UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 17 Apr 2015 09:35 AM PDT
comenzar la guerra toda la costa noroeste europea estaba en manos alemanas, los generales de Hitler intentaron cortar las rutas de abastecimiento inglesas para, como se había hecho desde tiempos remotos, forzar la rendición de la población sitiada —en este caso todos los británicos— por hambre. El ataque alemán al transporte marítimo empezó a generar carestía de distintos alimentos en las ciudades inglesas. Una emisión radiofónica de la BBC y dos dibujos animados, Dr. Carrot y Potato Pete —Dr. Zanahoria y Perico Patata— popularizaron en canciones, pósteres y tiras cómicas ese mensaje: come zanahorias y come patatas. Pero aunque las amas de casas mantenían en pie el frente doméstico y se popularizaban las tartas de zanahorias, era necesario detener a los pilotos de la Luftwaffe y para eso, curiosamente, también ayudaron las zanahorias. En los primeros meses de la guerra, Alemania había conquistado gran parte de Europa basándose en su superioridad aérea: Polonia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Bélgica y Francia habían perdido primero el control de sus cielos frente a los Messerschmidt y los Heinkel y luego habían caído bajo el control del ejército, la Wehrmacht. Hitler contaba con tres flotas de aviones: la Luftflotte 5, con base en Noruega; la Luftflotte 2, con aeródromos en los Países Bajos y norte de Francia; y la Luftflotte 3, establecida al oeste del Sena. Estas tres fuerzas contaban con unos 3.600 aviones, frente a los apenas 871 aparatos de la Royal Air Force (RAF). A pesar de esta enorme disparidad, los británicos conseguían superioridad en el aire gracias al radar, un invento desarrollado unos años antes por el físico británico Robert Watson-Watt. La red de estaciones de radar en la costa sur y oriental, en combinación con los puestos de observación visual en la costa y en los propios objetivos, conseguían localizar a las escuadrillas atacantes estableciendo su localización, altura, rumbo y número de aviones. Con esa información, el mando de caza situado a las afueras de Londres, enviaba los aviones disponibles en un lugar y momento adecuado para interceptarlos y los pilotos alemanes de bombarderos comentaban con desánimo que los aviones ingleses siempre parecían estar esperándolos. Por el contrario, los cazas alemanes muchas veces tenían que volver a sus bases sin haber conseguido ver ningún avión inglés. La diferencia era aún más marcada durante la noche pues los ingleses conseguían detectar a los aviones atacantes mientras que los alemanes no veían absolutamente nada. Lo que hicieron los servicios de inteligencia ingleses fue promover una campaña publicitaria diciendo que sus éxitos en los cielos los debían a la formidable visión nocturna de sus pilotos conseguida gracias al alto consumo de zanahorias. Los periódicos realizaron entrevistas a un oficial de la RAF, John Cunningham —pronto apodado Ojos de Gato— donde confesaba su pasión y la de sus compañeros pilotos por las zanahorias. En realidad, Cunningham era el primer piloto que había derribado un avión enemigo localizándole con el radar y consiguió abatir 17 bombarderos alemanes. La propia población inglesa se creyó la historia. Las ciudades inglesas se oscurecían por las noches, apagando todas las farolas y escaparates y tapando las ventanas para dificultar su localización por los aviones enemigos. En realidad, las zanahorias sí tienen cierta relación con la visión pero no como los ingleses hicieron creer a los alemanes. La vitamina A es necesaria para la vida, para la piel, el crecimiento óseo, la reproducción, el sistema inmune y la visión. No es sintetizada por nuestro organismo y debe obtenerse de la comida. El retinol, una forma de la vitamina A, está en algunos productos animales como los huevos o los lácteos y en particular en el hígado. El propio Hipócrates recomendaba dar hígado envuelto en miel a los niños que decían ver mal por la noche. Por cierto, el hígado se llama hígado porque los romanos lo comían acompañado de higos, es decir «higado». Por otro lado, muchas frutas y verduras, incluidas las zanahorias, contienen unos pigmentos llamados carotenos y xantofilas. Una deficiencia en vitamina A afecta a nuestra adaptación a las situaciones de poca luz, causa ceguera nocturna y si la deficiencia es muy grave o se mantiene bastante tiempo puede acabar en una ceguera permanente. Por otro lado, un exceso de carotenos como el que puede producirse con esos banquetes de zanahorias podría ser en teoría tóxico porque la vitamina A es liposoluble y se elimina mal pero la cantidad en las zanahorias no es tan alta aunque sí ha habido problemas en los exploradores polares que se comían el hígado de sus perros para sobrevivir. En las sociedades occidentales los carotenoides derivados de las plantas proporcionan menos del 30% de las necesidades diarias de vitamina A y más del 70% proviene de productos animales. En los países en desarrollo, por el contrario, la proporción está invertida y los carotenoides vegetales proporcionan más del 70% de las dosis requeridas. Para leer más:
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