Poco a poco nos vamos despidiendo del grupo, haciendo pequeños gestos que queden grabados en su recuerdo del paso por la escuela infantil y del grupo de compañeros con los que compartieron tres años.
En esta ocasión quisimos que todos deran su opinión sobre las cualidades de los compañeros. A estas alturas, todos saben de los puntos fuertes y débiles de los otros, aprendieron a aceptarlos o a obviarlos, y a reseñar lo positivo. Así, partiendo del nombre de cada uno de ellos, acordamos hacer un acróstico con adjetivos que los definan.
En primer lugar fue preciso saber las letras que emplearíamos -descartando las que no forman parte del nombre de nadie- y por grupos pensaron y buscaron adjetivos, palabras que poder decir de un compañero o compañera. Acto seguido, disponiendo de todo ese abanico de palabras, empezamos a hacer los acrósticos consensuando entre todos los adjetivos que más le convienen cada uno de ellos. Cómo para hacer un sociograma, no penséis que se equivocaron en la apreciación.
Una vez elaborados todos y visto que retratan a cada uno de los niños y niñas de forma única -tenemos en la clase nombres repetidos, pese a todo, los adjetivos empleados fueron diferentes, ya que, los niños son distintos-, plasmados artísticamente en una cartulina, se introducen en una botella de cristal, que se cierra y sella con silicona, para así permanecer siempre como recuerdo de cómo eran vistos en infantil por sus compañeros/as.
Le mostramos ejemplos de mensajes en botellas que aparecen muchos años después y de lo que les gustará, encontrar dentro de uno años estos mensajes del grupo.
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