UniDiversidad. El blog de José R. Alonso. |
Posted: 08 Sep 2013 12:51 PM PDT
En el mundo hay más de 100 millones de niños huérfanos, principalmente en Asia (65 millones), África (34 millones) y Latinoamérica/Caribe (8 millones). En Europa occidental se trata de una circunstancia mucho menos frecuente, pero nuestros países han tenido huérfanos durante siglos y el método más común de hacerse cargo de ellos ha sido internarlos en un orfanato o buscar una familia de acogida, ya sea con adopción o sin ella. Dentro de Europa, uno de los casos más sorprendentes ha sido Rumanía donde algo cambió en 1965 cuando Nicolae Ceaușescu fue elegido secretario general del Partido Comunista . El dictador rumano se mantuvo en el poder durante 24 años hasta ser derribado y ejecutado. Durante su mandato amplió la población de huérfanos con la esperanza de crear un segmento de jóvenes que, no teniendo padres, respondiera principalmente al Estado y a él, su líder supremo. Salvando las distancias, el motivo es el mismo por el que en España se utilizaba a los niños huérfanos del Colegio de San Ildefonso para sacar los números de la lotería y en la Unión Soviética se les formaba para la policía fiscal: eran más difíciles de corromper o ser manipulados por sus familiares. Al año siguiente de su subida al poder, en 1966, Ceaușescu aprobó una ley que prohibía los anticonceptivos y el aborto. Las mujeres con más de diez hijos fueron agasajadas como "madres heroicas". A continuación impuso una serie de nuevos impuestos para las familias que tuvieran menos de cinco hijos o exenciones para los que tuvieran más e incluso envió una serie de agentes gubernamentales con formación médica –denominados popularmente la policía de la menstruación- para examinar a las mujeres que no estuvieran produciendo su cuota esperada de hijos. Junto a esa política de fomento de la natalidad, las inhumanas decisiones económicas del dictador, especialmente la exportación de casi toda la producción agrícola e industrial de país para pagar la deuda externa, dejaron a la mayoría de las familias en la pobreza y el hambre e incapaces de mantener a los hijos que daban a luz. Por lo tanto, miles de padres y madres dejaron a sus bebés en orfanatos gubernamentales. Se calcula que el día de Navidad de 1989 cuando el matrimonio Ceaușescu fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento, existían en Rumanía unos 700 orfanatos estatales que –según algunas cifras- alojaban a unos 170.000 niños En la mayoría de los centros, los huérfanos recibían suficiente comida y tenían condiciones higiénicas y cuidados médicos adecuados, aunque unos pocos tenían unas condiciones terribles donde los niños no tenían cubiertas sus necesidades básicas. Tras la muerte del dictador, las fotos que llegaron a los medios occidentales de varios huérfanos compartiendo la misma cuna o niños discapacitados tumbados sobre sus propios excrementos dieron la vuelta al mundo. Cuando se abrieron los orfanatos a la adopción internacional se hizo muy patente un nuevo problema: los niños habían tenido muy poco contacto con adultos y eso afectaba gravemente a su desarrollo cognitivo y emocional, mostrando serios problemas de comportamiento. Varios neurocientíficos como Charles Zeanah, de la Universidad de Tulane, y Charles Nelson, de la Universidad de Harvard, decidieron implicarse. Cuando Zeanah y su esposa, enfermera y psicóloga clínica, visitaron los orfanatos no pudieron evitar echarse a llorar. Un niño se acercó a consolarles diciéndoles "No pasa nada, no pasa nada". Zeanah, Nelson y otros investigadores crearon el Proyecto de Intervención Temprana en Bucarest (Bucharest Early Intervention Project; BEIP). Se trataba de un estudio controlado y aleatorio sobre niños abandonados en el momento del nacimiento e ingresados en uno de seis orfanatos existentes en Bucarest. Los miembros del grupo de trabajo buscaban saber cómo se desarrolla la cognición, cuándo lo hace y qué factores afectan a ese desarrollo. Los objetivos planteados fueron los siguientes:
Tras comprobar que no tenían síndrome alcohólico fetal o trastornos genéticos o psiquiátricos evidentes, 136 niños fueron adscritos de una forma aleatoria, la mitad (n= 68) en una familia de acogida con un programa de atención diseñado específicamente, mientras que la otra mitad (n= 68) permaneció al cuidado del personal del orfanato con sus protocolos habituales. Los niños tenían de 6 a 31 meses (media de 20) al empezar el estudio y se les hizo un seguimiento a los 30, 42 y 54 meses y a los ocho años. Los padres de acogida recibían un salario como si fueran empleados a tiempo completo (modelo francés) frente a la posibilidad existente en otros países como España de recibir un subsidio familiar. Los resultados de ambos grupos se compararon entre sí y con niños que no habían sido nunca institucionalizados (n=71). Las principales conclusiones del estudio fueron las siguientes:
