UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 29 Jun 2015 01:23 PM PDT
Los estudios sobre zurdos y diestros abundan como la hierba. Los malos estudios sobre zurdos y diestros abundan como la mala hierba. Numerosos psicólogos, biólogos y médicos han intentado relacionar la preferencia de mano con aspectos cognitivos,
comportamentales, neuropsicológicos, neurobiológicos, fisiológicos o patológicos. Dentro de los estudios sobre preferencia de mano, los problemas en la selección de la muestra, en el diseño del estudio y en el análisis estadístico dan para impartir una asignatura sobre Errores y pifias de la investigación científica porque la información disponible y la frecuencia y el tamaño de las meteduras de pata son considerables. Hay quien piensa que el error de partida es clasificar entre zurdos y diestros y que debería ser entre los que tienen una marcada preferencia de mano -la mayoría de los diestros- y los que hacen un uso más habitual de ambas manos -la mayoría de los zurdos y todos los ambidiestros. Al parecer, una preferencia menos consistente va asociada con una mayor interacción entre ambos hemisferios cerebrales y encajaría con los resultados de que la asimetría cerebral es menos marcada y más heterogénea en estas personas. Por su parte, una preferencia de mano más consistente está asociada con un cuerpo calloso más pequeño y con una reducción en la activación del hemisferio derecho. La idea más moderna es que la preferencia de mano es una variable cuantitativa que se mueve en un amplio rango desde zurdos puros a diestros puros pero siguen existiendo muchos mitos sobre los zurdos, uno de los cuáles es que viven menos que los diestros. Hay muchos mitos que uno no sabe de donde surgen. Aparecen de repente y se extienden como un incendio, difícil de extinguir y donde parece que los pirómanos -los magufos- consiguen más audiencia que los bomberos -los verdaderos científicos. Este mito, en cambio, tiene padres y fecha de nacimiento. Un artículo publicado en la prestigiosa revista Nature en 1988, cuyos autores eran Diane Halpern y Stanley Coren llevaba el intrigante título de Do right-handers live longer? traducible como ¿Viven más los diestros? Los dos autores del estudio, psicólogos, analizaron los registros de defunción de jugadores de béisbol, un particular grupo del que se sabe mucho sobre su preferencia de mano y sus vicisitudes médicas y biográficas. La conclusión del estudio fue que los beisbolistas zurdos habían muerto, de media, ocho años antes que los diestros. Los rugidos de la comunidad científica solo fueron superados por la preocupación de los zurdos que sentían que una vez más eran castigados sin tener culpa de nada. Tres años más tarde Halpern y Coren publicaron otro artículo, también en una revista con excelente reputación, el New England Journal of Medicine titulado Handedness and Life Span donde contestaban a las numerosas críticas recibidas en el estudio anterior. En esta publicación consiguieron los datos de los registros de defunción de dos condados del sur de California y mandaron más de 2.000 cartas al domicilio del difunto rogando que les indicaran qué mano usaba preferentemente el finado. Recibieron 987 respuestas útiles (495 hombres y 492 mujeres). La edad media en el momento de la muerte era 75 años para los diestros y 66 para los zurdos, nueve años de diferencia. Halpern y Coren propusieron dos líneas distintas para esa diferencia en las expectativas de vida:
Chris McManus ha explicado estos datos indicando que es un problema de un mal diseño del estudio, un artefacto estadístico. Como todos sabemos, a lo largo del siglo XX fue cambiando nuestra respuesta ante la preferencia de mano. A comienzos del siglo, la zurdera era vista como un defecto, una mala costumbre, algo que debía corregirse y controlarse. Los pedagogos publicaron libros donde explicaban cómo prevenir y corregir la zurdera. A finales del siglo XX, por el contrario, la zurdera era algo perfectamente respetable y sobre lo que no se hacía ninguna intervención «correctiva». El resultado fue que cada vez hubo mayor número de zurdos por lo que eran claramente más numerosos en las últimas décadas del siglo XX que en las primeras. Por lo tanto, si recogemos los fallecimientos en un año determinado, hay más zurdos proporcionalmente nacidos en las últimas décadas por lo que su edad media en el momento de la muerte es menor. McManus lo explica utilizando el ejemplo de las novelas de Harry Potter. Si coges las esquelas del último año y llamas por teléfono a dar el pésame y al hacerlo preguntas la edad del finado y si le gustaba Harry Potter te encontrarás que leer las aventuras del niño mago parece acortar significativamente la esperanza de vida. Evidentemente no es así, sino que simplemente los fans de Harry tienden a ser más jóvenes que los que no han leído nunca las novelas de J.K. Rowling. En 1994 se publicó un estudio en el British Medical Journal que también comparaba la preferencia de mano y la longevidad pero no usó los datos de los jugadores de béisbol, un deporte típicamente anglosajón y minoritario, sino ¡los de los jugadores de críquet! aún más anglosajón y más minoritario. Algunas cosas justifican esta elección:
Los mitos siempre se resisten a morir. En este caso puesto que parecía claro que la zurdera no estaba unida al incremento de la mortandad se volvió a la carga con un mito similar, difundido por Geschwind, que indicaba que los zurdos eran más vulnerables a las enfermedades del sistema inmune. Chris McManus y Phil Bryden analizaron los datos de 89 estudios que recogían 21.000 pacientes y un número aún mayor de controles, llegando a la conclusión de que los «zurdos no mostraban ninguna tendencia sistemática a sufrir trastornos del sistema inmune». Aún así, no descarte que vuelvan a surgir mitos acientíficos sobre la zurdera. Esto siempre es así. Para leer más:
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario