Nadie habla de ello. Cada día diez personas se quitan la vida en España, un 20% más desde el inicio de la crisis. Ese número, la principal causa de muerte no natural, es más del triple de los fallecidos en accidente de tráfico (1.160 en 2016), más de diez veces el número de homicidios (292 en 2016) y
más de sesenta veces el número de mujeres asesinadas por violencia de género (53 en 2016), tres de las lacras que nos encogen el corazón casi todas las semanas. Y no hablamos de ello. El reparto no es aleatorio, en algunas actividades laborales como los profesionales sanitarios, los policías o los científicos hay más personas que se quitan la vida que en otros ámbitos.
También en la universidad: un estudio reciente en el Reino Unido mostraba cifras récord de suicidios de estudiantes y un aumento en la última década del 500 % en los alumnos de primer curso que habían pedido ayuda por un problema mental: ansiedad, depresión, problemas de atención, ideas suicidas. Es, además, un componente clave de abandono de los estudios. Es tanto lo que nos queda por hacer. Tenemos que trabajar en la prevención: Facebook está probando herramientas de alarma, que utilizan inteligencia artificial para identificar mensajes preocupantes en tu cuenta. Tenemos que entender los factores de riesgo como el consumo de drogas, los problemas legales o un historial familiar. La ciencia también puede ayudar: un test en sangre permite detectar con un 92% de exactitud quiénes tendrán pensamientos suicidas el año siguiente, pero quizá lo más importante es no ser indiferentes, no aceptarlo, no dejar a nadie detrás. Es mucho lo que está en juego. Un millón de vidas al año a nivel mundial.
Publicado el 10 de septiembre de 2017 en El Día de Salamanca.
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