Os dejo un artículo que me ha encantado y os recomiendo encarecidamente leer el blog de este compañero:
… han alcanzado las tropas liberales sus últimos objetivos educativos. La Marea ha terminado".
La aprobación de la LOMCE ha batido un nuevo récord: jamás una ley educativa había sido tan unánimemente rechazada por todos y cada uno de los sectores del gremio. El texto parido por Wert, mezcla de la Ley de Enseñanzas Medias de 1953 y la Ley General de Educación de 1970 (españolización, reválidas, adoctrinamiento religioso, currículo centralizado, directores y profesores a dedo, etc.), hace que la LOE y la LOGSE parezcan hasta buenas: si históricamente nuestro país ha sufrido un retraso de 15 años respecto a otros sistemas educativos -Francia, Suecia, Finlandia: aquí implantábamos lo que allí desechaban-, el tertuliano metido a ministro nos ha colocado en plena década de los 80. Auténtica "Marca España" con olor a naftalina y sacristía.
La Marea Verde nació en Madrid como protesta a los experimentos neoliberales de Esperanza Aguirre, que utilizaba su cortijo esta Comunidad como laboratorio donde perfeccionar las medidas que han sido finalmente incluidas en la LOMCE (pruebas externas, clasificación de centros y similares). Tras un enorme entusiasmo inicial en el que no faltaron huelgas, encierros y manifestaciones a tutiplén, los profesores fueron retornando progresivamente a su "statu quo" tan característico de desidia y división interna. A día de hoy, en los centros es palpable el desinterés y el individualismo de sus profesionales, pero ni siquiera eso es lo peor: para mí es mucho más preocupante el bajón en el estado de ánimo de los pocos que aún resistían, de aquellos verdaderamente comprometidos con la construcción de un mundo mejor y más justo (¿qué es, si no, la Educación?). Son los mismos que se han venido abajo al mirar alrededor y comprobar que son la excepción entre una multitud que mira para otro lado, ganándose incluso la etiqueta de cargantes y molestos entre sus compañeros. Aunque quedan honrosas excepciones -fuera de la vergüenza ajena que provocan los sindicatos-, en general ha vuelto a imponerse la táctica de la avestruz y el sálvese quien pueda tan capitalista como insolidario ("… han alcanzado las tropas liberales…").
Admito que yo también perdí la ilusión. Creo en una Escuela Pública de calidad, pero no en la que todo vale y donde la búsqueda de la excelencia profesional es la excepción. Pienso que es necesaria una reforma integral de este sistema contaminado y politizado hasta la náusea, carente de espíritu crítico y en el que es peligroso destacar… porque a muchos interesa que todo se quede como está. He visto cómo se recompensaban la mediocridad y el pasotismo, y se minaba la profesionalidad hasta colapsarla por desesperación; donde el corporativismo era obligado para sobrevivir y triunfaba la máxima del "mientras a mí no me des problemas…". Esta nueva ley no se enfrenta a ninguno de esos fallos estructurales sino que apenas cambia el color de las paredes, cuelga un crucifijo en cada aula y coloca un cartel de "SE VENDE" en el portal ("… sus últimos objetivos educativos").
Creo que la moraleja de todo esto es que debemos reinventarnos. Es nuestra responsabilidad como docentes, aunque sea frustrante el desinterés y la falta de compromiso de muchos componentes del gremio. Desde aquí animo a todos los compañeros que son conscientes de la gravedad del momento a mantenerse firmes, a seguir buscando el debate, a enriquecer la sala de profesores (aunque el fútbol o los programas de trampolines sean temas estrella, ese es el nivel), a seguir concienciando a las personas de su entorno y, por supuesto, a dar cada día el 101% frente a los verdaderos protagonistas de la Educación: nuestros alumnos. Es más necesario que nunca aprender de nuestros errores para que no vuelva a pasar esta catástrofe, reorganizarse y empezar de nuevo: el futuro de la Escuela Pública está en juego. Puede que nos lleve más tiempo pero, si nos rendimos, les habremos dado la razón.
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El colectivo de maestros y profesores en general tiene un gran dilema y es esa falta de criterios comunes que un colectivo debe tener, cuando se ve como quieren maltratar la educación de nuestros niños.
ResponderEliminarEste colectivo, parece mentira, que tengan hijos, muchos de ellos se aferran al curriculo establecido y no dan más patadas al diccionario porque no pueden, otros se identifican con la sociedad actual y realizan trabajos soberbios pero a esos apenas se les ve porque no interesa das bombo a lo que hacen supone más trabajo, admitir que otro tipo de educación es posible ect..
Para los anteriores los niños con diversidad son monstruos que les ha tocado a sorteo en clase, aunque los más antiguos procurar ver las listas antes y elegir la clase más a fin a sus necesidades las de ellos no la de los niños, para los segundos el tener un niño con diversidad es una lucha constante con la burocracia y empeñan toda su sabiduría en atenderles.
Un colectivo dividido y con criterios tan diferentes nunca llegara a buen puerto.
Entre esto y la ley que es una MIERDA si, una MIERDA nos vemos en una carretera sin retorno.