Mucho tenemos que contar del percibido en estos días de inicio de curso, de los claustros rutinarios y de las motivaciones particulares de cada quien que llevan a la toma de decisiones a veces desatinadas y/o interesadas; de la acogida de los nuevos grupos y de sus familias; de las primeras impresiones; del período de adaptación; de la organización del curso; de la adjudicación de coordinaciones varias; de las "rarezas" de las maestras de infantil; de las reivindicaciones laborales y del compromiso docente; así como de muchos otros aspectos de la vida interna de los centros y de cómo son percibidos en el exterior. Como siempre lo haremos sin dejarnos llevar por un falso corporativismo, o por el contrario, sectarismo; lo haremos con la intención de poner ciertas cuestiones encima de la mesa y analizarlas con una mirada objetiva. Ya habrá ocasión.
Ahora, como en otras ocasiones, lo que queremos es fijar un objetivo de largo plazo, incluso utópico, pero que sirva de referente de nuestra práctica para este nuevo curso académico. Siempre lo hacemos, si bien es cierto que nunca lo conseguimos, es una meta presente que nos obliga a dar un golpe de timón y maniobrar cuando vemos que nos estamos desviando del puerto al que queremos llegar.
Una de nuestras manías es rebelarnos contra el desaforado activismo sin sentido y contra la prisa que vamos imprimiendo en la vida de los más pequeños, consecuentemente, en otras ocasiones hemos hablado de que ir despacio, de festina lente, de la slow education o del paradigma del decrecimiento. En la misma línea, el propósito de este curso será el de proporcionar a los pequeños una educación sostenible, que le permita adquirir los conocimientos las competencias, las actitudes y los valores que le sean de utilidad en el presente y en el futuro, dentro y, sobre todo, fuera de la escuela.
Puede parecer algo obvio, pero hay que pensar cuántas de nuestras enseñanzas resistirían esa revisión. La mayor parte de los aprendizajes que realizan los niños y niñas sólo les sirven para ese reducido contexto, incluso a veces, no les valen por igual con todas las personas que intervienen con ellos en el centro. Para pensar despacio.
Sin prisa pero sin pausa, debemos enfilar hacia una educación sostenible, hacia un desarrollo sostenible y hacia un estilo de vida sostenible que les permita forjar(se) un futuro mejor. Esa será nuestra meta y trataremos de desechar aquello que no cumpla esta consigna.
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