UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 07 Oct 2015 02:25 AM PDT
Los lenguajes silbados sobreviven en nuestros días en España (La Gomera, Islas Canarias), Papúa Nueva Guinea, México, Vietnam, Guayana, Nepal, China, Senegal y Turquía. El silbo gomero era usado especialmente por los pastores que estaban en las zonas altas de la isla.
Les permitía comunicarse a través de los barrancos y los estrechos valles gomeros, alcanzando distancias de más de cinco kilómetros. Lo usaban los guanches antes de la llegada de los castellanos a las Islas Canarias en 1402 y se «hablaba» también en El Hierro, Tenerife y Gran Canaria. Después, se adaptó su uso para el español y un silbador experimentado puede expresar más de 4.000 conceptos o palabras. Los silbadores cogen toda la información sintáctica y léxica del idioma vocal y la transforman en silbidos que varían en su tono y su línea melódica, y que puede mantenerse continua o ser interrumpida. Su sencilla estructura -tal como lo conocemos ahora emplea seis sonidos, dos de ellos denominados como vocales y los otros cuatro como consonantes- puede generar ambigüedades. Sin embargo, la repetición, el contexto de la comunicación y el propio mensaje -sentencias cortas y simples, utilizadas con cierta frecuencia, casi mensajes tipo- permiten una comunicación funcional. Los expertos explican, no obstante, que usando el silbo se puede hablar de cualquier cosa, incluida física cuántica, aunque no creo que sea el tema más popular entre los silbadores gomeros. Hay dos grandes vías cerebrales implicadas en el procesamiento del habla y que conectan las zonas anteriores y posteriores de la corteza: una dorsal, muy lateralizada, con un fuerte predominio del hemisferio izquierdo donde se establecen señales acústicas a los circuitos que articulan las palabras, y una vía ventral, menos lateralizada, implicada en la comprensión del lenguaje. El hemisferio cerebral izquierdo es el dominante en el 95% de los diestros y el 60% de los zurdos. La predominancia del hemisferio izquierdo se ha demostrado en lenguajes tonales y atonales, en lenguas de clicks y en lenguas de signos o escritas. El hemisferio izquierdo tiene los centros cerebrales que controlan el lenguaje y la lógica: en particular, el área de Broca y el área de Wernicke. El área de Broca se encarga de la producción del habla enviando órdenes a la lengua, los labios, la garganta y las cuerdas vocales. El área de Wernicke se encarga del reconocimiento de las palabras escritas y habladas. El giro angular, presente en ambos hemisferios, está relacionado con la interpretación del lenguaje humano y asigna un código común para la información visual y auditiva recibida. Por su parte, el hemisferio derecho se ocupa más de algunos aspectos «musicales» del habla como las inflexiones del tono, los hitos del espectro sonoro y las líneas melódicas y también interviene en lo que llamamos el «lenguaje corporal» como los gestos y la expresión facial que acompañan a menudo al lenguaje oral. Dos estudios han analizado la neurociencia de los lenguajes silbados. En 2005, el silbo gomero fue estudiado utilizando resonancia magnética funcional (fMRI) por un equipo liderado por Manuel Carreiras de la Universidad de La Laguna y David Corina de la Universidad de Washington. Esta técnica analiza el consumo local de oxígeno y permite identificar las regiones cerebrales que se activan cuando el sujeto hace una tarea determinada. En 2015, un grupo de investigación turco-alemán estudió un lenguaje silbado de las montañas del nordeste de Turquía llamado kuş dili o lenguaje de los pájaros. En este caso, usaron un modelo de atención dicótica para estudiar la asimetría del lenguaje. Mediante unos auriculares, los participantes escuchan las mismas sílabas (homonímico) o distintas (dicótico) en los oídos izquierdo y derecho y después, deben informar qué es lo que han escuchado. Los test de escucha dicótica suelen concluir que lo que se escucha es lo que ha percibido el oído derecho, debido a la supremacía del hemisferio izquierdo en el procesamiento de los sonidos del habla. En los dos estudios, los participantes incluían personas que entendían y hablaban el silbo y el lenguaje vocal (español o turco) y otras que solo entendían el lenguaje vocal, que sirvieron de grupo control. En el primer estudio, los dos grupos escucharon palabras en silbo y en español, separadas por silencios y grabaciones de silbo en orden habitual y grabaciones puestas al revés, imposibles de entender. El resultado fue que las mismas áreas cerebrales asociadas a los lenguajes hablados se activaban en los hablantes del silbo pero no en los controles. Las zonas específicas del hemisferio izquierdo implicadas en la comprensión del lenguaje no se activaban ni en unos ni en otros cuando el silbo grabado se reproducía al revés. Las áreas activadas para el procesamiento del silbo y el castellano diferían ente silbadores y no silbadores por lo que el silbo modificaba la actividad cortical en los silbadores, que lo entendían y era un lenguaje con contenido pero no en el grupo control, donde era solo un grupo de notas musicales sin un mensaje comprensible. Por tanto, las regiones que procesan el lenguaje en el cerebro se adaptan a una gran variedad de señales pues el silbo tiene un nivel de ambigüedad mucho mayor que el español vocal. Curiosamente, los hablantes del silbo mostraban cierta activación del hemisferio derecho tanto cuando usaban el español como con el silbo, algo que se ve normalmente en los bilingües y que el segundo estudio ha demostrado con claridad en los silbadores turcos de la lengua de los pájaros. En el estudio de Güntürkün y su grupo los resultados principales fueron que la comprensión del lenguaje silbado requería la participación de los dos hemisferios cerebrales puesto que se observaba una disminución relativa de la contribución del hemisferio izquierdo y un aumento relativo de los mecanismos de codificación del hemisferio derecho. Los lenguajes silbados necesitan un procesamiento cerebral diferente lo que genera un cambio radical en las asimetrías del lenguaje, que estarían en buena parte moduladas por las propiedades físicas del input léxico. Los dos estudios permiten concluir que la preponderancia del hemisferio izquierdo para los lenguajes no se mantiene cuando las personas codifican un lenguaje que está básicamente constituido por las propiedades acústicas en las que está especializado el hemisferio derecho. Los lenguajes silbados incrementan la actividad del hemisferio derecho y generan un patrón cerebral más equilibrado entre ambos hemisferios. Los lenguajes silbados son especies en extinción. Suelen ser una adaptación al medio en culturas donde hay individuos o pequeños grupos que viven aislados unos de otros y se encuentran mayoritariamente en las montañas, como en el caso de los silbadores gomeros y turcos, o en las selvas densas. Cuando empezamos a conocerlos, nos damos cuenta de que están a punto de desaparecer. Se considera que existen unas 70 lenguas silbadas todavía en uso pero solo doce han sido descritas y estudiadas científicamente, incluido el silbo gomero. Es de las que están en mejor situación pues aunque había sufrido el éxodo de la población rural en la segunda mitad del siglo XX, el estado autonómico establecido en la constitución española de 1978 supuso un respaldo para las manifestaciones culturales autóctonas y el silbo se empezó a enseñar en las escuelas de La Gomera y en 2009 fue inscrito por la Unesco en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Mi cariño y admiración a las personas humildes que supieron mantener viva una tradición tan hermosa durante siglos. En la actualidad, el principal enemigo de los lenguajes silbados lo tenemos muy cerca: el teléfono móvil. No hay mayor interés en comunicarte a base de silbidos si puedes hacerlo sin esfuerzo usando uno de estos aparatos omnipresentes en nuestras vidas. Y para terminar, no puedes haber leído esto sin escuchar el silbo gomero:
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario