viernes, 7 de septiembre de 2012

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Aula propuesta educativa

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Posted: 06 Sep 2012 09:17 AM PDT

Los azotes afectan la salud mental de los niños, según un estudio

El castigo físico se relaciona con trastornos de salud mental y abuso de sustancias en la adultez



 Traducido del inglés: martes, 3 de julio, 2012

LUNES, 2 de julio (HealthDay News) -- Azotar o abofetear a los hijos podría aumentar las probabilidades de que desarrollen problemas de salud mental que les afecten en la adultez, sugiere un estudio reciente.

 Investigadores de Canadá hallaron que hasta el siete por ciento de una variedad de trastornos de salud mental se asociaban con el castigo físico, como los azotes o nalgadas, empujones, agarrones y golpes, en la niñez.

 "No estamos hablando de un golpecito en el trasero", señaló la autora del estudio Tracie Afifi, profesora asistente del departamento de ciencias de la salud comunitaria de la Universidad de Manitoba, en Winnipeg. "Observamos personas que usaban el castigo físico como medio regular de disciplinar a sus hijos".

 El castigo corporal se asoció con mayores probabilidades de trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, que incluyen depresión mayor, trastorno de pánico, trastorno por estrés postraumático, agorafobia y fobia social. Varios trastornos de la personalidad y el abuso del alcohol y de las drogas también se relacionaron con el castigo físico, hallaron los investigadores.

 "Lo realmente importante es saber que las nalgadas y otras formas de castigo físico conllevan un costo", apuntó Afifi. "El castigo físico no debe ser utilizado en niños de ninguna edad bajo ninguna circunstancia".



 Aunque el estudio halla una asociación entre el castigo físico y la enfermedad mental, no prueba causalidad.

 Estudios anteriores han relacionado el castigo físico con la agresividad, la delincuencia y discapacidades emocionales, del desarrollo y conductuales en los niños. Pero este estudio examinó sus efectos sobre la salud mental ante la ausencia de abuso físico, abuso sexual u otras formas de negligencia o maltrato más graves.

 Para el estudio, que aparece en la edición en línea del 2 de julio de la revista Pediatrics, los investigadores usaron datos de 2004 y 2005 sobre unos 34,000 individuos a partir de los 20 años, reunidos de la Encuesta nacional epidemiológica sobre el alcohol y afecciones relacionadas de EE. UU. Los participantes fueron encuestados personalmente, y se les preguntó, en una escala que iba de "nunca" a "con mucha frecuencia", con qué frecuencia sus padres u otros adultos que vivieran en casa les habían empujado, agarrado, abofeteado o golpeado. Se consideró que los que reportaron que "a veces" o una frecuencia mayor habían experimentado castigo físico cruel.

 Se consideró que alrededor del 6 por ciento de los respondientes habían sufrido castigo físico cruel. Los chicos, los negros y los de familias más educadas y ricas eran más propensos a reportar ese tipo de abuso, anotaron los investigadores.

 Los investigadores ajustaron los datos para tomar en cuenta factores sociodemográficos y cualquier antecedente de disfunción familiar.

 Según la información de respaldo del estudio, 32 países prohíben que padres y cuidadores apliquen castigo físico a los niños, pero la práctica es legal en Estados Unidos y Canadá. La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) recomienda contra el uso del castigo físico como forma de disciplina infantil.

 Sin embargo, los investigadores afirman que una encuesta de adultos de EE. UU. mostró que 48 por ciento de los respondientes reportaron antecedentes de castigo físico cruel sin abuso más grave. Un estudio de 2010 de la Universidad de Carolina del Norte reveló que casi el 80 por ciento de los niños de preescolar de EE. UU. reciben nalgadas.

 Algunos expertos respaldan la idea de que una disciplina dura puede afectar a los niños negativamente, pero expresan preocupaciones sobre las implicaciones específicas del nuevo estudio.

 "Aunque es un estudio bien hecho, y que observa una muestra nacional de datos, hay limitaciones en la forma en que se llevó a cabo", señaló el Dr. Andrew Adesman, jefe de pediatría del desarrollo y conductual del Centro Médico Pediátrico Steven y Alexandra Cohen, en New Hyde Park, Nueva York. "Hay limitaciones al depender de que los adultos recuerden experiencias de la niñez, y controlar por la psicopatología familiar resulta difícil".

 Adesman añadió que aunque la investigación refuerza que ahora hay más buenos motivos para evitar el castigo físico, "no podemos inferir que el castigo físico lleve a trastornos psicológicos importantes".

 Aún así, Adesman dijo que el público necesita más educación sobre los peligros del castigo físico de los niños y las alternativas que los padres pueden usar con eficiencia.

 "Hay una suposición general de que la crianza es algo que ocurre naturalmente, pero hay cosas que las personas deben aprender. Tenemos anuncios de servicio público sobre todo tipo de temas de salud, pero nunca he escuchado ningún consejo para proveer castigos no físicos a los niños".

 Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

FUENTES: Tracie O. Afifi, assistant professor, department of community health sciences, University of Manitoba, Winnipeg, Canada; Andrew Adesman, M.D., chief of developmental and behavioral pediatrics, Steven and Alexandra Cohen Children's Medical Center, New Hyde Park, N.Y.; August 2012 Pediatrics HealthDay(c) Derechos de autor 2012, HealthDay

Fuente:MedlinePlus
Posted: 06 Sep 2012 01:37 PM PDT




En el diagnóstico del TDAH en niños y adolescentes: ¿Con qué entidades tendría que realizarse el diagnóstico diferencial?

Dentro de la valoración clínica del niño con TDAH hay que tener en cuenta que no todo niño movido y despistado tiene TDAH; es necesario hacer el diagnóstico diferencial con otras entidades que pueden ser confundidas con el trastorno.

El primer paso, sin embargo, será descartar que la conducta que presenta el niño se encuentre dentro de la normalidad. Para ello, es importante valorar la cantidad e intensidad de los síntomas, la permanencia en el tiempo y su impacto funcional en las diferentes situaciones.

Los síntomas de hiperactividad, impulsividad y déficit de atención pueden aparecer en una amplia variedad de trastornos:

• Retraso mental,

• Trastornos de aprendizaje,

• Trastornos generalizados del desarrollo,

• Trastornos del comportamiento,

• Trastornos de ansiedad,

• Trastornos del estado de ánimo,

• Abuso de sustancias.

·        Factores ambientales:

• Estrés,

• Negligencia/abuso infantil,

• Malnutrición,

• Inconsistencia en pautas educativas.

·        Trastornos médicos:

• Encefalopatías postraumáticas o postinfecciosas,

• Epilepsia,

• Trastornos del sueño (apneas del sueño, síndrome de piernas inquietas, síndrome de movimientos periódicos de las extremidades) ,

• Trastornos sensoriales (déficit visuales y auditivos significativos),

• Efecto secundario de fármacos (broncodilatadores, antiepilépticos…),

• Disfunción tiroidea,

• Intoxicación por plomo,

• Anemia ferropénica.

La mayoría de estos trastornos pueden detectarse con una valoración clínica completa.

Fuente: GUÍAS DE PRÁCTICA CLÍNICA EN EL SNS

MINISTERIO DE SANIDAD, POLÍTICA SOCIAL E IGUALDAD

Guía de Práctica Clínica sobre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) en Niños y Adolescentes 

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