A lo largo de nuestra vida académica pasamos por las manos de docenas de docentes, de unos nos acordamos y de otros no. A lo largo de nuestra vida profesional en la enseñanza también conocimos a cientos de enseñantes que casi todos merecen un recuerdo. A lo largo de nuestra vida personal nos encontramos con personas que dejan tal huella en nosotros que merecen entrar en la categoría de "Maestros", aun sin haberlo sido.
El lunes se fue una de nuestras últimas y excepcionales Maestras, nuestra compañera Victoria Navaza, una mujer memorable con la que tanto compartimos y de la que tanto aprendimos en lo profesional y en lo personal.
Hija de maestra, mujer, hermana, madre y amiga de maestros, esta lalinense de nacimiento, parisiense de sentimiento y viguesa de adopción fue una mujer de esas de las que es difícil olvidarse, a pesar de que por su carácter sencillo y discreto podría ser todo lo contrario.
Nosotras habíamos oído hablar de ella con anterioridad, ya que muchos la recordarán como una de las difusoras convencidas de la reforma de la LOGSE, pero no la conocimos hasta que trabajamos a su lado cuando asumió la responsabilidad de la Subdirección General de Ordenación Educativa en la Consejería de Educación. Para nosotras fueron cuatro años en los que todos los días nos daba una lección de compromiso con la enseñanza. Luchadora incansable y mujer de ir de frente, sufría –y no lo ocultaba-, cada vez que trataba de poner en marcha una iniciativa y tropezaba con la lenta y burocrática maquinaria de la administración; aun así, con su tenacidad salía para delante con una sonrisa.
Muchos docentes no sabrán de ella, pero hace falta recordar que en esos años, por su iniciativa y bajo su auspicio se pusieron en marcha muchas iniciativas que aún permanecen: los currículos LOE, acciones formativas específicas para el profesorado de lenguas extranjeras, las estadías en el extranjero, el incremento del profesorado de apoyo y de los departamentos de orientación, programas de fomento de la lengua gallega, publicaciones didácticas, y otras muchas que siempre le suponían grandes desvelos, sinsabores, horas de trabajo y, al tiempo, satisfacciones y alegrías por creer que estaba aportando su grano de arena al avance de la calidad educativa en Galicia. Se sentía afortunada por aquella oportunidad que le brindó la vida de poder estar en el lugar donde se tomaban las decisiones educativas. Pero, por supuesto, nunca lo entendió como un privilegio sino como una responsabilidad y un compromiso con la escuela, así no le escatimó tiempo, dedicación e ilusión.
El día de su jubilación sentimos envidia de ella, porque tiene que ser bien satisfactorio cerrar un ciclo recibiendo el cariño de compañeros, alumnos y familias que tuvieron trato con ella desde sus inicios en la unitaria de Extramundi, hasta la dirección de las Escuelas Proval en Gondomar, pasando por otros centros de la zona de Vigo. Así, todos destacaron el apoyo y comprensión que siempre encontraron en ella.
En ese momento todos estábamos convencidos, ella también, de que, aun fuera de la docencia, le quedaba mucho por hacer y por aportar a la educación en Galicia. Quería hacerlo, y podría, pero no pudo ser.
Siempre creímos que lo que diferencia a las personas no es la belleza, la riqueza, las ideas políticas o religiosas o la lengua que hablan; lo que distingue a unos sobre los otros son los motivos que dejan para ser recordados, y Victoria Navaza nos dio montones de razones para tenerla presente en más ocasiones de las que podría suponer esta mujer discreta, culta, afable y bondadosa.
Adiós Maestra, fue una honra para nosotras conocerte y trabajar contigo.
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