La ventaja del estudio es que en condiciones normales los niños no se distribuyen en dos grupos aleatorios homogéneos sino que los más sanos o los que no presentan ningún problema psicológico tienen mayores posibilidades de ser adoptados, mientras que el resto son los que se quedan en el orfanato, con lo que sus problemas se agravan aún más. En condiciones normales, por tanto, no es posible comparar ambos grupos en igualdad de condiciones y obtener una información definitiva. Este estudio no se da por concluido, puesto que ahora se quiere estudiar las diferencias en estos mismos niños al entrar en la adolescencia, otra época que en Rumanía y en cualquier país va asociada a tensiones psicológicas y emocionales y donde los problemas en el desarrollo personal pueden nuevamente influir en temas importantes como las relaciones de grupo, el desarrollo de la sexualidad (muchos niños en orfanatos rumanos habían sido víctimas de abusos físicos o sexuales), la continuación de los estudios, la inserción laboral, la estabilidad personal y un largo etcétera. Ceaușescu creó uno de los cultos a la personalidad más obsesivos del bloque soviético. Se denominó a sí mismo, o tal vez fue sugerido por alguno de esos aduladores oficiales que existen en todos los sistemas jerárquicos, como "Conducator" (conductor), el "Danubio Azul del Socialismo" o el "Genio de los Cárpatos". Los medios tenían que usar imágenes pertenecientes a sus cuarenta y pocos años, y los cámaras de televisión grabarlo de manera que no se notara su pequeña estatura. El día más importante del año era el 26 de enero, la fecha de su cumpleaños. Según el historiador Victor Sebestyen, era uno de los pocos días donde el rumano medio ponía cara de felicidad, y es que era demasiado peligroso no parecer feliz en una fecha tan señalada. También otorgó importantes puestos en el gobierno a su mujer y a sus hijos, generalizándose el comentario de que había conseguido instaurar "el socialismo en una familia". El emperador Bokassa de la República Centroafricana manifestaba ser un ferviente admirador de Ceaușescu y realizó diferentes visitas de Estado a Bucarest. Al parecer su entusiasmo no se restringía a los aspectos políticos sino que sentía una especial devoción por las rubias bailarinas de la Compañía Nacional de Danzas Folklóricas "Ciocarlia" (Alondra). Aquello no era un grave problema para la Securitate, la terrible policía secreta rumana, que envío una de las artistas a Bangui, la capital del Imperio centroafricano de Bokassa I, donde se sumó a sus otras esposas, fue coronada emperatriz, y se le adjudicó un palacio. Devolviendo una de esas visitas, Ceaușescu quedó impresionado por el cetro que lucía el autoproclamado emperador y que había usado en su fastuosa coronación. A su vuelta a Rumanía aprobó un decreto por el que cambiaba su título de secretario general del Partido Comunista y Presidente del Consejo de Estado a Presidente de Rumanía. Un cambio político necesitaba un objeto simbólico: claro, un cetro. Sin un asomo de pudor, Ceaușescu se adjudicó el del mariscal Antonescu, el dictador de Rumanía durante la II Guerra Mundial. El 3 de abril de 1974, el pintor Salvador Dalí mandó un telegrama a Ceaușescu con el texto "Aprecio profundamente su histórico acto de inaugurar el uso del cetro presidencial". No tengo claro de si era un gesto de simpatía del genial pintor catalán, que tan buenas relaciones mantenía con dictadores como Franco, al que envió también telegramas elogiando sus acciones dirigidas a "limpiar España de fuerzas destructivas" o felicitándole por sus últimas ejecuciones, las de septiembre de 1975; una admiración por el gesto surrealista que significaba un presidente comunista blandiendo un cetro en la Asamblea Nacional; o, como parece ser la opinión más generalizada últimamente, en los tiempos de lo políticamente correcto, un texto irónico riéndose de Ceaușescu. Si esto último era lo buscado, lejos de entender el sentido del mensaje, el diario oficial Scînteia lo reprodujo para todos los rumanos en su edición del 4 de abril. El pueblo lo leyó asombrado y los cotilleos se esparcieron como la pólvora hasta que el director del periódico fue fulminantemente cesado. Con la desaparición del Conducator el sistema de orfanatos fue transformándose como lo hizo el resto de Rumanía. Empezó una nueva etapa para los jóvenes internados, algunos buscaron a sus familias biológicas, otros se esforzaron por conseguir su inserción laboral, otros quedaron al margen de la sociedad, excluidos de todo, mientras que nuevos niños, en menor número, seguían necesitando un futuro y requiriendo los servicios de protección de la infancia. Kim De Blecourt escribió "Y ahora la lucha continúa para todos los huérfanos y todos los niños que necesitan familias que les amen y cuiden de ellos –hasta que todos ellos también puedan ir a casa". Para leer más:
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