miércoles, 7 de octubre de 2015

El Libro Blanco de la Función Docente by J.A. Marina




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El Libro Blanco de la Función Docente by J.A. Marina

by Jordi Martí
En primer lugar debo confesar que, a pesar que José Antonio Marina no sea uno de mis adalides ideológicos cuando habla de Educación, es una de las personas válidas con las que se debería contar para realizar cualquier cambio educativo. Eso sí, una vez dicho lo anterior, creo que lo que no está en condiciones de hacer es ser el puntal para la creación de un Libro Blanco de la Función Docente. Bueno, para no irnos sesgando las palabras, un nuevo Estatuto para la Función Docente donde, supuestamente, se recogerán condiciones laborales y el tan necesario establecimiento de una carrera profesional para un docente, actualmente inexistente.
Lo siento, no creo que un personaje afín a postulados exógenos (muy amante como ha confesado en muchas ocasiones del sistema educativo finlandés, de la "excelencia" y de las pruebas PISA) pueda diseñar o, ni tan sólo esbozar, un documento que, por su importancia, debería ser diseñado -que no consensuado porque, una vez realizado el borrador, el consenso se alcanza por estar planteado sobre planteamientos para los que sólo vale decir sí o sí- por los que, día a día están en las aulas y, lamentablemente, el señor Marina hace tiempo que dejó de estar en ellas. Ello no le invalida para poder realizar aportaciones, pero sí para que su opinión sea la base de ese Libro Blanco.

Se hace imprescindible dotar al profesorado de una serie de reglas y supuestos para incentivar la mejora profesional. Es más que recomendable plantearse "premiar" a aquellos docentes que lo están haciendo bien en sus aulas (con TIC o sin ellas, con nuevas metodologías o sin ellas, mediatizados o sin mediatizar) y, lo que es más importante... "ayudar" a aquellos docentes que, por determinados motivos, no acaban de estar a gusto en las aulas o tienen problemas para llevar adelante sus clases. En definitiva y, al igual que sucede con nuestros alumnos, no deberíamos dejar a nadie atrás porque, lo único que tengo claro es que un marco legislativo que gestione la función docente sólo va a tener sentido cuando vaya en busca de plantillas docentes equilibradas que permitan llevar a cabo ese cambio educativo que algunos tanto ansiamos. Un equilibrio que debería alejarse de la sanción y que debería ir mucho más enfocado a potenciar lo bueno de los docentes -que es mucho-.
 Yo sí que creo que se hace necesario dicho articulado legislativo pero, que el mismo llegue de manos de alguien, afín ideológicamente al gobierno de turno, sin contar con los verdaderos responsables del cambio educativo como son quienes están actualmente en las aulas es algo que me preocupa. Me preocupa el sesgo ideológico del futuro Libro Blanco. Me preocupa que lo único que se pretenda sea privatizar la docencia y establecer un funcionamiento empresarial para los profesores. Me preocupa porque, lo único que tengo claro después de todos estos años, es que la Escuela NO es una empresa. O, al menos, no debería serlo.
J


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