sábado, 29 de diciembre de 2012

Religión en la escuela pública: el debate



Valles y cumbres posted: "En esta entrada intentaremos analizar la postura de los defensores y los detractores de la asignatura de religión en la Educación Pública, exponiendo las razones de unos y otros para acabar dando nuestra opinión al respecto. Comenzamos con los argume"
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Religión en la escuela pública: el debate

by Valles y cumbres
En esta entrada intentaremos analizar la postura de los defensores y los detractores de la asignatura de religión en la Educación Pública, exponiendo las razones de unos y otros para acabar dando nuestra opinión al respecto. Comenzamos con los argumentos a favor, haciendo un compendio de varios manifiestos y documentos como los de la propia Conferencia Episcopal, Plataforma Nacional Asignatura de Religión, Foro Desarrollo y Progreso, Asociación HazteOir, www.religionenlaescuela.org e incluso varios artículos de José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián y uno de los más activos en defensa de la impartición del área.
  • En casi todos los escritos se menciona el artículo 27.3 de la Constitución: "Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones".
  • Los partidarios hacen ver que la clase de religión no es lo mismo que la catequesis: se explica que la escuela no evalúa la fe del alumno ni la aceptación de los principios, sino la adquisición de conocimientos y la comprensión del pensamiento cristiano.
  • Otra razón para mantener la enseñanza de la religión es la imposibilidad de comprender la historia, la cultura y la configuración del mundo actual si dicha área no se imparte en las aulas, algo que el alumno solo entenderá si conoce en profundidad los fundamentos de la religión católica.
  • Contra la ignorancia religiosa: el hecho creyente debe ser conocido por toda la sociedad, como un contenido cultural básico. Además, con esta formación se evita la aparición del fundamentalismo, las supersticiones o el esoterismo.
  • "Diálogo interreligioso": solo se podrán pacificar los conflictos religiosos desde la conciencia de la propia religión, para así poder llegar a los puntos de encuentro que existan entre las creencias enfrentadas.
  • La religión contribuye al desarrollo integral del alumno: si se entiende la educación como un proceso que va más allá de la instrucción o transmisión de conocimientos, los valores que desprende la religión católica serán fundamentales para formar personas libres y solidarias.
  • Por el derecho a la libertad religiosa y el respeto que merecen los creyentes.
  • También se añaden argumentos metafísicos relacionados con la necesidad del ser humano de reflexionar y hallar preguntas a su existencia, como los que expone Munilla: ¿De qué me sirve conocer la evolución del Universo, si nadie me explica por qué y para qué estamos en esta vida? ¿Cabe hablar con optimismo de los avances científicos y de la sociedad del futuro, si no tenemos fundamentada nuestra esperanza en el más allá de la muerte?
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En cuanto a los detractores de la impartición de religión en centros públicos de enseñanza, destacan asociaciones y plataformas a nivel nacional como Europa Laica, CEAPA, Redes Cristianas, escuelapublica.info y otras regionales y locales (MEPLG, MSEPA, Córdoba Laica, EHIGE Euskadi...) que argumentan lo siguiente:
  • El artículo 27.3 de la Constitución no determina que la formación religiosa tenga que desarrollarse en los centros educativos, y menos aún exige que deba impartirse obligatoriamente en la escuela pública. Además, por la existencia de dicha asignatura en colegios e institutos, en el momento de la matriculación sí se vulneran los artículos 16.2 ("Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias") y 18.1 de la Carta Magna ("Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen").
  • La religión es un asunto individual y una opción personal y privada, no se trata de un interés universalmente compartido por toda sociedad; este hecho se refrenda por el artículo 16.3 de la Constitución: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal". Al respecto, tener en cuenta las creencias e incluso cooperar con las diferentes confesiones no obliga al Estado mantener el adoctrinamiento de una opción personal a cargo de fondos públicos.
  • La enseñanza de la religión provoca la segregación del alumnado, dificulta la integración al acentuarse las diferencias y perjudica a quienes no eligen la opción religiosa, ya que quedan desprovistos de la impartición o refuerzo de otros contenidos prioritarios y fundamentales para su formación académica. El trastorno organizativo originado al añadir dicha asignatura conlleva la pérdida de cientos de horas lectivas del currículo común.
  • La organización y los contenidos del área de religión son elaborados por la iglesia, un organismo privado, y no por profesionales públicos de la materia, el Ministerio de Educación, el Consejo Escolar del Estado, la comunidad educativa española o cualquier otro tipo de participación democrática. Además, el acceso para impartir religión está controlado por los diferentes obispados a través de un proceso interno: se contrata en base a requisitos como la fe personal o el estado civil. A tal efecto se recuerda que el procedimiento público garantiza la transparencia y la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos.
