Posted: 03 Jan 2013 07:24 AM PST
El 16 de junio de 1595 zarpaba del puerto de El Callao, en Perú, una expedición con cuatro navíos y más de 350 personas a bordo. Su destino, las Islas Salomón. Capitaneados por el navegante Álvaro de Mendaña, con la tripulación viajaba su esposa, Isabel Barreto. Isabel, noble de difusa procedencia, fue una mujer de fuerte carácter, determinación y a veces incluso crueldad, que, por circunstancias del destino, se convertiría en la primera mujer almirante de la historia de la navegación española.
De Galicia a Perú
El pasado y los orígenes de Isabel Barreto no están del todo claros. Su biografía, anterior a su llegada a tierras americanas, en 1585, es difusa e inconcreta. Isabel Barreto, cuya fecha de nacimiento algunos sitúan en 1567, habría sido una mujer natural de Pontevedra nacida en el seno de una familia noble gallega. Su padre podría haber sido Francisco Barreto, marinero de origen portugués y gobernador de la India portuguesa. Otros hacen de Nuño Rodríguez Barreto, conquistador del Perú, su padre, y Mariana de Castro su madre.
Lo que parece más cierto es que siendo todavía una niña, una pequeña con una elevada educación, viajó con sus padres hasta Perú a donde es probable que hubiera viajado junto con el séquito del nuevo virrey de Nueva Castilla, Don García Hurtado de Mendoza, y su esposa Teresa de Castro.
En 1585 la encontramos ya casada con Álvaro de Mendaña, uno de los exploradores más destacados de la historia de los descubrimientos. Mendaña había nacido en León, hacia 1542 y llevaba a sus espaldas una larga carrera como navegante. De hecho, estaba prácticamente arruinado cuando tuvo la ocasión de casarse con la joven y rica dama Isabel Barreto.
De Perú al Pacífico
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Álvaro de Mendaña |
En 1595 Álvaro de Mendaña organizó una nueva expedición para poblar las Islas Salomón, descubiertas años antes por él mismo. Entre las personas que iban a bordo de los cuatro navíos de la expedición había algunas mujeres, entre ellas Isabel, a pesar de la disconformidad de algunos de los marineros de la expedición.
Desde el principio, el duro viaje por mar enfrentó a Isabel y al portugués Pedro Fernández Quirós, totalmente contrario a la presencia de mujeres en los barcos y hastiado de soportar el carácter enérgico y dominante de la esposa de Mendaña.
El 18 de octubre, en tierras de las Islas de Santa Cruz, Álvaro de Mendaña murió a causa de la malaria. Antes de morir, y para sorpresa y desacuerdo de muchos, nombró a su esposa gobernadora en tierra y a Lorenzo Barreto, su cuñado, almirante de la expedición. Este hermano de Isabel también moría a los pocos días, lo que convertía a Isabel en la persona al mando en tierra y en el mar. En aquel momento Isabel Barreto se convertía en adelantada del mar océano, título que ostentaba una mujer por primera vez en la historia.
Rumbo a las Filipinas
El 11 de febrero de 1596 las naves de Barreto llegaban al Puerto de Manila. Terminaba una fase de la expedición plagada de problemas y conflictos con su almiranta, tachada por muchos de déspota y dominante.
Isabel Barreto se ganó su fama de mujer caprichosa pues mientras la tripulación moría de hambre y sed, ella custodiaba los víveres y lavaba la ropa con agua dulce sin ningún tipo de miramiento.
A todo ello se unía su aplicación de la justicia radical, pues no le temblaba el pulso al ordenar la ejecución de cualquier miembro de la tripulación que pusiera en duda su poder.
En Filipinas, y cuando no se había cumplido ni un año del fallecimiento de su primer esposo, Isabel se volvió a casar, esta vez con el general Fernando de Castro, caballero de la orden de Santiago. Los nuevos esposos continuaron su vida expedicionaria navegando de nuevo a América donde se le pierde la pista y de nuevo surgen divergencias sobre la fecha y lugar de fallecimiento. Mientras unas fuentes sitúan su muerte en 1610 otros la alargan hasta 1612 y hay quien la sitúan en el continente americano mientras otros aseguran que volvió a pisar tierras españolas.
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