas que los niños, por lo que una niña afecta de TDAH puede no manifestar de forma evidente los síntomas conductuales propios del trastorno
-El TDAH afecta sólo a los varones.Aunque su proporción en varones es cuatro veces superior, las niñas también manifiestan este trastorno. Es posible que el intradiagnóstico sea mayor en las niñas, especialmente, en aquellos en los que predomina el déficit de atención y apenas exteriorizan la hiperactividad
-El TDAH se debe a factores relacionados con alergias alimentarias, aditivos y colorantes u otros problemas ambientales.No existen pruebas científicas que señalen estos factores como causales del trastorno, ni tampoco que apunten a que los tratamientos basados en las restricciones dietéticas sean eficaces en general.
-El TDAH se debe a la mala educación proporcionada hoy día por los padres.El TDAH, aunque ha recibido distintos nombres desde su primera descripción hecha hace más de 100 años, es una entidad clínica reconocida como tal desde hace más de 50 años. En 1998 la American Medical Association lo describió como "uno de los trastornos mejor estudiados en medicina, en el que los datos globales sobre su validez superan a los de muchas enfermedades", y la Organización Mundial de la Salud, en su documento "Caring for children and adolescents with mental disorders" (2003) lo identifica como un trastorno poco conocido y con importantes repercusiones económicas en el cuidado de la salud infantil, negado hasta fechas recientes debido al no reconocimiento de la existencia de una vida mental propia en la infancia. Frente a la frecuente alusión a la ausencia de pruebas médicas para su diagnóstico (de laboratorio, de imagen, etc.) como prueba de su inexistencia, debe recordarse que más de la mitad de las enfermedades carecen de pruebas de este tipo para su confirmación, entre las que se puede citar la enfermedad de Alzheimer, las migrañas, varias formas de meningitis o la mismísima gripe. Tampoco existe, de hecho, ninguna prueba objetiva que invalide su diagnóstico o demuestre su inexistencia.
-El TDAH es un trastorno debido a la forma actual de vida, que antes no existía y cuyas cifras están aumentando.Aunque es cierto que ciertas características de la sociedad actual pueden hacer más patente su presencia (las mayores exigencias escolares y sociales desde temprana edad, la menor disponibilidad de soportes externos para las familias actuales, etc.) no debe olvidarse que la primera descripción médica del trastorno data de 1902, y que es popular el caso de Philip, TDAH típico ,descrito por los hermanos Andersen en xxxx. Por otro lado, los datos sobre su presencia son estables a lo largo del tiempo y similares tanto en países industrializados como en países en vías de desarrollo y del llamado tercer mundo.
-El niño con TDAH necesita clases especiales.El TDAH no afecta necesariamente a la capacidad intelectual, aunque sus síntomas sí afectan al rendimiento escolar. Por ello, los niños con TDAH pueden precisar intervenciones específicas de tipo pedagógico, pero no una ubicación escolar diferente al resto de los niños de su edad y nivel de desarrollo.
-El tratamiento farmacológico se utiliza en el TDAH para sustituir las intervenciones psicológicas y escolares, más costosas y eficaces.Un reciente estudio llevado a cabo con más de 400 niños afectos de TDAH ha demostrado que el tratamiento multimodal (la combinación del tratamiento farmacológico y las intervenciones psicológicas y escolares) es el tratamiento más eficaz del trastorno. Aunque se ha demostrado que la eficacia de la medicación como tratamiento único es mucho mayor que la del tratamiento psicológico único, el objetivo de la medicación no es sustituir ninguna intervención, sino normalizar síntomas. En realidad, cuando el fármaco es eficaz, las intervenciones psicológicas y escolares son mucho más sencillas y satisfactorias.
-Los psicoestimulantes producen dependencia o su uso induce la aparición de dependencias.
El uso correcto de los psicoestimulantes, del modo prescrito y a las dosis indicadas, no produce tolerancia (no deja de ser eficaz ni es preciso aumentar dosis, salvo por motivos de peso y edad) ni dependencia. Además, diversos estudios han demostrado que los niños en tratamiento farmacológico, en realidad tienen una menor probabilidad de presentar trastornos por abuso de drogas en la adolescencia y la vida adulta, que los que no han sido medicados. La frecuencia de problemas con las drogas en adolescentes medicados es prácticamente idéntica a la de otros adolescentes sin TDAH.
-Los psicoestimulantes dejan de ser eficaces en la adolescencia.Los estudios realizados en adolescentes señalan una eficacia de los psicoestimulantes similar a la que tiene en la infancia (70-80%). Si al llegar la adolescencia la medicación parece ser menos eficaz, lo primero que habría que preguntarse es si el adolescente sigue tomándola. Muchos niños llegan a la adolescencia sin haber adquirido conciencia de su trastorno y, coherentemente, dejan de tomar una medicación que no creen necesitar.
-Los psicoestimulantes son fármacos inseguros que producen múltiples efectos secundarios.Los psicoestimulantes son fármacos con más de 30 años de uso y estudios que les avalan, y que han demostrado su eficacia y seguridad en el tratamiento del TDAH. No existen casos publicados de muertes por sobredosis o por otros motivos (a pesar de lo que algunas páginas en Internet indican). Al igual que todos los medicamentos, los psicoestimulantes puede producir efectos adversos, aunque no todas las personas los sufran.
-El tratamiento con psicoestimulantes debe interrumpirse en vacaciones y fines de semana.
Cuando un individuo padece un déficit atencional, lo padece a todas horas, de lunes a domingo y de enero a diciembre. Aunque no siempre es evidente. Por lo que es frecuente que se plantee ¿para qué tomarlo si no se necesita?. Esta visión resulta algo simplista. Un individuo, especialmente un niño, siempre está aprendiendo. Aprende cuando ve a otra persona utilizar una herramienta, aprende cuando juega, aprende cuando mira la TV, aprende cuando se le riñe… Siendo así la pregunta en realidad sería ¿le privamos de la posibilidad de poder utilizar su capacidad atencional porque ya no va a clase? Aunque hay diferentes posturas, algunas guías de tratamiento recientes recomiendan que no se interrumpa, salvo que exista una anorexia notable con pérdidas de peso cuantificadas (en niños siempre se ha de utilizar la curva de crecimiento para saber si el peso es adecuado o no). Su médico será siempre la persona que deberá valorarlo.
-Los psicoestimulantes alteran el crecimiento (por eso debe interrumpirse periódicamente).
Aunque es uno de los efectos adversos que puede aparecer con estos tratamientos, algunos estudios hablan de una disminución de la talla final de los niños de 1 a 3 cm (Pediatrics 1998. Spencer), lo que parece poco significativo comparado con las consecuencias del trastorno sin tratamiento. Estudios recientes como el realizado por Biederman(J. Pediatr. 2010. Biederman) en el que se realizó el seguimiento de 261 niños durante 10 años no evidenció diferencias en peso o altura al final del estudio entre los niños tratados con psicoestimulantes o los niños del grupo control sin tratamiento. Por otro lado, es adecuado que el médico controle el crecimiento del niño durante el tratamiento, al menos cada 6 meses y en cada visita.
-No es bueno dar medicación a los niños.Efectivamente, no debe darse ninguna medicación sin indicación médica. Hable con su médico sobre los pros y contras del tratamiento que le aconseje, y también de los pros y contras de no tratar.
Fuente: http://www.trastornohiperactividad.com/
Imagen: Google
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