Aprovechando nuestra estancia en Barcelona con motivo de la entrega del
XXXVI Premio de Pedagogía Marta Mata 2016, le pedimos a la Asociación de Maestros Rosa Sensat si nos podían gestionar la visita a dos escuelas de infantil, lo que nos facilitaron con toda eficacia y cariño Mercè Marles así como la directora de la revista In-fan-cia. Las escuelas propuestas fueron
Els Patufets (0-3) y Pompeu Fabra (3-6), de las que a continuación relataremos lo que más llamó nuestra atención.
Ya nos habían advertido de que sería bueno llegar temprano a ese centro para poder asistir al momento en el que se acogen de los niños y niñas de las manos de sus familias, así estábamos en la puerta a las 8:30 de la mañana en una escuela de un barrio del ensanche de Barcelona, sita en un complejo moderno que aúna un centro de 3ª edad, un centro cívico y la propia escuela, todo ello encima de un garaje, si embargo esto no se había convertido en un defecto sino más bien en una potencialidad del centro pues trabajan conjuntamente en el Plan Comunitario del barrio de Navas, pensando en qué pueden aportar a la comunidad desde el centro de infancia, cuidando la coherencia de todos los centros de Navas en sus intervenciones sociales.
Nos recibe en la puerta su directora, Clara Salido, al tiempo que le va dando la bienvenida a pequeños y familias. Nos sorprende (no tendría por qué) ver a muchos padres o abuelos, nos explican que se debe la que algunas madres pidieron concentración de jornada laboral de modo que empiezan a trabajar más temprano, motivo por el que son los padres los que se encargan de dejarlos en la escuela.
El centro se abre a un espacio-patio sobre el que la directora nos dijo que estaban estudiándolo, pues habían visto la imposibilidad de hacer un espacio verde por tener debajo el garaje y haber peligro de filtraciones, así lo habían cubierto con arena de playa de modo que parecía un área recreativa de un rincón de la costa, con sus mesitas merendero, con juegos de madera, con palas y calderos, teniendo todas las estancias un acceso directo a ella desde el interior, así como una pequeña solana que permitía el juego exterior incluso en los días de lluvia.
Ya sólo accediendo al recinto del centro se notaba una sensibilidad y una sutileza extraordinaria, lo que fuimos constatando según íbamos avanzando por los distintos espacios y saludando a niños, familias y trabajadoras.
No hay profusión decorativa porque creen que no se deben saturar demasiado los estímulos; esto al parecer está muy reflexionado con las familias así como argumentada su razón de ser, especialmente para evitar la sorpresa de los padres al llegar los primeros días y ver ambientes tan desnudos. Con todo, han conformado un equipo de trabajo para crear ambientes, no centrándose en cuestiones decorativas, sino en otros aspectos tan cruciales como pueden ser la iluminación, la accesibilidad, el tono de voz y el gesto. Así van haciendo ajustes de los que dejan constancia en un registro de los cambios que realizan en los espacios y la razón de por qué los hacen. Participan además en una comisión municipal creada con la finalidad de que, de cara a la construcción de nuevas escuelas, se puedan hacer aportaciones para la mejora del diseño y de la distribución de los espacios.
En alguna estancia encontramos padres/madres dentro, nos explicaron que era acorde con su concepción escolar en la que la apertura y la vivencia del cotidiana son pilares fundamentales; a pesar de todo, las personas adultas tienen que interaccionar con todo el grupo sin interferir, por el contrario, si se quedaron por un demanda de sus hijos, tienen un lugar específico donde hacerlo, fuera de la mirada de los demás niños. Recuerdan continuamente que la maestra no es una sustituta de la madre, asumen su rol docente lo que no les resta afectividad. Al final de la jornada hablan personalmente con cada una de las familias -por lo que le preguntamos si no tenían expuesto, como en muchas escuelas, un libro en el que se hace un resumen del día; descartaron esa opción porque tras debatirlo mucho concluyeron que no todos los niños hacen lo mismo y así sería falsear o concederle más importancia a una actividad sobre a otra.
Los niños pueden cambiar libremente de estancia, respetando siempre que las rutinas se realizan con el grupo de referencia, entre ellas la del descanso, algo sobre lo que todavía están analizando para mejorar el espacio dormitorio.
Ya nos anticipara el día anterior el profesor
Miguel A. Essomba, Comisionado de Educación e Universidades de Barcelona, que las escuelas
bressol estaban en pleno proceso de cambio volviéndose a la remunicipalización de las mismas, dejando así la gestión externa hasta ahora vigente. Nos decía que era un proceso complejo pero que consideraban podía mejorar la concordancia de todas ellas en la prestación del servicio.
Finalizamos con un café en el que tuvimos ocasión de conversar con distinto personal del centro, laboral y educativo, notando en todos la ilusión de ser parte de un proyecto de vida y de futuro.
Sensibilidad, profesionalidad, reflexión sobre la práctica, respeto por el niño y por sus familias y vinculación con la comunidad podrían ser algunas notas resumen de la visita.
Nuestras felicitaciones y ánimos a la Escuela Bressol Els Patufets de Navas y todo nuestro agradecimiento por permitirnos conocerla.
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