jueves, 20 de diciembre de 2012

“A mandar, don Pedro, que para eso estamos”




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"A mandar, don Pedro, que para eso estamos"

by Valles y cumbres
Aquel 7º de EGB fue especialmente duro. Nuestra tutora, la señorita Isabel, era la profesora de Lengua Castellana y Literatura más exigente de todo el colegio: en su programación incluía títulos como "El árbol de la ciencia", "Lazarillo de Tormes" o "Los santos inocentes", que a nuestros 13 años nos parecían manuales de física termonuclear o de chino mandarín avanzado. Sin embargo, conforme avanzaba el curso, la hora de Lengua fue convirtiéndose en la favorita para muchos de nosotros, ansiosos por leer aquellas historias entre juegos de búsqueda en el diccionario o pequeñas representaciones de las escenas más importantes.
Dedicamos mucho tiempo a la lectura y los comentarios de "Los santos inocentes", del maestro Delibes. Durante varias semanas flotó en el aula esa atmósfera propia de la España profunda que, a mediados de los 80, aún se dejaba ver en muchos rincones de Castilla. Antes de pasar a la siguiente obra también vimos en clase la película que Mario Camus filmó basándose en la novela: aquel día volvimos a casa un poco más serios de lo habitual (o un poco más maduros, según se mire), sabiendo que cualquiera de nosotros podríamos haber sido Nieves o Quirce, los hijos de los campesinos del cortijo.
Si en aquella ocasión la escena más impactante fue la del señorito Iván obligando a Paco a correr campo a través con la pierna rota, hoy en día es la de Régula desencajando su rostro al enterarse de que su hija no iría a la escuela. En el video, dicha escena está entre los minutos 2:30 y 3:30, aunque el resumen entero no tiene desperdicio:
Delibes atrapó así el momento: "(...) y, según hablaba don Pedro, el Périto, Paco, el Bajo, se iba desinflando como un globo, como su virilidad cuando gritaba en la alta noche la Niña Chica, y miró para la Régula, y la Régula miró para Paco, el Bajo, y al cabo, Paco, el Bajo, ahuecó los orificios de la nariz, encogió los hombros y dijo, lo que usted mande, don Pedro, para eso estamos".

Cada persona llega al mundo sin elegir familia, clase social ni nacionalidad: simplemente se nace, y punto. Todos tenemos la misma posibilidad de ser castellanomanchegos hijos de electricista como tailandeses de noble ascendencia... o somalíes inmigrantes con una madre viuda que debe prostituirse para dar de comer a sus tres retoños. En los casos en los que a alguien no le agrade su entorno, la Educación es la mejor herramienta para cambiar, mejorar y prosperar: bien lo sabían Régula y Paco -los campesinos analfabetos fruto de la imaginación de Delibes-, buenas personas resignadas a la mera supervivencia... pero ilusionados por dar una vida mejor a sus sus hijos mediante el ingreso de estos en la escuela. Todo es diferente tras el paso por las aulas, no solo por la obtención de un título sino por las decenas de puertas que se abren y que de otro modo serían sueños irrealizables.http://tallerliterariobibliotecasturias.blogspot.com.es
Tres décadas después de que la novela viese la luz, nos encontramos con una Educación obligatoria y universal desde los 6 hasta los 16 años: ya nadie se queda sin estudiar en nuestro país. Estupendo, ¿no? Pues no le ha debido gustar a nuestros políticos: al parecer hemos alfabetizado por encima de nuestras posibilidades, y aunque nadie se verá privado de la Educación en sus niveles más básicos, la LOMCE cortará de cuajo las ilusiones de todas aquellas familias que deseen un futuro mejor para sus hijos. La legítima aspiración de ascender en la escala social o bien la esperanza de escapar de un entorno deprimido y miserable no entran en los planes de quienes ya viven en las mejores casas, comen en los restaurantes más caros y disfrutan de los privilegios menos merecidos.
No somos conscientes del verdadero poder de la Educación. La sumisión de los protagonistas de la novela viene dada, en buena parte, por su analfabetismo: ¿qué hay mejor para un señorito de cortijo que esa mano de obra esclava y servil, que no conozca ni conciba nada más allá de los límites de la verja, y no se plantee que las cosas pueden ser de otra manera? Salvando las distancias -sobre todo de forma, aunque no tanto de fondo-, la Régula de 2013 no llorará porque su hija se quede sin ir a clase, sino porque tras una Educación obligatoria a todas luces insuficiente para formar a una persona como merece, la Escuela superior (y con ella las posibilidades de mejora) será prácticamente inalcanzable. Resumiendo: nos quedará una sociedad cuyos miembros estarán mayoritariamente mal formados (modernos esclavos silenciosos y adaptables), donde la Universidad será un lujo al alcance de unos pocos (perpetuando así el estado de las cosas), y la condena al diferente o al más necesitado esté escrita de antemano (rematando la injusticia y aumentando la brecha entre unos y otros). ¿Cuándo vamos a decirle a ese tal Pedro que no estamos para ser mandados, sino para elegir nuestro propio futuro?
Valles y cumbres | 19 diciembre, 2012 en 8:10 pm | Etiquetas: Historia, Leyes educativas, Literatura, LOMCE | Categorías: LOMCE | URL: http://wp.me/p2PniF-4d
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