Las personas adultas no solemos ver los espacios televisivos dedicados a la infancia o adolescencia, y salvo que haya alguna emisión que suscita la polémica no sabemos nada de las historias que ven nuestros hijos/as o alumnos/as. En la mayor parte de los casos hablamos por referencias. A lo mejor hace falta que le dediquemos un poco de tiempo para saber qué estereotipos se están transmitiendo a través de este medio, tanto en la publicidad como en las series u otros programas. Si pensamos que la televisión es uno de los primeros agentes de socialización de nuestro tiempo, hay que saber qué valores se trasladan en ese proceso de inculturación.
Pese a la variedad y diversidad de espacios hay una serie de aspectos que la televisión aborda de modo predominante. He aquí los recogidos en el
Informe del Defensor del Menor, ¿"Qué menores ven los menores en la televisión?" del 2008.
1.-
La infancia recuperada, esta es la visión dulce e idealizada de los adultos sobre la niñez. Ya no es la visión prioritaria en los espacios televisivos. Presente en series como
Cuéntame o
Águila Roja.
2.-
El menor como víctima, donde la transgresión de una norma adquiere una dimensión dramática asociada al peligro, amenaza o mismo castigo para el transgresor. Se presenta el miedo como elemento de control social. Se encuentra en series como
El Internado o en culebrones iberoamericanos.
3.-
El menor como héroe, aquí se mezclan elementos vinculados con el universo ético, estético y moral del guerrero de la tradición oriental con elementos extraídos de la ciencia-ficción. En series como
Pokémon,
Bola de Dragón, o dibujos animados japoneses de estética manga, en los que hay que analizar el papel de la violencia en este tipo de productos.
4.- La infancia como simulacro y coartada, presente especialmente en dibujos norteamericanos (South Park) que reflejan la pérdida de la inocencia en la construcción de la identidad infantil. Propuestas claramente adultas, sin moralejas ni modelos de conducta imitables, con una visión agria, descarnada, sarcástica y cínica, pese a que el adulto puede intuir una defensa de determinados valores positivos cívicos y éticos. Entretienen por igual a padres e hijos; el problema radica en como son descodificados por los pequeños.
También suele aparecer un tratamiento del menor como "el buen salvaje", al estilo de Shin Chan, con una visión crítica de la familia, deslegitimada de su función tutelar, caricaturizada y ridiculizada, tanto en su vertiente familiar como en la profesional y de adultez y general.
5.- Individualismo altruista, en series en las que se cuestiona la norma ya que es entendida sólo como regla o imposición, más, menos arbitraria del poder. Es común, por lo tanto, que los personajes traten de saltarse las reglas impuestas; salvo por los actores secundarios "empollones" atemorizados cumplidores de esas reglas.
6.- Actividades extraescolares: sexo, drogas, hip-hop. Es curioso que en muchas series ambientadas en centros escolares (Al salir de clase, Física y Química) los problemas no tienen nada que ver con lo intelectual, sino más bien con aspectos relacionales. Los chicos capaces cognitivamente hablando son siempre marginales a la trama.
Hay una visión normalizadora de las relaciones sexuales que obvia las consecuencias que pueden derivarse de ellas. El consumo de drogas o alcohol se presenta como conducta habitual y cotidiana. También aparece un consumo compulsivo (fashion victim, shopping), especialmente femenino que se presenta como actividad de ocio frívola y divertida.
7.- Simbiosis intergeneracional. Hay un claro cuestionamiento de la jerarquía familiar a través de figuras parentales deficitarias: padre egoísta o débil (Simpsons), madre angustiada e histérica. Hay una falta de legitimación o de ascendente moral de los adultos en la imposición de normas.
8.- Tradicionalismo en la modernidad; en algunas series los estereotipos infantiles o adolescentes se asocian a elementos muy convencionales y poco transgresores. Los roles de género se corresponden con los estereotipos clásicos: lo femenino como sensibilidad o debilidad, de fácil manipulación; y lo masculino como franqueza o falta de complejidad. Los roles negativos principales son: chicos/as malos/as y los "pringados" o "pagafantas", algo que obviamente hace mucho más atractivos a los personajes malvados.
A grandes rasgos esto es el que consumen los chicos y los jóvenes a diario. Espejo o construcción de la realidad. A lo que hay que sumarle lo que reciben pasivamente porque la televisión está enchufada mientras ellos andan por allí: telebasura, realitys, tertulias con contertulios de lo más infame, culebrones, etc.
Ya dirán si pesa más o menos que lo que podemos inculcar desde la escuela.
¿Qué hacemos? ¿Seguimos como si esto no fuera con nosotros?
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