martes, 12 de noviembre de 2013

Crisis, pobreza, piojos, exclusión y educación



Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira publicó:" Un crío entra en el aula chillando y alejando a una compañera para que no se acerque a él. Alarmada por sus gritos me acerco y muy alterado me explica que no quiere estar cerca de la niña porque tiene bichos en cabeza que le saltan para la suya, así, la"
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Crisis, pobreza, piojos, exclusión y educación

by Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira

"Equilibrio" de Mike Grab
Un crío entra en el aula chillando y alejando a una compañera para que no se acerque a él. Alarmada por sus gritos me acerco y muy alterado me explica que no quiere estar cerca de la niña porque tiene bichos en cabeza que le saltan para la suya, así, la noche anterior su madre tuvo que sacarle los piojos. Mientras, la niña, medio asustada, medio avergonzada, niega la acusación.
Que los pequeños se contagien de los piojos en la escuela, es algo tan natural como puede ser el contagio de cualquier enfermedad vírica. Es algo molesto pero también asumido por las familias como parte de la experiencia escolar. Decimos en los últimos años, porque la vivencia de tener piojos es algo que fue mudando. Si hubo una época en la que eran uno de los signos evidentes de la miseria, con el paso del tiempo y con el avance de las condiciones higiénicas, parecía incomprensible, pero la gente acababa echándole la culpa a las propias industrias productoras de los champús y tratamientos antipiojos. Decían que precisamente iban para las cabezas limpias. Así nadie lo ocultaba ni se veía avergonzado por tener piojos. Desde los departamentos  de sanidad o desde los colegios médicos y/o farmacéuticos, se han hecho campañas de detección, prevención o erradicación de estas epidemias y cualquiera comentaba sin apuro que su hijo/a tenía piojos.
Pero ahora algo cambió, por lo menos en nuestro entorno. Por mor de la crisis hubo un empobrecimiento ostensible de algunas familias; las condiciones de vida de muchos niños son terribles: viven hacinados en pisos junto con otras muchas personas (familiares o no), con escaso acceso al aseo y a productos higienizantes. Es algo visible y evidente a los ojos de otros padres y madres lo que les permite señalarlos como origen de la "plaga" que luego se extiende a sus hijos/as. No nos engañemos, los afectados por los piojos siempre trataron de buscar el foco del contagio, pero ahora lo señalan, y le piden a sus hijos que se alejen de él.
No es este el único síntoma del cambio que se está produciendo en un contexto empobrecido. Lo vemos también con las "meriendas" que traen para media mañana. Antes a nadie le importaba compartir con un compañero o compañera que se había olvidado de la suya. Ahora, como todos van muy justos, hay quien viene a preguntar por qué a su hijo/a le comen todos los días la merienda.
Es dramático lo que estamos viendo, a lo que estamos asistiendo. Además, como docentes, es muy complejo situarnos de un lado o de otro. Nuestro deber es enseñarlos a compartir, a aceptar las diferencias, a no rechazar, pero al mismo tiempo nos hacemos cargo del recelo y de las preocupaciones de las familias, que a su entender, miran por el bien de sus hijos. Cuando todos tenemos las necesidades principales cubiertas no importa compartir, pero ahora…
Maldita crisis que va a acabar con todo!
Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira | 12/11/2013 en 09:03 | Etiquetas: C.social y ciudadana | Categorías: RebelArte | URL: http://wp.me/pYgj5-YX
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1 comentario:

  1. como siempre dando en el clavo, estas chicas son maravillosas

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