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UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 21 Feb 2019 01:02 AM PST
La depresión perinatal puede suceder durante el embarazo o en cualquier momento durante el primer año tras el parto, por tanto es mejor ese nombre que el más conocido de depresión postparto. Puede presentar síntomas depresivos leves o graves y los más frecuentes son:
Las causas de la depresión perinatal no están claras pero se cree que influyen los cambios hormonales, en los que hay un rápido descenso de la concentración de hormonas en el cuerpo, en particular de estrógenos y progesterona. Esto genera cambios químicos en el cerebro que pueden inducir las alteraciones en el estado anímico. Además, muchas madres tienen dificultades para el descanso que necesitan para recuperarse completamente de haber dado a luz. La privación constante de sueño puede llevar a una situación de malestar físico y agotamiento. La depresión perinatal puede afectar a cualquier mujer independientemente de su edad, grupo social o étnico y de su situación económica. Entre los factores de riesgo para sufrir una depresión perinatal está tener una historia personal o familiar de depresión y haber tenido experiencias que generen estrés, entre las que están un divorcio reciente, haber perdido o dejado el trabajo o un problema en la relación de pareja; complicaciones en el parto, incluyendo nacimientos prematuros o tener un bebé con necesidades médicas; consumo de alcohol y otras drogas; falta de apoyo por parte de la pareja, la familia o los amigos; ser la víctima de violencia doméstica o abusos; ser madre soltera o haber tenido un embarazo adolescente o tratarse de un embarazo no deseado o , al menos, no planificado. Una situación socioeconómica difícil aumenta estos riesgos: se calcula que un tercio de las mujeres con bajos ingresos desarrollan depresión durante o después del embarazo y sería conveniente que cualquier mujer en una de estas situaciones pueda buscar apoyo psicológico para prevenirlo y afrontarlo. Las mujeres que han recibido algún tipo de apoyo psicológico tienen una probabilidad un 39% menor de desarrollar este tipo de depresión. Lo más utilizado es terapia cognitivo conductual, que ayuda a la mujer a explorar sus sentimientos y expectativas para ayudar a crear un ambiente saludable y sólido, donde el niño pueda desarrollarse con normalidad. También se usan terapias interpersonales donde suelen utilizarse ejercicios de rol y se practican estrategias de afrontamiento para ayudar a manejar el estrés y a solventar los conflictos en las relaciones. Un grupo de trabajo de Estados Unidos ha estado explorando las posibles estrategias de prevención. Entre otras han analizado la actividad física, la educación, el yoga, la escritura creativa, el consumo de ácidos grasos omega-3, los consejos sobre el sueño del bebé y la prescripción de antidepresivos. Analizaron cincuenta estudios diferentes pero los que presentaban resultados positivos eran mínimos: los que analizaban la actividad física y tres en Europa (Reino Unido y Holanda) que incluían visitas domiciliarias por matronas y otros especialistas sanitarios. La evidencia no era contundente salvo en el consejo psicológico. Dos programas que funcionaban bien eran Mothers & Babies (www.mothersandbabiesprogram.org) y Reach Out, Stay Strong, Essentials for New Moms, o ROSE (https://www.publichealth.msu.edu/flint-research/the-rose-sustainment-study), que normalmente se explica en cuatro sesiones durante el embarazo y una después del parto. El programa ROSE ha sido analizado en cinco ensayos clínicos encontrando que reduce a la mitad el riesgo de depresión perinatal en mujeres con bajos ingresos. El panel de expertos también buscó señales de daño en alguno de estas estrategias de prevención. Lo mas reseñable fueron dos pequeños estudios sobre antidepresivos donde en un caso (Zoloft) se veía cierta sensación de mareo y letargo y en otro (Pamelor) de estreñimiento. Eso no quiere decir que la medicación antidepresiva sea mala, está diseñada para eso, pero los estudios no sugieren que tenga una gran eficacia para prevenir la depresión asociada con el embarazo antes de que se desarrolle. La depresión postparto también puede afectar a los padres, en torno al 4-25% pueden experimentarla, pero la cifra más habitual es un 10%, uno de cada diez, y afecta más a hombres cuya pareja también está deprimida. En la actualidad los hombres que se convierten en padres se espera de ellos que estén mucho más implicados con el bebé y con su pareja que lo que lo hicieron sus padres pero al mismo tiempo la formación disponible y el apoyo existente es muy limitado con lo que los nuevos padres a menudo se sienten en la encrucijada de sentir que deberían estar haciendo más y, por otro lado, no saber muy bien cómo hacerlo. El nacimiento de un hijo es uno de los sucesos más estresantes que afrontan los parejas (también de los más gratificantes) y la satisfacción conyugal puede estar afectada durante el primer año. En condiciones normales, los hombres se apoyan en sus parejas en su necesidad de apoyo pero en esos casos la pareja está trabajando en su propia transición y como resultado muchos hombres tienen dudas a la hora de hablar con su mujer sobre su experiencia y sentimientos. Las preocupaciones más comunes son:
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