Muchos lo sienten, pocos saben lo que padecen. El síndrome del burn out, en educación, forma ya parte del bagaje de dolencias que hacen de la vocación docente un displacer más que un goce cotidiano. En este caso, como en tantos otros, resulta imprescindible la prevención.
Los docentes deben estar preparados para esas situaciones que generan estrés y que influyen, de distintas maneras, en su quehacer diario, repercutiendo en el normal desarrollo de su labor.
El vínculo que deben sostener con niños y jóvenes, a veces, con malos hábitos traídos del hogar, la carencia de valores, las discusiones con los padres, la sobrecarga en las tareas, la incomprensión de ciertos directivos, la baja remuneración económica, el no reconocimiento de su labor son los conflictos que influyen sobre la autoestima, provocando que esta disminuya y que se produzcan, en consecuencia, una serie de síntomas que conforman el burn out.
Casi imperceptiblemente, esta situación conflictiva lo va llevando a escenarios extremos donde el cansancio, la apatía, la depresión le imposibilitan alcanzar sus objetivos, no solo en su vida laboral, sino también en el plano personal.
Por eso, deberá encontrar estrategias que lo ayuden a efectuar modificaciones en sus acciones cotidianas que se han tornado rutinarias. Visualizando y asumiendo que el período de crisis que está transitando le da la posibilidad de adquirir las herramientas necesarias para defenderse frente a las situaciones que le causan desgaste emocional, pérdida de la esperanza, sentimientos de inseguridad y baja autovaloración.
La mejor defensa frente a estos problemas pasa por la prevención. La prevención debe abordar a todos los agentes en juego, haciendo incuestionable el respeto social a la integridad moral y el rechazo a cualquier forma de violencia,la implicación de todos los colectivos profesionales(educativos,sanitarios, jurídicos, etc.) en la asunción de una cultura preventiva, la negociación colectiva como instrumento para determinar buenas prácticas laborales y la constitución de órganos multidisciplinares que velen para encontrar una solución satisfactoria a los casos que se planteen.
La prevención se puede llevar a cabo desde varios puntos de vista: a nivel individual y a nivel grupal:
En el nivel individual, el empleo de estrategias de afrontamiento de control o centradas en el problema previene el desarrollo del síndrome de quemarse por el trabajo. Por el contrario, el empleo de estrategias de evitación o de escape facilita su aparición. Dentro de las técnicas y programas dirigidos a fomentarlas primeras se encuentran el entrenamiento en solución de problemas, el entrenamiento de la asertividad, y del entrenamiento para el manejo eficaz del tiempo. También pueden ser estrategias eficaces olvidar los problemas laborales al acabar el trabajo, tomar pequeños momentos de descanso durante el trabajo, y marcarse objetivos reales y factibles de conseguir. Desarrollo de conductas que eliminen la fuente de estrés o neutralicen las consecuencias negativas del mismo. Aumentar y conservar las amistades con interacciones satisfactorias y emotivas, delegar responsabilidades, no creerse indispensable, solicitar ayuda cuando el trabajo es excesivo o cuando no se está preparado para afrontarlo, compartir los problemas laborales, las dudas y opiniones con los compañeros.
En el nivel grupal e interpersonal el empleo de estrategias de prevención e intervención pasan por fomentar por parte de los compañeros el apoyo social: los individuos obtienen nueva información,
adquieren nuevas habilidades o mejoran las que ya poseen, obtienen refuerzo social y retroinformación sobre la ejecución de las tareas, y consiguen apoyo emocional, consejos, u otros tipos de ayuda. Algunas
formas de ofrecer apoyo son las siguientes: escuchar al sujeto de forma activa, dar apoyo técnico, crear necesidades y pensamiento de reto, potenciar su creatividad, ofrecer apoyo emocional, participar en la realidad social del sujeto, fomentar su autoestima valorando su autoeficacia.
En cuanto a las técnicas para prevenir este síndrome podemos decir que mayoritariamente se efectúan través de la organización y reestructuración del tiempo extralaboral. El objetivo por tanto, consiste en incrementar en el individuo una serie de recursos personales de carácter genérico.
Las más asequibles y eficaces son las siguientes:
- Desarrollo de un buen estado físico (higiénico, dietético y físico).
- Dieta adecuada
- Apoyo social (relaciones)
- Distracción y buen humor
- Visión positiva
- Actitud psicológica: reconocer la situación y las propias actitudes
- Autoconfianza
- Información adecuada
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