En una ciudad plagada de centros comerciales y grandes superficies, es un gustazo encontrar un pequeño negocio de trato cercano, ambiente familiar y género de confianza como es la carnicería-frutería en la que suelo comprar: si todos apoyásemos un poco más a estos comercios, otro gallo nos cantaría. Pues bien, la semana pasada el carnicero estaba enfadado como nunca antes le había visto: mientras iba fileteando, me contaba que presentó en mayo la solicitud de admisión (lo que muchos llaman la "prematrícula") de su hija de tres años en un colegio público, rellenando hasta la tercera opción por orden de preferencia -todos centros públicos-, pero que finalmente no obtuvo plaza en ninguno de ellos. Como sabe que soy profe, me preguntó cómo eso era posible " si desde la Comunidad están todo el día poniéndose medallas con lo de la libertad de opción, la eliminación de zonas (puntos por proximidad al domicilio) para que la gente elija lo que quiera, el bilingüismo y todas esas mandangas". Tal cual.
De nuevo me di cuenta de lo difícil que es desmontar un mensaje tan bonito como el que han vendido los liberales de la Comunidad de Madrid: "vamos a quitar todas las restricciones para que la gente pueda elegir lo que le dé la gana, y que la única ley sea la de la oferta y la demanda". Pues para muestra un botón; veamos qué ha pasado en la educación madrileña:
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- Se elimina la "zonificación" (puntos por proximidad al domicilio), vendiéndose como una medida que otorga a los padres una "total libertad de elección", sin mencionar que también desaparecen las posibilidades de que las familias tengan asegurado un colegio cerca de su casa.
- Entonces, un padre que elige llevar a su hijo a un centro público (como mi carnicero) lo tiene casi imposible: tras los recortes, hay barrios enteros con muchísima más demanda que plazas disponibles, así que es muy probable que le asignen un centro público en otro barrio, quizá en la otra punta de su localidad.
- El padre acaba matriculando a su hijo en un privado-concertado (más cercano, pero muchísimo más caro: como han crecido como setas, seguro que en el barrio hay unos cuantos entre los que elegir). Hay que reconocer que es un negociazo, ¿verdad?
Mi carnicero estaba desesperado: no entendía cómo la Educación Pública y gratuita que él recordaba se había convertido en un negocio donde la supuesta calidad estaba restringida solo a los más pudientes. Seguía contando que en su barrio conocía muchos más casos como el suyo, y acababa lamentándose que los afectados no se unieran para reclamar esta teórica "libertad de elección" con la que el capitalismo más salvaje nos engaña una y otra vez. Si esto pasa en los niveles más básicos de la Educación, es desolador lo que ocurre en Secundaria y sobre todo en la Universidad: auténtica "Marca España", un país educativamente despreciable.
Esta mañana he vuelto a la carnicería y he sabido que, tras varias reclamaciones por escrito en diferentes niveles de la Administración, la hija del carnicero tendrá plaza en un centro público relativamente cercano a su casa. Me he alegrado de que alguien que apuesta por la Pública haya obtenido lo que quería, pero me he quedado con la duda de cómo ha aparecido una nueva vacante por arte de magia: cosas que pasan, supongo.
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