Si entendemos el aprendizaje desde la relación y la cooperación, en definitiva desde la interacción, y hemos experimentado cómo los estudiantes en torno a tareas adecuadas, aumentan su dominio de conceptos críticos; pertenecemos al grupo de profesores que tiene un tipo de principios y una forma de entender la actividad educativa, con dinámicas y prácticas colaborativas en las aulas donde ésta se desarrolla.
Si aceptamos que aprendemos socialmente, puesto que nuestro aprendizaje es lingüístico, por tanto, creamos nuestros referentes del mundo que nos rodea en forma de lenguaje, conceptos que se construyen en referencia a lo que el grupo social acuerda.
Si creemos que cuando interaccionamos, eso nos ayuda a madurar y a construir conceptos, a establecer procedimientos compartidos y a adoptar actitudes ante la vida.
Si seguimos esta perspectiva sobre la forma en la que construimos nuestro pensamiento y aprendemos, tenemos que ser conscientes de que las dinámicas formativas tienen que ayudar a la relación entre iguales, potenciar la comunicación y concretar acuerdos/conceptos en formas de comportamiento que nos hagan iguales, responsables, libres y respetuosos con los demás. Esto si queremos que la formación nos ayude a llegar a una sociedad sinérgica y modélica, como la que promueve el ideal de la escuela y la universidad.
Si nos interesan estas reflexiones extraídas de un artículo elaborado por los doctores Bartolomé Rubia, (Universidad de Valladolid) y Montse Guitert, (Universitat Oberta de Catalunya) y queremos saber más sobre cómo se aplica todo eso en entornos virtuales no podemos dejar de leer "¿La revolución de la enseñanza? El aprendizaje colaborativo en entornos virtuales (CSCL)" que pueden encontrar completo
aquí.
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