miércoles, 9 de mayo de 2012

Rv: La princesa de las alas rosas


  

La princesa de las alas rosas

Aunque los tiempos cambian y poco a poco se van logrando avances hacia la inclusión de las personas con discapacidad, tradicionalmente no se incluye a estas personas como integrantes naturales de la comunidad. Se los considera "especiales", relacionándolos con roles específicos como el de seres dependientes, incapaces de lograr determinadas cosas, etc. Son personas que llaman la atención si se los ve en universidades o en determinados trabajos. Y es que aún hoy día la sociedad se basa en la diferenciación humana, lo cual se manifiesta por ejemplo, en políticas de desarrollo por separado para personas con discapacidad. Y esta situación es tal que los mismos damnificados y sus familias lo aceptan ya que tienen interiorizados los patrones culturales existentes.
Y es que en nuestra sociedad se discrimina a cualquiera que se aleje del patrón predominante, aquél al que llamamos "normal". Así aparece la diferencia entre los términosnormal y anormal. Los primeros son los que se acercan positivamente a las expectativas sociales y culturales, mientras que los otros se alejan de ellas, se consideran diferentes, especiales… anormales. 
Pongamos un ejemplo que hoy día nadie entiende como discapacidad o anormalidad: la lateralidad de las personas. En la década de los años 60 las personas zurdas eran vistas como personas con anomalía, siendo obligadas a escribir con la mano derecha y castigadas si no lo hacían. A partir de los años 80, con el cambio de actitud de la sociedad, se acepta esta cualidad como una característica física, permitiéndoles a las personas zurdas ser autónomas sin perder su característica intrínseca. 
Por ello, bajo nuestro punto de vista, la discapacidad realmente está configurada por la misma sociedad, puesto que depende de los medios de superación, de promoción y de igualdad que ofrece a todos sus individuos. Es la sociedad quien hace a las personas discapacitadas.
Y es cierto que, por lo general, el conjunto de la sociedad dice respetar el pleno derecho de quien posee discapacidad o desventaja. La legislación, los tratados y documentos enfatizan la intención de cumplir con el indiscutible respeto por la diversidad, con la intención de buscar la integración, la igualdad.
Pero la representación social de la discapacidad sigue relacionándose con la ayuda y el asistencialismo y eso actúa en contra de una integración plena, de una verdadera idea de igualdad social. La equiparación de oportunidades queda vacía de contenido porque no tenemos interiorizados valores compatibles con ella.
Nuestra actitud como colectivo deberá ser modificada para lograr una verdadera equiparación de oportunidades. Porque una inclusión total se puede lograr, pero debemos comenzar por cambiar nuestra idea sobre la discapacidad.

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