Personalmente hay tradiciones que, por mucho que lo sean, las eliminaría de un plumazo. Encubrir bajo pretextos como "es que toda la vida se ha hecho" para seguir haciendo algo, a sabiendas que se está haciendo mal, es realmente complejo. Más complejo aún es luchar contra quienes, dentro de la libertad de opinión, deciden que esas tradiciones deben continuar existiendo al margen de lo que lleven asociadas.
En el ámbito educativo sucede lo mismo. La mayoría de la sociedad -sí, la mayoría- desearía que nuestros centros educativos volvieran a ser los de antaño: respeto absoluto hacia el docente y, como no, filas bien organizadas y contenidos memorísticos para que, supuestamente, se consiguiera triunfar en la sociedad. Una sociedad en la que, tristemente, nadie se plantea que, ni antes triunfaban (ya sé que podríamos hablar de lo que supone para nosotros triunfar, pero no tengo ganas de meterme en ese embolado) los más formados ni ahora lo están haciendo. La única ventaja es que, por suerte, ahora los bien formados tienen una triple salida más fácil de nuestro país que la que existía anteriormente porque, nadie se olvide que siempre emigran los mejores. Y, tanto la inmigración que llega a los diferentes países como la emigración que sale de los mismos está formada por los más fuertes, por los más hábiles y, como no, en algunos países por los más pudientes dentro de su clase media (pagarse determinados viajes no está al alcance de todos).
Pues bien, resulta que navegando por la red me he encontrado con
El Manifiesto. Un decálogo que firmarían muchos de docentes y gran parte de la sociedad. Una vuelta al pasado, en sentido educativo que, curiosamente, lo único que haría sería perpetuar prácticas que, por desgracia para algunos que las defienden, tampoco demostraron ser tan buenas. Mucho criticar a los que estudian ahora y nadie se acuerda que, más de un 30% de sus compañeros de EGB dejaban los estudios a los catorce. Bueno, eso supongo que, para algunos, es un mal menor. Como que, en algunas épocas, el acceso a la cultura fuera imposible para muchos. Algo que, tristemente, y a los precios que va a la misma, también se repite. Pero bueno, vamos a exponer una traducción de ese decálogo, imprescindible para muchos, para la mejora educativa. Por cierto, un decálogo que, curiosamente, también permitiría un considerable ahorro a nivel de los recursos destinados a Educación (algo que, a más de uno, le lleva a frotarse las manos en su defensa).
1. Ir hacia atrás es avanzar
Después de décadas de perversión educativa, es tiempo de retomar lo básico. Los métodos más efectivos produjeron alfabetizaciones masivas y han permitido una mejora social en los último cien años.
2. Tomaremos lo mejor del pasado
No necesitamos pizarras, bastones o escuelas de gramática, pero sí necesitamos dominar conceptos utilizando la memorización. Debemos transmitir educación a todos.
3. No debemos preocuparnos por el futuro
Conocer el pasado nos dará la habilidad para movernos en el futuro. Estar varados en el presente nos deja desorientados y vulnerables a las modas. A las modas y los vendedores de humo educativo.
4. La memoria es la madre de la sapiencia
Si no enseñamos a usar la memoria a largo plazo, no se puede pensar con claridad. No podemos usar algo que sobre lo que no trabajamos, al igual que no podemos expresarnos bien en un idioma que no se hable con fluidez.
5. Mente y voz, papel y tinta...
Y nada más, hasta que sea demostrado científicamente para promover el pensamiento. Los mejores métodos educativos son los que permitieron la aparición de Shakespeare, Dickens y Churchill.
6. Disciplina y trabajo duro
No hay nada más valioso que reconocer la disciplina y el trabajo duro. Nada ayudará más en el aprendizaje.
7. Primero, aprender lo básico
Una base esquemática del conocimiento hará posible dar sentido en un futuro a lo memorizado.
8. La inteligencia no es fija
Cuánto más aprendes, más inteligente te vuelves.
9. Todo el mundo puede ser articulado y dirigido hacia la senda del conocimiento
No hay palabras difíciles, ni conocimientos imposibles: sólo hay aquellos que se saben y aquellos que no. El lenguaje y el conocimiento están a disposición de todos los seres humanos.
10. La malas ideas matan las escuelas
Porque queremos lo mejor para nuestros alumnos, debemos luchar con uñas y dientes contra las ideas progresistas que pretenden destruir la autoridad del profesorado y minusvalorar el valor del conocimiento. Es una lucha por la intelectualidad de aquellos alumnos a nuestro cargo.
Unos puntos que algunos comprarían sin cuestionarse que, por desgracia, son demasiado matizables y, como no, derivan hacia lo fácil que supone en el ámbito educativo seguir haciendo lo de siempre porque, no lo olvidemos, las tradiciones, incluso que las mismas no tengan ningún sentido y sean totalmente salvajes, son lo que desean demasiados.
Por cierto, yo prefiero mirar al presente para poder mejorar, dentro de mis posibilidades, el futuro de mis alumnos. Unos alumnos que, por desgracia, no vienen tan homogeneizados de fábrica como a algunos les gustaría y que, quizás, nos hemos de ganar con algunas actuaciones en el aula alejadas de la vara y el libro -o de seguir haciendo "lo de siempre"-.
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