Posted: 13 Apr 2014 10:14 AM PDT
Saray Mondragón, niña colombiana de 13 años, dejó escrita una carta a sus padres en la que explicaba que no podía aguantar más insultos, que estaba desesperada y que no quería vivir más así, antes de suicidarse lanzándose de un quinto piso.
"Desde hoy contamos con un angelito más en el cielo. Sabemos que es un hasta pronto", dice la AMPA
La Conselleria de Educación y el Colegio Madre Alberta niegan hechos relacionados con el acoso escolar
Manuel Rodríguez G.
Lunes 10 de marzo. Saray Mondragón, niña colombiana de 13 años, desesperada decide acabar con su vida y se lanza desde el quinto piso de su vivienda, tras el acoso escolar que venía sufriendo como alumna de 2º de ESO, en su colegio en Palma de Mallorca. Una carta escrita a sus padres, antes de lanzarse al vacío, así lo atestigua y donde desesperada manifiesta que tras constantes insultos, así no podía seguir viviendo. Horas antes de verse obligada a tomar esa fatal decisión, avisó a una amiga: "No puedo aguantar más insultos".
Finalmente el martes, 11 de marzo, moría.
Como viene siendo descaradamente frecuente y mísero, el Sistema educativo correspondiente no se manifiesta porque se apoya en el socorrido "No hay constancia de que se trate de un tema de acoso escolar. Eso sí, el inspector de la Conselleria de Educación del Govern balear, consternado, se acercó el mismo día de la tragedia, al centro escolar acompañado por el director del Instituto para la Convivencia y Éxito Escolar.
Por su parte, el colegio concertado y religioso también se alía con la política del silencio cómplice, en base a la "tremenda delicadeza de la situación", aunque aclara que "no se puede constatar" que la niña fuera víctima de acoso alguno, y, cómo no, aprovechando la ocasión para tirar balones fuera y de paso dudar del clima familiar, arma tan desgraciadamente utilizada sistemáticamente por demasiados colegios cuando suceden hechos de esta gravedad.
Especialmente lamentable y cínico me resulta lo manifestado en una escueta nota con argumentos apologéticos de dudosa ética, a través de la tradicional y correspondiente AMPA:
"La alumna de nuestro colegio nos acaba de dejar para reunirse con nuestro Señor, ya goza del descanso y la felicidad eternas junto a la Virgen y a Madre Alberta. Desde hoy contamos con un angelito más en el cielo. Sabemos que es un hasta pronto. Seguiremos disfrutando de ella a través de la Comunión de los Santos, hasta que llegue nuestra hora y también nos toque a nosotros el premio del descanso eterno".
Resulta patético el mensaje de "conciliación, reunión y felicidad" hacia la víctima menor. Un suicidio inducido por demasiados cobardes agresores y demasiados cómplices temerosos; no por la justicia "divina" sino por el "sacrosanto" oscurantismo de este sistema educativo, sea público o privado, que lejos de clarificar, prevenir y cortar cualquier intento de extorsión física y, sobre todo, psicológica, lo permite, lo alimenta y lo ampara escudándose en el ninguneo y, en este caso, incluso en ganar "angelitos", allá arriba; en el cielo, eso dicen ellos.
Cielos desgraciadamente poblados de angelitos muertos, de angelitos premiados por ser víctimas de suicidios obligados. Angelitos que no han tenido la oportunidad de decidir si querían partir de este terrenal mundo para reunirse con un Dios, pastor de ya excesivos angelitos muertos.
Desconozco qué pensará "la Virgen y la Madre Alberta". Desconozco cómo podrían consolar deidad y santa respectivamente a esa madre terrenal, inmigrante y seguramente impotente ante el muy escaso celo de las autoridades por depurar responsabilidades penales ante la muy triste desdicha de perder a una hija en estas condiciones: suicidio por bullying, suicidio inducido .
Dudo que las oraciones, el lavar trapos sucios con el silencio, el negar hechos y prohibir que se hable del suceso, el intentar limpiar una imagen salpicada de sangre y disfrazarla de alegorías religiosas pueda transmitir a unos padres paz, calma, sosiego e incluso supuesta felicidad por ese encuentro anticipado de hija perdida con el divino. Así no:
¡Ya hay demasiados angelitos muertos, allá en el cielo!
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