  • Los defensores de la escuela laica manifiestan la paradoja de que la iglesia, una institución privada, tenga tanto poder de decisión en el sistema educativo y salga supuestamente tan beneficiada sin ningún tipo de gasto o contraprestación (algo que no sucede con el resto de confesiones): sus creencias son propagadas mediante el uso gratuito de la infraestructura pública, y el sueldo de sus profesores es pagado con los impuestos de todos los españoles sin que la iglesia deba desembolsar nada.
  • Ciertas actitudes tradicionales de la iglesia católica no se corresponden con los valores universales que cualquier sociedad moderna y avanzada debiera compartir, como por ejemplo la tolerancia hacia todas las personas con independencia de sus preferencias sexuales, la igualdad entre hombres y mujeres y sus papeles en la sociedad, o el funcionamiento democrático y participativo que podría exigirse a cualquier organización que colabore o reciba dinero público para su financiación y promoción.
  • Por último, los conciertos educativos (subvenciones de dinero público a empresas privadas, mayoritariamente religiosas, para asegurar la escolarización de todos los niños españoles) son consecuencia de unas circunstancias históricas muy concretas acaecidas hace ya 30 años, por tanto susceptibles de revisarse y modernizarse acorde a las necesidades actuales. Igualmente, la histórica influencia de la iglesia católica en la Educación española vendría originada por las directrices impuestas bajo otro sistema de gobierno afortunadamente superado: los acuerdos del Estado con la Santa Sede (en los que se incluye la Educación), datan de finales de la década de los 70 del siglo pasado, pudiendo ser también revisables e incluso derogables si tal extremo se considerase apropiado para el interés general y económico de la sociedad española.
Hasta aquí los argumentos a favor y en contra de la asignatura de religión en las aulas públicas, por parte de unas cuantas voces que hemos creído representativas de cada postura. Estamos seguros que esta recopilación se antoja escasa frente a la riqueza de matices que pueden desprenderse de este debate, pero la hemos elaborado para ayudar a que cada persona se forme su propia opinión. Ahora, con unas cuantas razones expuestas (más las que cada uno decida añadir hacia uno u otro lado), nosotros también queremos mostrar nuestro parecer sobre el área de religión en la escuela pública.
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Desde su formación, este Colectivo se ha caracterizado por defender una educación pública laica (según la RAE: "Independiente de cualquier organización o confesión religiosa"). Pensamos que esta escuela debe acoger a todos los alumnos, sea cual sea su condición; únicamente así podremos aspirar a la plena integración escolar. Opinamos que la inclusión de opciones personales en el currículo oficial -tales como preferencias religiosas o de cualquier otra índole- irremediablemente trae consigo la separación física del alumnado y la acentuación de sus diferencias, por lo que consideramos que el perjuicio que conllevan es mayor que el beneficio que extraigan unos cuantos particulares de este hecho.
Estimamos importantísimo el conocimiento de las diferentes religiones, sus elementos identificadores y su influencia en la formación del mundo actual: creemos que el lugar más apropiado para dichos contenidos es el currículo oficial de Conocimiento del Medio, Ciencias Sociales, Geografía e Historia, Filosofía... siempre tratados -con el debido respeto- como conceptos; es decir, alejados del adoctrinamiento religioso. En cuanto a todos aquellos valores de la religión que dicen quedarían sin ser fomentados, advertimos que la transmisión de los principios universales (solidaridad, tolerancia, igualdad, compañerismo...) ya se enmarcan dentro del Proyecto Educativo que cada centro elabora y desarrolla independiente, representativa y democráticamente en decisión consensuada por el Claustro y el Consejo Escolar.
Cabe aclarar que respetamos las creencias de cada persona: defendemos sin reservas la libertad de elección y el derecho a la formación religiosa de todo ciudadano. Celebraríamos que el Estado colaborase, protegiese y apoyase proporcionalmente a toda la gente que desee esa formación en cualquier vertiente (cristianismo, islamismo, budismo, etc.), pero siempre en el ámbito de la educación no formal (asociaciones, plataformas, instituciones, etc.), atendiendo las necesidades razonables de cualquiera de estos movimientos. Como con toda opción personal, respetamos cualquier iniciativa privada -para este ámbito, en forma de colegios privados- para la publicidad y adoctrinamiento religioso de las familias que de manera libre y voluntaria así lo elijan.
Por último, todos nosotros coincidimos en que la Administración Pública debe estar integrada por los mejores profesionales de cada sector, y el educativo no puede ser menos. Creemos firmemente que todo aquel que aspire a formar parte o contribuir a la función pública debe ser intachable, y consideramos que esto no es así en el caso de la iglesia católica: bajo nuestra opinión, sus continuas polémicas o su marcado carácter político y partidista (por poner solo algunos ejemplos) no la acreditan a día de hoy como una institución lo suficientemente neutral como para hacerse cargo de gran parte de la Educación Pública española.
Valles y cumbres | 28 diciembre, 2012 en 8:42 pm | Categorías: Uncategorized | URL: http://wp.me/p2PniF-4Q
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