Ayer estuvimos en Mururata, conocimos a los alumnos-as del centro. Entramos en cada una de las aulas, nos presentamos y fuimos muy bien recibidos, en algunos casos con abrazos muuuuuuuuy efusivos.
Estuvimos acompañados por Luz, la directora administrativa del centro. Con ella, hemos determinado el trabajo que vamos a realizar. Ahora sólo falta cuadrar horarios con profesorado y ponernos manos a la obra. Mientras tanto estamos preparando el material y las sesiones de trabajo.
Hemos detectado algunas dificultades en el centro. Hay dos directores, uno pedagógico y otra administativa. El primero colocado por el Ministerio de Educación y la segunda, por Fundase (Fundación Sembrando Esperanza), con enfoques diferentes, lo que hace que haya una pequeña división entre el profesorado. También hay diferencias entre el profesorado: unos trabajan media jornada y son pagados por el Ministerio (mayor remuneración), otros en cambio trabajan jornada completa y son contratados y pagados por la Fundase (menor remuneración). Las diferencias en sus horarios y sueldos hacen que haya pequeñas rencillas entre ellos. Cabe destacar que la mayoría del profesorado del centro sólo tiene formación como profesorado de Religión.
Cuando en un centro se dan estas complicaciones es difícil estar todos unidos y tirar todos del carro en la misma dirección. A veces las dificultades no son la falta de instalaciones o recursos, sino de una unión, de mirar hacia un mismo lado, en este caso, por supuesto, hacia los alumnos y alumnas.
Hoy hemos visitado otros centros que sustenta la parroquia Jesús Obrero, en los que también realizaremos algunos talleres. En primer lugar hemos pasado por el colegio Región de Murcia, un centro con unas instalaciones asombrosas. Creo que las mejores que hemos visto por aquí.
Después visitamos dos escuelas infantiles: Fuensanta y Beata Piedad de la Cruz. En ambas había un alumnado desde 6 meses hasta 6 años. Las instalaciones son amplias, tienen comedor, patio y aulas de psicomotricidad con bastantes materiales. Las mamás participan en el centro, colaborando en diferentes aspectos: cocina, limpieza, compras… Sorprende ver a niños y niñas en el aula con gorro, guantes o incluso el abrigo, es una pena que no puedan disponer de calefacción, porque aquí la sensación de frío es muy grande en los espacios cerrados.
En último lugar hemos visitado el Kurmi, que es un centro de apoyo escolar y acogida para chicos y chicas de entre 3 y 18 años en riesgo de exclusión social, dando prioridad a las chicas. El Kurmi surgió en principio por la necesidad de dar asistencia psicológica a las niñas que había sufrido violaciones en una zona de El Alto. Se les ofrecía también este lugar para evitar que pasaran tiempo solas o en la calle y con el paso del tiempo se incluyeron al centro chicos para poder trabajar de forma conjunta. Hoy en día, la mayoría de los asistentes son niños y niñas que viven hacinados en sus casas, sin agua corriente o luz, o cuyos padres y madres están trabajando muchas horas fuera de su casa. Fuera de la escuela reciben refuerzo educativo y realizan actividades de tiempo libre, de higiene y alimentación.
Un abrazo,
Sergio y Laura.
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