En estos días de heladas, con el peligro de resbalar por el patio del colegio, reparamos en las suelas de los zapatos, especialmente en aquellas que son más adecuadas para evitar patinar. Así descubrimos la variedad de grabados y de relieves que hay en su calzado.
Tras tocarlas y apreciar con el tacto su rugosidad o suavidad, vimos algunas tan vistosas que decidimos hacer un calco con ceras blandas. Al mismo tiempo fuimos atendiendo a que botas diferentes pueden tener suelas iguales o viceversa. Pie derecho, pie izquierdo, tamaños, contornos, plantas, talones, suelas, tacones, etc, fueron muchos de los descubrimientos de esa mañana.
A continuación hicimos un trabajo de creatividad: cada uno pensó qué huellas le gustaría ir escribiendo por el suelo, en la nieve, en la arena o en el barro; lo que se complicó cuando algunos decidieron que las suelas de cada pie serían diferentes; ya que la escritura de sus huellas sería más complicada.
Pero no finalizó ahí, continuamos pensando en las huellas de los animales y en las de las cosas. Siempre nos sorprenden con su capacidad de observación: las huellas del polvo, las que dejamos en el vaho de las cristaleras, en el suelo después de fregarlo, las de los aviones en el cielo o las de los barcos en el mar. Huellas efímeras o imborrables que dejan su escritura.
Nada más que una actividad al hilo de la realidad que se prolonga en un trabajo de pensamiento, imaginación y creatividad.
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