D.M.- A veces, el mismo paciente puede tener un TDAH y puede tener un trastorno de conducta que también tiene un origen altamente genético.
J.L.P.- El premio Nobel Eric Kandel dice que en los trastornos mentales no existe linealidad genética, léase, un papá con trastorno bipolar no siempre va a tener hijos bipolares y un papá con trastornos de conducta, igual, y un papá que ha tenido TDAH no tiene por qué tener hijos hiperactivos. Lo que se hereda es una predisposición, preestablecida genéticamente, que luego se configura teniendo en cuenta el temperamento y el carácter.
D.M.- Yo insisto, el TDAH tiene un componente genético real. No hay lugar a dudas, es absolutamente conocido y no está en discusión científica. Otra cosa es que Pedreira considere que influye en el 70% de los casos y yo opine que puede ser en el 90%, pero desde luego, está claro que la genética es importante. También lo es el medio ambiente, desde luego, pero la carga genética es muy importante. Otro asunto es que la herencia sea poligenética y no monogenética, como en el autismo o en la esquizofrenia.
T.M.- A nosotros nos da lo mismo que sea genético o no. El problema es que cuando uno tiene 200 de glucosa sabe que es diabético… pero en nuestro caso, al no haber pruebas, cada uno diagnostica como sabe y como puede, unos con mejor criterio y otros con peor, y muchas familias están muy angustiadas.
J.L.P.- Para mí esto es importante: no hay ninguna prueba diagnóstica, nin-gu-na… Y no la puede haber…
D.M.- Tampoco hay pruebas que diagnostiquen el trastorno obsesivo compulsivo y la depresión mayor o el Parkison, y eso no significa que no se puedan diagnosticar…
T.M.- Esta es una minusvalía invisible que la escuela y la sociedad, muchas veces, no entienden. Y no es tanto lo que el niño necesita para funcionar en el aula, como sentarle en primera fila o recordarle que estamos cambiando de tema para atraer su atención... No hay colegios para hiperactivos: ni los hay ni los queremos. Deseamos inclusión y no exclusión.
D.M.- Yo veo un futuro muy esperanzador en los colegios. Es sumamente económico y factible que los profesores reciban formación, y un montón de niños, los casos más leves, pueden beneficiarse de sencillas adaptaciones curriculares que ahorrarían un gran sufrimiento a las familias…pero no se hace. Ahora bien, a pesar de todas las adaptaciones curriculares que hagas, si el TDAH es moderado o grave no serán suficientes. Va a hacer falta un tratamiento. No sólo medicación, sino también ayuda psicológica.
I.O.- La intervención psicoeducativa debe comenzar desde el mismo momento en que hay síntomas que no responden a las medidas educativas ordinarias. Si el diagnóstico está claro, mejor, pero si sólo hay una sintomatología preocupante no podemos sentarnos a esperar que se agrave para emitir un dictamen.
T.M.- Muchas familias no pueden permitirse económicamente hacer un tratamiento psicopedagógico porque tienen que ir a la privada, y entonces tiran de los fármacos, no les queda más remedio; incluso hay padres que hoy día ni siquiera pueden pagar los medicamentos”.
J.L.P.- La guía NICE (de práctica clínica) señala que entre los 6 y los 7 años sólo se debe proponer tratamiento farmacológico, y digo proponer, en los casos en que hay distorsiones de tipo moderado a grave. Hay que dejar muy claro a las familias cuáles son los efectos secundarios de esta medicación.
D.M.- Si los colegios lo hicieran bien, ya lo he repetido varias veces, nos ahorraríamos muchos millones de euros en factura sanitaria. Pero, aunque nos pueda doler a todos, cuando un TDAH es grave tiene que ser tratado con medicación. Si no, por muchas adaptaciones que hagas, no va a mejorar.
J.L.P.- Vuelvo a la guía NICE: los programas grupales, con profesores y familias, en los cinco primeros años de implementación, cuestan alrededor de 66.000 libras esterlinas en Reino Unido. ¿Saben ustedes cuánto cuesta el tratamiento farmacológico? Más de 7 millones en los cinco primeros años y alrededor de 39 millones de libras en una década. Hay que ser sensatos, estas cifras nos deben orientar por dónde debemos empezar…y eso es por los programas psicopedagógicos…
D.M.- Yo creo que vamos a llegar a una conclusión errónea. Insisto, el colegio es importantísimo, pero hay niños que sin medicación no salen adelante. Es trascendental. No hay que olvidar que si un paciente no puede concentrarse, no puede concentrarse, y por mucha terapia conductual que haga no lo va a conseguir…”
I.O.- No creo que el único criterio para medicar deba ser la gravedad. Los fármacos ayudan a que el lóbulo frontal madure y permiten que el escolar aprenda mejor las habilidades que le faltan. No siempre podemos plantearnos “vamos a esperar a Secundaria, que son cursos más duros”, porque hay casos en que el niño no tendrá la oportunidad de llegar a esa etapa o llegará con tal esfuerzo de compensación, horas de dedicación, estrés familiar y con una autoestima tan deteriorada que el impacto positivo de la medicación puede ya no ser significativamente aprovechable.
J.L.P.- La guía NICE, la Agencia Europea del Medicamento, y ahora empieza a hacerlo la FDA, recomiendan que antes de los seis años no se medique a los niños, y se está haciendo.
D.M.- Yo tengo niños de cinco años que se te tiran por la ventana, que están tan mal que algo tienes que hacer con ellos… Pero estoy totalmente de acuerdo con el doctor Pedreira, eso es la excepción y no la regla.
J.L.P.- Los niños que se tiran por la ventana seguramente tendrán otro trastorno mental básico más importante que el TDAH… Nosotros, en el Hospital Niño Jesús de Madrid hemos visto niños con 8 y 9 años, medicados, con síntomas compatibles con psicosis infantil, y algunas conductas agresivas. Son casos aislados y muy individualizados, pero los hay. Y eso para nosotros indica que se ha dado el fármaco sin la vigilancia necesaria…Lo que digo es que hay que ser muy cautos.
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