No tengo muy claro aún el método educativo revolucionario que va a permitir mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos ni, por desgracia, las políticas que se deberían implementar para ello. Sí, en el ámbito educativo, tan heterogéneo como difícil de controlar, uno no sabe a ciencia cierta si lo que hace como docente en el aula o la inversión que va a realizarse en hacer A, B o C va a trasladarse a una mejora de resultados de los alumnos. No es fácil. No es nada fácil.
Hay muchas prácticas que están empezando a aterrizar en nuestras aulas (flipped classroom, movimiento maker, programación, etc.) que me generan dudas. Dudas por ser aplicadas en terreno desconocido. Dudas porque, en demasiadas ocasiones, se usan sólo para enmascarar actuaciones demasiado parecidas a procesos de copia y/o repetición. Eso sí, sabiendo que lo de ahora, eufemísticamente, no funciona del todo bien tenemos que buscar alternativas para hacer cosas diferentes que, quizás, permitan esa mejora del sistema educativo que tanto necesitamos.
Lo que sí que no me genera ningún tipo de dudas son algunas malas praxis de aula y de los elementos que sustentan en las mismas. Praxis que, por desgracia, se repiten curso tras curso e, incluso, hacen una deriva peligrosa de una potencialidad tan interesante como la que tiene el uso de las nuevas tecnologías. La tecnología es sólo un medio más que uno va a usar para llegar a algo, jamás el objetivo último del aprendizaje pero, tristemente, un mal uso de esa tecnología puede llegar a incrementar los malos resultados -y aquí no me refiero a las simples calificaciones- de nuestros alumnos.
Por tanto, ¿cuáles serían, a mi entender, algunas de las malas praxis educativas del siglo XXI?
La primera podría considerarse, como he dicho anteriormente, el centrar el aprendizaje en la herramienta o en el manual de turno (sí, intento obviar llamarle "libro de texto"). Cuando un docente decide que lo importante es que los alumnos usen la herramienta X o acaben un determinado manual es que, quizás, se está enfocando mal el concepto de enseñanza-aprendizaje. Tener objetivos es básico pero, de ahí a entronizar la herramienta y considerar la misma como el objetivo final va un largo trecho.
Otra praxis, a mi entender demasiado habitual, es la de usar determinadas plataformas educativas como un simple nicho de contenidos. Los repositorios educativos siempre son interesantes pero, cuando la única misión de una plataforma tecnológica es la de sustentar las letras y dibujos de los libros de texto de toda la vida en formato libre o propietario es que nos estamos equivocando.
Una aberración también, por desgracia, bastante extendida es el modelo de aprendizaje, especialmente en el tema de la programación, basado en copiar código. Son muchas las aulas que en diferentes partes de nuestro territorio se han sumado a la moda para, simplemente, trasladar esos ejercicios que hay colgados en la red (y que, en algunos casos, cuelgan las propias administraciones) al programa de programación más de moda en la actualidad. No es raro observar cómo antes appinventor y ahora scratch se convierten en las aulas en un triste copia y pega sin ningún tipo de proyecto final donde prime la creatividad.
Más cuestiones delicadas vendrían de la mano del uso excesivo de teoría o simulaciones como sustitución de la práctica. Gran cantidad de deportes que se explican, de forma teórica, sin dejar a los alumnos tiempo para practicarlos. Grandes circuitos o estructuras simuladas pero, a la hora de la verdad, no permitir que nuestros alumnos cogen un serrucho y empiecen a cortar eso que han plasmado sobre un papel. Proyectos copiados de otros que dejan la creatividad en el tintero.
No sólo hay malas praxis en las aulas. También se dan malas praxis en cuestiones más burocráticas. Realizar reuniones sin planificación previa, programaciones de aula antes de conocer a los alumnos, falta de coordinación entre docentes, nula intervención de las familias, etc. serían, no las únicas, pero sí algunas que nos suenan a la mayoría de profesionales que nos dedicamos a esto.
La solución no creo que pase por un método rompedor, creo más bien que la solución del sistema pasa por analizar las malas praxis educativas que se dan en el mismo, ponerle solución y empezar a trabajar de una vez de forma global, involucrando a toda la sociedad, para encontrar posibilidades de mejora.
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