UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 20 Feb 2015 06:35 AM PST
En La Divina Comedia, Dante Alighieri se encuentra en el infierno con Capoccio «que falseó metales con la alquimia» y otros condenados que habían sido castigados con «la saña ardiente de un picor fiero que nada puede aliviar» y que «se mordían con las uñas a ellos mismos … y arrancaban la sarna con las uñas, como escamas de meros el cuchillo». Es el prurito, comezón o picazón. La definición planteada por el médico alemán Samuel Hafenreffer en 1660 sigue perfectamente vigente: una sensación desagradable que provoca el deseo de rascarse.
La piel es nuestro órgano sensorial más grande y transmite al sistema nervioso central dolor, temperatura, tacto y picor. El prurito es el problema dermatológico más común que existe y puede darse en todo el cuerpo o estar localizado en una zona determinada. Puede ser agudo, como el causado por la picadura de un insecto o crónico, en cuyo caso es un reto clínico con pocas terapias eficaces. El picor crónico puede ser de cuatro tipos: dermatológico, sistémico, neuropático y psicogénico. El dermatológico surge de una enfermedad de la piel tal como una dermatitis atópica, eczema, psoriasis, urticaria o xerosis. El picor sistémico, por el contrario, surge por enfermedades de otros órganos que no sean la piel, como el prurito colestático (hígado) o el prurito urémico (riñón). El picor neuropático puede ir ligado a trastornos del sistema nervioso central o periférico, incluyendo neuropatías, esclerosis múltiple, tumores cerebrales o compresión o irritación de un nervio. El prurito también puede ser psicogénico. Los pacientes con psicosis pueden tener alucinaciones cutáneas —sentir que bajo su piel se mueven hormigas, parásitos o que hay alambres o hilos— o rascarse de forma compulsiva a causa del estrés. Algunas historias sobre el picor y el rascado patológico ponen los pelos de punta. Atul Gawande contaba en el New Yorker el caso de una psicóloga, M., que sufría un picor insoportable en la cabeza. Había surgido tras un episodio de herpes pero los médicos no veían nada en su cuerpo cabelludo, ni parásitos ni hongos, tan solo las señales y las heridas del rascado. Por el día intentaba controlarse pero las manchas de sangre en la almohada por la mañana indicaban que se rascaba muy intensamente mientras dormía. Probó a ponerse gorros para dormir, vendarse la cabeza o usar unas manoplas pero nada parecía funcionar. Una mañana se despertó con un líquido cayendo por la cara, no era sangre y fue al médico, que ordenó que la llevaran al quirófano inmediatamente. Aquella noche se había rascado la cabeza de tal manera que había atravesado el cráneo y había llegado a dañarse el cerebro teniendo una pérdida de líquido cefalorraquídeo. Al igual que el dolor, la sensación de picor la inician neuronas aferentes primarias —llamadas pruriceptivas— que llevan información desde la piel al sistema nervioso central. Los cuerpos de estas neuronas aferentes primarias están localizadas en los ganglios de la raíz dorsal y en el ganglio trigémino. Debido a las similitudes entre el dolor y el picor, históricamente el prurito se consideraba un subtipo de dolor pero los avances científicos más recientes sugieren que la sensación de picor es una modalidad sensorial específica que utiliza vías neurales propias. Igual que tenemos rutas del dolor, tenemos rutas del picor. El prurito puede tener un impacto perverso en la calidad de vida como bien sabían los pecadores mencionados por Dante. Los científicos hablan del prurito y el rascado como un ciclo, donde la comezón genera el reflejo de usar las uñas que a su vez alivia momentáneamente el prurito pero al cesar, se incrementa esa sensación de picor. El mismo Montaigne lo dijo con claridad «Rascarse es una de las gratificaciones más dulces de la naturaleza, y más a mano que ninguna». El alivio causado por un fuerte rascado se debe a que las vías nerviosas que transmiten ambas sensaciones, picor y dolor, cursan por las mismas zonas y como si se tratara de dos personas intentando pasar por una puerta estrecha, la sensación de dolor ocupa la vía sensorial y no deja pasar la sensación de picor. Cuando dejamos de rascarnos y el dolor cesa, el picor se vuelve más intenso, con lo cual nos rascamos aún más fuerte en una espiral que puede terminar con heridas sangrantes en de la piel. Para librarse del prurito, sobre todo es constante, hay que consultar al médico de cabecera y seguir unas estrategias relativamente sencillas:
El sistema es como sigue: la gente se rasca porque el dolor inhibe el picor, pero como el SNC libera serotonina para disminuir la sensación dolorosa, tienen que rascarse más fuerte para conseguir una sensación dolorosa suficientemente intensa para suprimir el prurito, pero entonces el SNC vuelve a intentar controlar el dolor así que libera más serotonina en la zona dolorida por el rascado con lo que la sensación de dolor vuelve a bajar, el picor vuelve a aparecer y hay que rascarse aún más fuerte en un círculo vicioso que termina frecuentemente con la piel sangrando. Hay unas neuronas que contienen el llamado péptido liberador de gastrina (GRP) y que intervienen en el comportamiento de rascado. El mismo grupo de Chen había descubierto que las neuronas con receptor para GRP (GRPR) eran las responsables de que la sensación de picor fuera muy intensa. La serotonina, de camino hacia la zona irritada, activa las neuronas GRPR que modulan el prurito al mismo tiempo que otras neuronas que modulan el dolor. Eso hace que cuando nos rascamos, la misma serotonina que libera el cerebro para controlar la sensación de dolor, active a las GRPR con lo que la sensación de picor es aún más intensa. La investigación abre posibilidades sugerentes como bloquear los receptores de las neuronas GRPR con lo que eliminaríamos ese refuerzo al picor pero los circuitos cerebrales son más complejos y no será tan fácil librarnos de esta sensación desagradable. Ya lo dijo el poeta Ogden Nash, que «la felicidad es tener un rascado para cada picor». Este artículo fue originalmente publicado en mi blog de Investigación y Ciencia Tormenta de Cerebros Para leer más:
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