Hoy no vamos a hablar de talleres, de sesiones, de clases prácticas o de visitas a escuelas. Hoy vamos a hablar de nuestra vida aquí, como salvadoreñas, porque ya lo somos un poquito, o al menos así es como nos hacen sentir aquí.
De cumple con la familia
Nuestra casita
En San Vicente tenemos una familia un poco peculiar. Hilda, Chamba, "Los vecinos" (Marce, Dieguito, Alex, Zoili y Elías), Cesar y la Fran, constituyen un núceo familiar poco convencional del que nos han hecho partícipes. Con ellos vamos y venimos, hacemos cenas comunales, celebramos cumpleaños que duran 3 días y sobre todo nos reímos.
Ahora es época de lluvias en El Salvador, estamos en invierno, pero que nadie se equivoque, los 30-35 grados al medio día y el 80% de humedad hacen que la sensación térmica se acerque más a la de la costa del sol en pleno agosto que a la de Madrid en pleno enero.
No entiendo por qué hay bandera roja...
Por las mañanas nos levantamos a las 7, madrugadoras? No, aquí se levantan a las 5 y el gallo canta a las 2...bueno, y a las 3 y a las 4...según le dé, pero nosotras nos despertamos al grito de "¡¡tamaleeeeees!!".
De camino a la uni nos llevamos nuestras güarachitas, que amablemente compra Hilda a las 6 de la mañana para que desayunemos. También compramos pan dulce para los recesos. En los 15 minutos que tardamos en llegar perdemos la cuenta de las veces que nos dicen "hello my friend". Esto último es culpa de la rubia, bueno y un poco de la castaña...por aquí no se creen que seamos todas de la misma región de España.
En el Tunco enseñando a nadar a Marce y Alex
La mañana la pasamos trabajando cada una en su proyecto y nos juntamos de nuevo a la hora de comer. Dos tortillas y un fresco acompañan cada uno de nuestros platos y varios aguacateros esperan ansiosos las sobras. Aquí hay casas de comida en cada esquina y ya somos clientela fija de una. Mañana tenemos que avisar en la panadería de enfrente si vamos a comer, aquí comienzan las vacaciones y solo abrirán si vamos nosotras...ya somos VIPs. No nos deja de sorprender la relación que tienen en este país con la comida. Prácticamente puedes hacer la compra sin moverte de casa o incluso en el autobús.
Laguna de Apastepeque
Por la tarde después de clase volvemos a casa. El Super Selectos es parada obligatoria y si tenemos suerte no volvemos muy mojadas. Aquí cuando llueve, llueve, pero siempre tienes la certeza de un sol radiante a la mañana siguiente. Terminamos el día platicando con la familia y comapartiendo unas sabrosas pupusas (no todos los días para que no nos suba el colesterol).
Dieguito
Anochece pronto y a las 9 de la noche se acaba el día para la mayoría de los salvadoreños. Mientras, nosotras aprovechamos para hacer balance y prepararnos para la siguiente jornada. El tiempo pasa a una velocidad diferente aquí.
Con ilusión seguirmos en esta aventura y muy pronto os seguiremos contando.
Abrazos,
Lu, Clara y Shere
Nota: cosas que no funcionan en El Salvador. El desodorante y el repelente de mosquitos. No os asustéis que aún así, nosotras nos seguimos echando las 2 cosas.
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