viernes, 9 de enero de 2015

Cosas pequeñas de gente pequeña en lugares pequeños: Coque el asesor del CFR de A Coruña




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Cosas pequeñas de gente pequeña en lugares pequeños: Coque el asesor del CFR de A Coruña

by Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira
En los días de Navidad nos llegó la noticia de la muerte de Manuel Pazos Crespo, más conocido como Coque, el asesor del CFR de A Coruña. Nos dejó muy entristecidas porque era de esas personas, maestros, a los que aunque sólo veas una vez en tu vida quedan para siempre en el recuerdo. Un ejemplo de persona vitalista, entusiasta y con la capacidad de transmitir conocimiento "serio" con alegría.

En ese momento, eché la vista atrás y recordé cómo conocí a Coque. Fue en el 2001, cuando aprobé el concurso para cubrir la plaza de asesora de formación en el CFR de Pontevedra. Previo al desempeño, recibíamos una jornada formativa para la inmersión en el mundo del asesoramiento al profesorado, y con tal motivo, nos presentaban a personas que desempeñaban diversas funciones en las estructuras de formación, entre otras -en las que se nos hablaba desde la administración, universidad o la dirección del CFR, y que nos hacían caer en la cuenta de aquello en lo que nos estábamos metiendo-, y casi por último, nos daban ocasión de conocer a un asesor en ejercicio, Coque era el escogido. Desde luego, era una elección bien hecha, porque tras dos días medio intimidados y dudando sobre si seríamos capaces de llevar a cabo aquello que nos decían, llegaba Coque y nos hacía sentir ganas de echarnos a los centros llevando la "buena nueva", la formación,  a todos los rincones de los centros educativos.
Coque era un crack; si lo pillasen estos tiempos de ahora, dirían de él que era un coach, incluso daría conferencias en TED, o podría llevar un programa televisivo en el que mostrase cómo hacía el asesoramento a grupos de profesorado, o cómo divulgaba con alegría otra de sus grandes pasiones, la enseñanza de las matemáticas. Y esto, si bien en otros casos pode ser peyorativo, en el caso de Coque es todo lo contrario: habría que grabarlo y reproducir cada una de sus intervenciones porque de todas ellas, siempre, siempre, se sacaba provecho, daba lo mismo que fuese con maestros, con asesores, con niños o con jóvenes. Era único, transmitía ilusión por aprender, por el trabajo bien hecho y por la mejora de la educación.
Con todo, no queremos olvidar que también era muy conocido por ser uno de los dinamizadores del Rebumbio Matemático, colaborador de AGAPEMA, difusor del Proyecto Sur en Galicia, miembro de asociaciones matemáticas…, y no se sabe de cuántas cosas más porque él siempre tenía tiempo y una sonrisa para todo aquel que le pedía colaboración.
Andando en el tiempo, tuve la fortuna de coincidir con él en jornadas, encuentros formativos o comisiones. Recuerdo una de ellas en especial, en la que nos habían reunido a varios asesores para redactar un reglamento de las estructuras de formación del profesorado; en ese documento final se debería dejar por escrito cuáles serían las funciones y modos de proceder en todas las situaciones formativas. Coque con su talante siempre nos decía que un asesor/a no sólo era el que le llevaba el agua al conferenciante en los cursos, pero con todo, tampoco debería olvidarse del agua. Él creía en la figura del asesor acompañante de un proceso de cambio hacia la mejora, por ello renegaba de los asesores burócratas, tecnócratas, meros gestores de un servicio, y no se cansaba de recordarlo tanto con sus argumentos como con su ejemplo.
Fue un luchador por la renovación de la enseñanza. Era de esas primeras hornadas de asesores que fueron seleccionados para formar parte de los, por aquel entonces, CEFOCOPs, es decir, en el mejor momento de la formación del profesorado en servicio en Galicia y en el resto del estado. Esa gente sentó las bases de lo que luego tuvo épocas doradas y más tarde, horas bajas. Pasó por todos los avatares legislativos de modo que fue desde asesor técnico, asesor especialista, asesor generalista, asesor de ámbito o asesor de área. Da lo mismo, porque quien vale, vale, y  Coque valía bajo cualquier epígrafe; era un gran maestro, y siendo un gran maestro se puede ser un gran asesor. En cualquiera de los dos casos hay que tener pasión por el trabajo, conocimiento, saber estar, habilidades sociales y comunicativas, y sobre todo respeto y confianza en la capacidad de cambio de los niños/as o de los docentes. Coque quería al profesorado y el profesorado quería a Coque, así, con él, se apaga un foco de ilusión que alumbró en muchos centros de Galicia.
Otra de las cosas que siempre repetía Coque era que en todo aquello que escribimos -pese a que no lo pretendamos-, hay mucho de autobiográfico, incluso aunque sea en la redacción de una normativa; en alguna ocasión debatí con él sobre esto, pero ahora, no me queda más que darle la razón. Así quisimos dedicarle esta entrada en InnovArte porque para quien no tuvo la fortuna de conocerlo es bueno que sepan de él, y para los que lo conocieron, coincidirán con nosotras en que hablando de Coque estamos hablando de la formación del profesorado gallego, en el pasado, en el presente y en el futuro: cómo era, cómo es y cómo debería ser sin perder nunca el contacto directo con el profesorado, tomándole el pulso a los centros, sin desconectar jamás del alumnado.
De las fotografías que encontramos en la red, quisimos quedarnos con esta que él había puesto en su perfil de Twitter, porque, con gratitud, así lo recordaremos siempre: alegre, vital y con los brazos abiertos.
Ángeles Abelleira e Isabel Abelleira | 09/01/2015 en 08:43 | Etiquetas: C.profesional | Categorías: InformArte | URL: http://wp.me/pYgj5-17w
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