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UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. | |
Posted: 05 Dec 2016 12:58 AM PST
![]() Tengo amigos que pasaron una noche terrible porque el chupete de su hijo no aparecía y decidieron comprar cinco iguales. También tengo unos familiares que tuvieron que conducir doscientos kilómetros por una mantita que se habían olvidado en otra casa y sin la que estaban seguros que su hija no dormiría. En el caso del autismo, con esa fijación por las rutinas y los objetos familiares, la cosa puede ser mucho más grave. La gente le decía a Marc Carter, el padre de Ben, que cuando estuviera atenazado por la sed bebería de donde fuera pero dos viajes a las urgencias del hospital, con sendas deshidrataciones, sugerían que eso no era así. Ben no ha bebido en la escuela desde que tenía 5 años y no bebe fuera de casa por lo que la familia no puede viajar a ningún lado. Hace tres años consiguieron la última taza y fueron cambiando gradualmente, pieza a pieza, la taza anterior para superar las suspicacias de Ben. Marc Carter lanzó una súplica a través de twitter ¿alguien tendría una taza similar a la Ben y que ya no utilizase? ![]() La llamada de auxilio también llegó al fabricante de la taza, Tommee Tippee que revisó los inventarios, pidió que buscaran en los almacenes que tienen en los Estados Unidos, Australia, Francia y Hong Kong y como decimos normalmente, removió Roma con Santiago, intentado encontrar aquellas tazas. Tampoco tuvo éxito o no lo tuvo como esperaban. No apareció una caja con tazas pero apareció el molde con el que habían sido hechas. Así que llamaron a Marc y le dijeron que le mandarían todas las tazas que necesitase. Finalmente acordaron que le enviarían gratuitamente 500, suficiente para cambiarlas las veces que hicieran falta, para que le durasen una vida que ojalá sea larga y feliz. ![]() Para leer más:
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