jueves, 26 de mayo de 2016

Si no me conoces ¿por qué me sonríes?





Si no me conoces ¿por qué me sonríes?


Posted: 24 May 2016 05:43 PM PDT
Durante dos meses voy a estar trabajando en Puebla (México), gracias a una beca del programa Becas Iberoamérica para Jóvenes Profesores e Investigadores del Banco Santander, para llevar a cabo un proyecto de investigación sobre calidad de vida de familias con niños con discapacidad*.

Por este motivo, estoy en contacto con centros, maestros, organizaciones y escuelas que atienden a niños con discapacidad y a sus familias. Hace unos días conversaba con una directora de una de estas escuelas (un centro público que atiende a alumnos/as con discapacidades severas y/o múltiples, que "no tienen cabida" en las escuelas ordinarias). Normalmente, son niños cuyas familias no tienen muchos recursos y que, con frecuencia, están en una situación de especial vulnerabilidad. Esto me contaba:
Las maestras tienen muchas dificultades para atender a los niños/as. Es un trabajo complicado, la falta de estabilidad, las evaluaciones externas, la falta de formación, la gravedad de las discapacidades, etc. Una de las dificultades mayores es la de atender a las familias. Entre nuestros niños tenemos de todo, puedes ver los dos extremos: los sobreprotegidos y los abandonados.
Las madres de los primeros (los sobreprotegidos) se quedan todo el día fuera de la escuela, en la calle, al sol, durante horas. Vigilantes, asomándose, para ver qué hacemos con sus hijos. No se fían. Algunas se cuelan en la escuela, se inventan excusas para entrar. Incluso han llegado a pedirme que las deje estar dentro a cambio de limpiar gratis las clases, o lavar los trastos… En cambio, los niños abandonados dejan de venir durante días. O llegan con el uniforme , pero sin ropa interior. No traen los útiles para la escuela, vienen sin almuerzo… A algunos para matricularlos, les hemos tenido que hacer partida de nacimiento, porque no tenían. A veces, tenemos que recordar a las familias que sus hijos tienen el derecho y el deber de acudir a la escuela. De tener una educación…
Una vez más, vemos cómo la discapacidad en sí misma no es un problema individual, no es un factor que siempre afecte a la vida de la persona de la misma manera. Las oportunidades -o la falta de las mismas- que el contexto ofrece a los niños con discapacidad son clave para su aprendizaje, su desarrollo, su bienestar. Y ahí encontramos de todo. Los sobreprotegidos. Y los abandonados. 

La misma discapacidad y vidas muy diferentes. Qué difícil es lograr un equilibrio. En cualquier parte del mundo.


*Aprovecho para agradecer públicamente la ayuda recibida, por si alguien del banco Santander se pasa por aquí (nunca se sabe…). 
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