Estamos en tiempo de cerezas, pero no todas son iguales, por ello organizamos una cata -al igual que ya hemos hecho con la miel o con el mosto-, tratando de que sea una degustación guiada y consciente descubriendo matices que de otro modo pasarían desapercibidos.
Nos regalaron un cartel de gran formato con 24 variedades de cerezas, cada una de ellas con su nombre, información sobre su origen, calibre, forma, color, sabor, floración, maduración, pedúnculo, resistencia al rajado y dureza, lo que nos dio una idea de los aspectos a observar.
Reunidas 7 variedades en un primer momento fuimos atendiendo a detalles como origen, peso (calibre), forma (achatada, redonda, corazón, alargada, con pico), color (rojo, rojo claro, rojo oscuro, rojo negro), pedúnculo (corto, medio, largo), recogiendo todas las anotaciones en una tabla.
De inmediato pasamos a la cata, por lo que nos preparamos como profesionales con un vasito de agua para "lavar la boca" entre degustación y degustación; y así fueron notando las sensaciones en el paladar en cuanto a dureza (dura, blanda, crujiente), sabor (dulce, muy dulce, poco dulce, agridulce), y en cuanto a tamaño del hueso (grande, pequeño).
Con la profesora especialista de inglés, también trabajaron todo este vocabulario e incluso hicieron un haiku sobre las cerezas.
Siempre pensamos que una de nuestras tareas es ayudar a los niños/as a ponerle nombre a las sensaciones que sienten. Y esta fue una deliciosa y rica experiencia tanto sensorial como de lenguaje.
Finalizamos con una cantiga propia de las celebraciones de los
Mayos en Galicia.
"E maíño maio,
e que nos trouxeches,
cereixas maduras
e non nolas deches."
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