Antes de nacer y después de nacer, el cerebro va creciendo, añadiendo nuevas células y las neuronas recién formadas migran desde las zonas de proliferación hasta su destino final, donde empiezan a construir circuitos funcionales. Es decir, unos meses antes de nacer y unos meses después de nacer un ejército de células neuronales jóvenes —las llamamos neuroblastos— nace cerca de los ventrículos cerebrales y migra largas distancias a través del tejido nervioso, hasta llegar a su destino definitivo donde establecen sinapsis
y se incorporan a redes neuronales.
Mercedes Paredes y su grupo de investigación han estudiado los cerebros de bebés que murieron al poco de nacer de defectos cardíacos congénitos y otros problemas sin relación con el cerebro y han encontrado un grupo hasta ahora desconocido de neuroblastos en migración. Los investigadores cogieron delgadas láminas de esos encéfalos y las mantuvieron vivas in vitro durante dos días. Han descubierto que aunque la mayor parte de la neurogénesis y la migración tiene lugar antes del parto, después de nacer el niño un grupo masivo de neuronas prolifera cerca de los ventrículos cerebrales y migra en cadenas, rodeando algunos vasos sanguíneos que probablemente les sirven de guía hasta llegar a los lóbulos frontales, la zona del cerebro que tenemos detrás de la frente, donde se dispersan radialmente. El resultado es que esta zona se hace más grande, con más neuronas y más compleja.
Las neuronas jóvenes que han migrado postnatalmente hasta la corteza anterior del cíngulo se desarrollan como interneuronas inhibitorias; es decir, disminuyen la actividad de otras neuronas. La relación con el GABA es importante porque encaja con datos genéticos, con el estudio postmortem de tejido cerebral, con la incidencia de ataques epilépticos, y con aspectos comportamentales, como la sensación de agobio por estímulos sensoriales ambientales que los normotípicos ignoramos con facilidad.
Parte de las células nacidas junto al ventrículo, en la llamada zona subventricular, avanzan a través de la corriente migratoria rostral hasta llegar al bulbo olfatorio. En los seres humanos hay una ruta adicional, la corriente migratoria medial, que lleva neuroblastos hasta la corteza prefrontal medial. Esta zona del lóbulo frontal es importante para el comportamiento social y para las funciones ejecutivas, la toma de decisiones.
Este reclutamiento de neuronas jóvenes en la vida postnatal puede ser fundamental para modular los circuitos cerebrales incorporando las experiencias que ese bebé tiene en los primeros meses. Este temprano proceso postnatal parece clave para la maduración y plasticidad de la corteza frontal humana. A lo largo de los primeros siete meses de vida postnatal, el número de células migratorias va disminuyendo y a los dos años de edad, ya no se ven. Cualquier daño durante la migración, tal como una falta de oxígeno, marcará el desarrollo del niño y su comportamiento posterior. La disrupción de la migración postnatal puede ser el sustrato de alteraciones del desarrollo cerebral, como los trastornos del espectro autista.
Para leer más:
- Paredes MF, James D, Gil-Perotin S, Kim H, Cotte JA, Ng C, Sandoval K, Rowitch DH, Xu D, McQuillen P, Garcia-Verdugo JM, Huang EJ, Alvarez-Buylla A (2016) Extensive migration of young neurons into the infant human frontal lobe. Science (en prensa)
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