En nuestra memoria
la Feria del Libro de Compostela va indefectiblemente ligada a la llegada de la primavera –que no al buen tiempo-, al ver los árboles de la Alameda cubiertos de hojas, los rododendros y azaleas en flor, a los macizos de tulipanes, al sol en el Paseo de la Herradura, y cómo no, a los preparativos de la fiesta de la Ascensión. Además, también llevaba asociados aquellos tiempos que le dedicábamos a lo que comprábamos. Cuando descubrimos la Feria, por aquel entonces nos parecía muy grande, un montón de librerías con cientos de libros que nunca antes habíamos visto; incluso hubo ocasiones en los que se unió con una Muestra de Arte y era una hermosura, gente que iba, que venía, que miraba, que compraba …
Hace ya unos años dejamos de ir a ese tipo de eventos. Ahora con la red podemos saber al momento de lo más reciente de todas las editoriales existentes, ya no había nada que nos pareciese una novedad. En más de una ocasión, incluso cuestionamos la pertinencia de la realización y subvención de este tipo de actividades, tanto para el público como para las librerías que participan. Pensábamos que había que buscar otro modelo de negocio, otra forma de promocionar el producto y otra manera de hacer lectores.
Ayer amaneció el día claro y soleado, pidiendo salidas desde bien temprano, así que convencimos a nuestras niñas de que podíamos pasar una bonita mañana en Compostela y allá fuimos.
En efecto, ya no es lo que era. Dado lo cambiante de la climatología, ahora las casetas –que no sé si llegarán la diez- se arraciman bajo una carpa. Pero, y con todo …, aun merece la pena ir.
El buen hacer y criterio de los libreros hacen surgir ante nuestros ojos libros y editoras que no conocíamos; por ello tiene ese punto de descubierta. El contacto físico con los libros suscita un deseo más intenso que el producido por la oferta virtual; delante de un libro, ya se puede sentir si habrá química o no. La profesionalidad de los libreros hace que en la conversación con el potencial cliente se transmita su amor polos libros y sus consejos. Claro que no es lo mismo, Internet aun no nos pode dar eso.
Llama nuestra atención que el grueso de lo expuesto es de literatura infantil. Bien saben los libreros de quién va a la feria, cómo, con quién va y por quién se rascan el bolsillo.
Leíamos días atrás en el blog de la editorial Galaxia un artículo de Xosé Antonio López Silva, titulado "
Casetas, libros y cuadernos", que nos hizo recordar con nostalgia lo que fue la Feria del Libro para muchos y muchas de nosotras. Esperamos y deseamos que así sea para nuestras niñas y para todos los críos que esta mañana divertían felices con sus libros bajo el brazo por el Paseo de las Letras Gallegas.
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